Miguel Delibes. 8 años de su fallecimiento. Unas frases en su recuerdo.
Fue el 12 de marzo de 2010, en Valladolid. Nos dejaba uno de los grandes escritores de la literatura española, don Miguel Delibes. Tengo referencias cercanas de Delibes porque mi abuelo y mis tías lo conocieron a principios de los años 60 en que vivieron en Sedano (Burgos). Hoy, en su memoria, rescato algunas frases suyas y fragmentos de algunas de esas obras que le valieron la consideración y el prestigio tanto por los contenidos como por la forma de su narrativa tan única.
Apuntes sobre Delibes
Con su primera novela, La sombra del ciprés es alargada, ganó el Premio Nadal en 1947, hecho que impulsó su carrera literaria. Fue el primero de los muchos que recibió a lo largo de los años. Después publicó Aún es de día, El camino, Mi idolatrado hijo Sisí, La hoja roja y Las ratas, entre otras obras. En 1966 publicó Cinco horas con Mario y en 1975 Las guerras de nuestros antepasados, que fueron adaptadas al teatro. Tuve la suerte de ver esta última en 1989 en la versión que llevaron a las tablas José Sacristán y Juan José Otegui. Todavía la retengo en mi memoria como una de las mejores representaciones teatrales que he visto.
Y si hay que hablar de adaptaciones, posiblemente la más recordada y famosa sea la versión cinematográfica que Mario Camus dirigió en 1981 de Los santos inocentes. Posteriormente Delibes publicó Señora de rojo sobre fondo gris y Coto de caza. Pero también están El disputado voto del señor Cayo, Diario de un jubilado o El hereje. Todo eso como novelista, pero no podemos olvidar sus libros de viajes y de caza, sus relatos, sus ensayos y sus artículos.
Frases de Delibes
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Mi vida de escritor no sería como es si no se apoyase en un fondo moral inalterable. Ética y estética se han dado la mano en todos los aspectos de mi vida.
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Para escribir un buen libro no considero imprescindible conocer París ni haber leído el Quijote. Cervantes cuando lo escribió, aún no lo había leído.
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Si el cielo de Castilla es alto es porque lo habrán levantado los campesinos de tanto mirarlo.
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Un pueblo sin literatura es un pueblo mudo.
- Permitamos que el tiempo venga a buscarnos en vez de luchar contra él.
Señora de rojo sobre fondo gris
- El estado de felicidad no existe en el hombre. Existen atisbos, instantes, aproximaciones, pero la felicidad termina en el momento en que empieza a manifestarse. Nunca llega a ser una situación continuada. Cuando no tienes nada, necesitas; cuando tienes algo, temes. Siempre es así. Total, que nunca se consigue.
- Tenía una imaginación espumosa.
- Se olvidaba del aire estancado en su cerebro.
- Yo recuerdo ese día como vivido dentro de otra piel, desdoblado.
El camino
- La vida era el peor tirano conocido.
- Algo se marchitó en él: quizás la fe en la perennidad de la infancia.
- Nadie es capaz de señalar el lugar del cerebro donde se generan las buenas ideas.
- Hay cosas que la voluntad humana no es capaz de controlar.
Un año de mi vida
- Yo doy a los personajes un lugar preponderante entre todos los elementos que se conjugan en una novela. Unos personajes que vivan de verdad relegan, hasta diluir su importancia, la arquitectura novelesca, hacen del estilo un vehículo expositivo cuya existencia apenas se percibe y son suficientes para hacer verosímil el más absurdo de los argumentos.
Cinco horas con Mario
- La caridad solamente debe llenar las grietas de la justicia pero no los abismos de la injusticia.
- ¿No te parece significativo, por ejemplo, que el concepto de lo justo coincidiera siempre sospechosamente con nuestros intereses?
- Si las palabras no se las dices a alguien no son nada. ¡Los buenos a la derecha y los malos a la izquierda! Eso os enseñaron, ¿verdad que sí? Pero vosotros preferís aceptarlo sin más, antes que tomaros la molestia de miraros por dentro. Todos somos buenos y malos… Las dos cosas a un tiempo. Lo que hay que desterrar es la hipocresía ¿comprendes?
- ¡Virgen tú! Pero ¿Es que crees que me chupo el dedo, Mario, cariño? Y no es que yo vaya a decir que tú seas un vicioso, que eso tampoco, pero, vamos, algún desahogo de vez en cuando… Luego lo de Madrid, el viaje de novios, que me hiciste pasar una humillación que no veas, un desprecio así, que empiezo por reconocer que yo estaba asustada, que sabía que tenía que pasar algo raro, por lo de los hijos, a ver, pero creí que era una vez sólo, palabra de honor, y estaba resignada, te lo juro, sea lo que sea, pero tú te acostaste y “buenas noches”, como si te hubieras metido en la cama con un carabinero…
- Siempre hubo pobres y ricos, Mario, y obligación de los que, a Dios gracias, tenemos suficiente, es socorrer a los que no lo tienen, pero tú en seguida a enmendar la plana, que encuentras defectos hasta en el Evangelio.
La hoja roja
- Eloy, no es lo mismo decirle a una mujer “vida mía” que “mi vida”.
- La vida era una sala de espera y que todos andamos aguardando, intentando distraernos, y no atendemos cada vez que dicen: «¡El siguiente!», porque nos asusta pensar que un día el siguiente seremos nosotros.
Las ratas
- Tarde o temprano, la violencia termina por volverse contra uno.
Los Santos Inocentes
- ¿Y qué me dices de tu cuñado, Paco, ese retrasado, el de la granja? Tú me dijiste una vez que con el palomo podía dar juego, y Paco, el Bajo, ladeó la cabeza,
el Azarías es inocente, pero pruebe, mire, por probar nada se pierde,
volvió los ojos hacia la fila de casitas molineras, todas gemelas, con el emparrado sobre cada una de las puertas, y voceó,
¡Azarías!
y, al cabo de un rato, se personó el Azarías, el pantalón por las corvas, la sonrisa babeante, masticando la nada, …
Las guerras de nuestros antepasados
- Pacífico empezó creyendo en la no violencia y acabó convencido de que eliminar a un semejante con la navajilla de abrir piñones era un acto normal.
El artículo Miguel Delibes. 8 años de su fallecimiento. Unas frases en su recuerdo. ha sido originalmente publicado en Actualidad Literatura.
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