Relectura. 5 motivos por los que la hacemos. O no.

Todo el año es ideal para la lectura, pero el verano es quizás la época estrella. Tiempo libre, tranquilidad, sitios propicios para llevarse esas lecturas que tenemos pendientes desde hace siglos. O, ¿por qué no?, para hacer una relectura de esos libros que un día nos llegaron de forma especial. Y ¿qué motivos nos damos para retomarlos o recordarlos? O tal vez nunca hemos releído. Veamos.

Edad

Fue aquel libro de la infancia o de la juventud. Aquel que nos sorprendió, nos abrumó o nos maravilló. Eramos unos niños o adolescentes que empezamos a descubrir lecturas de todo tipo de géneros. Ese nos los regaló una tía, un primo, un amigo. Aquel había que leerlo en el cole por obligación y resultó ser un estupendo descubrimiento. De aquel hablaban en el insti, o había que leerlo también en la lista de los de Literatura.

Quizá fue un clásico, aunque esos eran difíciles y la mayoría nos resultaban aburridos, pero… quién sabe. Quizá fue el bombazo editorial de aquel año. Yo me leí El perfume, de Patrick Süskind, en una tarde del verano de 1987. Y Jean-Baptiste Grenouille pasó a encabezar la lista de esos primeros personajes fascinantes que empiezan a destacar en mi imaginario lector.

Y al pasar el tiempo puede ocurrir que queramos recuperar esos momentos. Redescubrir esa sensación tamizada por la edad.

Efecto sorpresa

A veces no tienen que transcurrir años para releer un buen libro. Y aunque el efecto sorpresa ya se ha perdido, es posible que en esa relectura nos encontremos con otras nuevas. Ese capítulo, personaje, pasaje o simple frase que se nos había borrado u olvidado y que saltan de la memoria con un nuevo trazo, aroma, imagen o regusto.

O simplemente nos sorprende la forma en que ahora leen nuestros ojos lo que en su momento fue toda una revelación. Para bien o para mal. Pero recuperamos esa sorpresa.

Magia

La magia es un concepto que suele echar para atrás a la hora de una relectura. Otra vez quizá la memoria nos puede jugar una mala pasada con los contenidos. Pero la magia se quedó entonces y deseamos sentirla de nuevo. La recordamos. Ese título la tenía. No tiene por qué haberla perdido. Solo hay que recuperarla o localizarla en otros matices, otros párrafos u otros personajes.

Aunque es más posible que sí se pierda irremediablemente en esa relectura. Entonces llega la decepción o la tristeza. Pero la magia siempre existirá. Vendrá una lectura nueva y ese hechizo volverá a surgir.

Ansiedad y prisas

Porque están esos libros que leemos en un suspiro. O porque estábamos deseándolo y volamos a la librería para hacernos con él y batir el récord de lectura en un par de días. Para colmo, puede ocurrir que nos sepa a poco y casi que lo empezamos de nuevo para devorarlo otra vez. Hay quienes son fuertes y pueden aguantar un tiempo, pero saben que tarde o temprano ese pedazo de libro volverá a caer.

Sin fallos

Y es que están precisamente esos pedazos de libros. Ese novelón que esperabas como agua de mayo y efectivamente no te ha defraudado. Reciente o pasado. Están esos libros que no fallan y a los que vuelves una y otra vez. Y no importa el tiempo entre relecturas. Lo tienen todo y consiguen mantener la magia y la sorpresa. Ya no hay prisas ni ansiedad porque solo hay placer. Los pasajes preferidos, los personajes admirados, la trama redonda…

No cambia nada, solo el deleite de la recreación en ese placer. Volver a aquel momento emocionante o aterrador, al más romántico o al más trágico. Releer una y otra vez los avatares de los protagonistas, sus penas o sus alegrías. Llegar a ese punto culminante y sentir que es la misma emoción o, si no esa, aún una mayor porque el tiempo y tus ojos la recrean de otra forma.

Así que ¿qué decís? ¿Releéis? ¿No? ¿Cuáles son vuestros libros de mil relecturas? ¿O los que jamás volveréis a tocar?

El artículo Relectura. 5 motivos por los que la hacemos. O no. ha sido originalmente publicado en Actualidad Literatura.



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