Victor Hugo. 216 años de su nacimiento. Unas frases y tres poemas

Se cumplen hoy, 26 de febrero, 216 años del nacimiento de Victor Hugo. Nació en Besançon y fue también poeta y dramaturgo además de novelista. Está considerado el máximo representante del Romanticismo francés. Asimismo fue un político e intelectual muy comprometido e influyente en la historia de su país y de la literatura del siglo XIX.

Hoy, en su memoria, selecciono algunas frases de su ingente obra, en especial, de la que más conocemos, Los miserables. Pero también escojo unas muestras de sus poemas, que seguro que hemos leído menos.

Un poco de Victor Hugo

Y quizás pocos saben que Victor Hugo vivió en Madrid, en la céntrica calle del Clavel, durante su infancia, ya que trasladaron a su padre, militar, que había sido nombrado comandante general.

En 1815 se establece en París con la idea ya clara de dedicarse a la literatura. Fue un muy buen estudiante y a los 15 años fue premiado por la Academia Francesa por un trabajo lírico. Este fue preludio de su primer gran libro de poemas, Odas y poesías diversas. En 1822 se casó con Adele Foucher, con quien tuvo cinco hijos. Además, fundó junto a sus hermanos también escritores la revista Le Conservateur LitteraireFueron años de gran producción literaria con títulos como CromwellNuestra señora De París (conocida como El jorobado de Notre Dame) o El rey se divierte.

Muy activo políticamente, Victor Hugo fue nombrado par de Francia en 1845. Sus discursos sobre la miseria y otras denuncias sociales y políticas lo llevaron a romper con el Partido Conservador. En 1851 denunció las ambiciones dictatoriales de Napoleón III y, tras el golpe de Estado, huyó de Francia. Al año siguiente se marchó con su familia a Jersey, en el Reino Unido, y en 1856 se trasladó a Guernesey.

De ese exilio de veinte años nacieron Los castigos, la trilogía de El fin de SatánDios y La leyenda de los siglos, y su novela más famosa, Los miserables. De vuelta a Francia, tras la caída de Napoleón III, Victor Hugo fue aclamado públicamente y elegido diputado. Falleció en París con 83 años, en plenitud de sus facultades, con una obra e influencias excepcionales, que lo convirtieron en un personaje emblemático al que la Tercera República honró con un funeral de Estado.

(c)mmartinez. De La Vanguardia.

Frases de Los miserables

  • La santa ley de Jesucristo gobierna nuestra civilización; pero no la penetra todavía. Se dice que la esclavitud ha desaparecido de la civilización europea, y es un error. Existe todavía; sólo que no pesa ya sino sobre la mujer, y se llama prostitución.
  • La primera justicia es la conciencia.
  • El amor es una parte del alma misma, es de la misma naturaleza que ella, es una chispa divina; como ella, es incorruptible, indivisible, imperecedero. Es una partícula de fuego que está en nosotros, que es inmortal a infinita, a la cual nada puede limitar, ni amortiguar.
  • Lo que de los hombres se dice, verdadero o falso, ocupa tanto lugar en su destino, y sobre todo en su vida, como lo que hacen.
  • En el mundo casi no hay nada más importante que amar.
  • No, teniendo amor no se pierde la luz. No hay ceguera donde hay amor.
  • La excarcelación no es la libertad. Se acaba el presidio, pero no la condena.
  • No preguntéis su nombre a quien os pide asilo. Precisamente quien más necesidad tiene de asilo es el que tiene más dificultad en decir su nombre.
  • Hay en el mundo dos clases de seres que se estremecen profundamente: la madre que encuentra a su hijo perdido, y el tigre que encuentra su presa.
  • Los que padecéis porque amáis, amad más aún. Morir de amor es vivir.
  • La dicha suprema de la vida es la convicción de que somos amados, amados por nosotros mismos; mejor dicho amados a pesar de nosotros.
  • La fuerza más fuerte de todas es un corazón inocente.
  • Cuando el amor es feliz lleva el alma a la dulzura y a la bondad.
  • El amor semeja un árbol: se inclina por su propio peso, arraiga profundamente en todo nuestro ser y a veces sigue verdeciendo en las ruinas de un corazón.
  • El amor es un ardiente olvido de todo.

Tres poemas

Cuando por fin se encuentran dos almas

Cuando por fin se encuentran dos almas,
Que durante tanto tiempo se han buscado una a otra entre el gentío,
Cuando advierten que son parejas,
Que se comprenden y corresponden,
En una palabra, que son semejantes,
surge entonces para siempre una unión vehemente y pura como ellas mismas,
una unión que comienza en la tierra y perdura en el cielo.
Esa unión es amor,
amor auténtico, como en verdad muy pocos hombres pueden concebir,
amor que es una religión,
Que deifica al ser amado cuya vida emana
Del fervor y de la pasión y para el que los sacrificios
Más grandes son los gozos más dulces.

A una mujer

¡Niña!, si yo fuera rey daría mi reino,
mi trono, mi cetro y mi pueblo arrodillado,
mi corona de oro, mis piscinas de pórfido,
y mis flotas, para las que no bastaría el mar,
por una mirada tuya.

Si yo fuera Dios, la tierra y las olas,
los ángeles, los demonios sujetos a mi ley.
Y el profundo caos de profunda entraña,
la eternidad, el espacio, los cielos, los mundos
¡daría por un beso tuyo!

La mujer caída

¡Nunca insultéis a la mujer caída!
Nadie sabe qué peso la agobió,
ni cuántas luchas soportó en la vida,
¡hasta que al fin cayó!
¿Quién no ha visto mujeres sin aliento
asirse con afán a la virtud,
y resistir del vicio el duro viento
con serena actitud?
Gota de agua pendiente de una rama
que el viento agita y hace estremecer;
¡perla que el cáliz de la flor derrama,
y que es lodo al caer!
Pero aún puede la gota peregrina
su perdida pureza recobrar,
y resurgir del polvo, cristalina,
y ante la luz brillar.
Dejad amar a la mujer caída,
dejad al polvo su vital calor,
porque todo recobra nueva vida
con la luz y el amor.

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