Miguel Hernández. 110 años de un poeta inmortal. Selección de poemas

Don Miguel Hernández nació en Orihuela hace 110 años un día como hoy. Uno de los más grandes e imprescindibles poetas de la literatura española nos dejó demasiado pronto y demasiado joven. Este año se han cumplido también 75 de su fallecimiento en 1942 a causa de la tuberculosis. Pero cada 30 de octubre volvemos a celebrar que es nuestro, que escribió en nuestra hermosísima lengua y que nos dejó un legado de los más bellos versos que se pueden encontrar.

Tristes guerras, Jornaleros, Canción última, Nana de la cebolla, Las manos… Son tantos y tan buenos. Valga este sencillo homenaje a su figura y arte recordando parte de su obra con una selección de mis versos y poemas preferidos. 

Miguel Hernández Gilabert

Nació en Orihuela el 30 de octubre de 1910 y fue también dramaturgo además de poeta. Era de una familia humilde y tuvo que abandonar muy pronto la escuela para ponerse a trabajar como pastor. Pero era un gran lector de poesía clásica (Garcilaso, Góngora, Quevedo o San Juan de la Cruz) y así encontró su inspiración y habilidad para la poesía.

Fue a partir de 1930 cuando comenzó a publicar sus poesías en revistas como El Pueblo de Orihuela El Día de Alicante. En esa década fue a Madrid y colaboró también en distintas publicaciones, lo que le permitió relacionarse con más poetas de la época. Cuando regresó Orihuela escribió Perito en Lunasdonde se ve la influencia de los autores que leyó en su infancia y los que conoció en ese viaje a Madrid.

Cuando regresa a Madrid para establecerse, trabajó como redactor en el diccionario taurino de Cossío y en las Misiones pedagógicas de Alejandro Casona. Es en estos años cuando escribió poemas como El silbo vulnerado Imagen de tu huella, y el más conocido El Rayo que no cesa.

Durante la Guerra Civil compuso Viento del pueblo y El hombre acecha, títulos de lo que se dio en llamar “poesía de guerra”. Tras la contienda, intentó salir de España, pero fue detenido en la frontera con Portugal. Su condena a muerte en un principio se le conmutó por la de treinta años. En la cárcel acabó Cancionero y romancero de ausencias. Pero enfermó de tuberculosis y murió el 28 de marzo de 1942 en la prisión de Alicante.

Selección de versos

Nana de la cebolla

Quizás de sus poemas más hermosos y estremecedores que el poeta escribió en la cárcel como respuesta a la carta de su mujer. Habían perdido a su primer hijo un año antes y ella le contaba que en aquellos días solo se alimentaba de pan y cebolla.

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchaba de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea. […]

Aceituneros

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento. […]

El niño de la noche

Riéndose, burlándose con claridad del día,
se hundió en la noche el niño que quise ser dos veces.
No quise más la luz. ¿Para qué? No saldría
más de aquellos silencios y aquellas lobregueces.

Quise ser… ¿Para qué?… Quise llegar gozoso
al centro de la esfera de todo lo que existe.
Quise llevar la risa como lo más hermoso.
He muerto sonriendo serenamente triste.

Niño dos veces niño: tres veces venidero.
Vuelve a rodar por ese mundo opaco del vientre.
Atrás, amor. Atrás, niño, porque no quiero
salir donde la luz su gran tristeza encuentre. […]

Canción del esposo soldado

He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo. […]

Boca

Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.

Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.
Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos fúlgidos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.

Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados. […]

Llamo al toro de España

Alza, toro de España: levántate, despierta.
Despiértate del todo, toro de negra espuma,
que respiras la luz y rezumas la sombra,
y concentras los mares bajo tu piel cerrada.

Despiértate.

Despiértate del todo, que te veo dormido,
un pedazo del pecho y otro de la cabeza:
que aún no te has despertado como despierta un toro
cuando se le acomete con traiciones lobunas.

Levántate.

Resopla tu poder, despliega tu esqueleto,
enarbola tu frente con las rotundas hachas,
con las dos herramientas de asustar a los astros,
de amenazar al cielo con astas de tragedia.

Esgrímete.

[…]

Fuente de la biografía: Instituto Cervantes

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