Thompson y Wambaugh, clásicos muy negros para un otoño muy caliente
Este otoño no está siendo nada bueno. La sequía aterrona la tierra de media España. El noroeste es pasto de las llamas que unos desalmados han prendido en la bellísima terra galega y asturiana. En el noreste también llevan calentando los ánimos generales bastante tiempo. Y ni una nube en el horizonte que refresque el ambiente. Sí, momento propicio para la fantasía más oscura del lector más negro. Y qué mejor que echar la vista a los clásicos más expeditivos.
Jim Thompson y Joseph Wambaugh son dos de los nombres más aclamados y reverenciados de la novela negra norteamericana en particular pero también en general. Influencia de otros grandes del género como el angelino James Ellroy o el vikingo Jo Nesbø en la vieja Europa, cualquier amante del género que se precie debe haberse leído una de sus obras. Hoy repaso un par de las suyas más representativas.
Jim Thompson
Existen treinta y dos maneras de contar una historia y las he usado todas, pero solo existe una trama: las cosas no son lo que parecen.
(Anadarko, Oklahoma, 1906 – Huntington Beach, California, 1977). Thompson murió sin el reconocimiento que luego ha obtenido con el tiempo. Algunos lo ponen en la Santísima Trinidad estadounidense del género junto a Chandler y Hammett forma. Fue autor de una prolífica obra con 29 novelas publicadas y más aún inéditas. Hay en ella un gran componente autobiográfico (era hijo de un sheriff corrupto que tuvo que huir a México y que acabó suicidándose).
Retrató los infiernos que vivió en Estados Unidos de la primera mitad del siglo XX con el aderezo de su alcoholismo. Apenas vivió de su literatura, pero sí de sus artículos periodísticos. Publicó su primera novela con 39 años y llegó a escribir 12 en año y medio. También estuvo en el punto de mira de la Caza de Brujas de la comisión del senador Joseph McCarthy a la que fue denunciado en 1951.
Entre sus obras maestras están títulos imprescindibles como los dos a continuación, pero también Noche salvaje o La huida, entre otros. Firmó también dos de los guiones más famosos rodados por Stanley Kubrick en otras dos obras maestras del cine, Atraco perfecto y Senderos de gloria.
1.280 almas
Nick Corey es el típico comisario de una pequeña ciudad norteamericana que parece de pocas luces y muy vago, pero que en realidad es ese listo que se hace pasar por tonto. Esa inteligencia es un verdadero peligro para los que están alrededor. Además, todos sus actos van en su propio beneficio sin que le importen las consecuencias para los demás. El acierto de Thompson es conseguir que un tipo tan canalla y desalmado como Corey nos termine cayendo bien y deseemos que gane en las nuevas elecciones para comisario ante un rival que es un hombre íntegro.
El asesino dentro de mí
Escrita en 1952, nos cuenta la tranquila vida en Central City, una localidad petrolera al oeste de Texas. Allí el sheriff adjunto, Lou Ford, a quien todos tenían por un hombre pacífico y afable, recae en «la enfermedad» que le hizo cometer un crimen en su juventud. Desde entonces Lou había querido aparentar normalidad entre otras cosas, por ejemplo, en su relación con Amy Stanton, una chica de buena familia, como él. Pero todo desembocará en un apocalipsis de sangre.
Se hizo una adaptación cinematográfica en 2010 dirigida por Michael Winterbottom y protagonizada por Casey Affleck, Kate Hudson y Jessica Alba.
Joseph Wambaugh
Las novelas de Wambaugh me salvaron la vida. James Ellroy
Wambaugh ha cumplido 80 eneros este año. Hijo de policía, se alistó en los Marines a los 17 años. Tras graduarse en el Chaffey College, ingresó en el DPLA en 1960, en el que estuvo catorce años y llegó a sargento detective. Es autor de varias novelas en las que se mezclan la ficción y la realidad. Entre ellas están también Campo de cebollas o El caballero azul.
Los nuevos centuriones
Es su primera novela y fue publicada en 1971. Nos cuenta los cinco años de aprendizaje de tres policías de Los Ángeles durante la década de los sesenta. En este tiempo investigan robos y persiguen a prostitutas, sofocan guerras entre bandas y apaciguan riñas familiares. Pero también descubren que distan de coincidir en lo que entiende cada uno como el bien y el mal.
Tiene un ritmo vertiginoso y es un fidedigno retrato de la rutina policial con sus largas horas de trabajo de oficina o patrulla en la calle. La adaptaron al cine en 1972 y la protagonizaron George C. Scott y Stacey Keach.
Hollywood Station
Esta vez los protagonistas son los agentes de la comisaría Hollywood. Estos se enfrentan a la rutina habitual bajo la atenta mirada del sargento de policía apodado el Oráculo. Pero esa rutina cambiará cuando una serie de acontecimientos sin relación aparente los lleva al caso más sorprendente sucedido en los últimos años. Su resolución les recordará que en Los Ángeles el horror y el extremismo no tienen límite.
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