Emily Dickinson. 189 años de su nacimiento. Selección de poemas

Fotografía. Amherst College

Emily Dickinson es una de las poetisas más importantes de la historia de la literatura norteamericana y universal, al nivel de sus compatriotas Edgar Allan Poe o Walt Whitman. Hoy nacía en la ciudad de Amherst, Massachusetts, en 1830.

Su obra estuvo marcada por su educación, que aunque entre grandes figuras intelectuales, fue en un ambiente muy puritano. De vida recluida, también lo fue su producción, que se editó ya después de su muerte. Pero es mejor leerla que hablar sobre ella. Así que ahí va esta selección de algunos de los muchos poemas cortos que escribió.

Emily Dickinson

Fue hija y nieta de relevantes figuras de la época, pero esa educación en un estricto y cerrado ambiente la convirtió en una persona solitaria y nostálgica. A raíz de eso tampoco tuvo muchas amistades. Entre ellas estuvo la del reverendo Charles Wadsworth,  quien influyó bastante en su pensamiento y poesía. También admiró a los poetas Robert y Elizabeth Barrett  Browning, a John Keats, así como los escritos de Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau, y la de los novelistas Nathaniel Hawthorne y Harriet Beecher Stowe.

Su obra va desde el convencionalismo de sus principios en cuanto a forma y contenido hasta la sublimación y derivación del amor -o desamor- terrenal hacia Dios. También es producto de su soledad vital buscada por voluntad propia. Y a veces fluctúa entre la luz y transparencia y la complejidad más intelectual. Pero nada quita un ápice a su sensibilidad. Estos son algunos poemas que son siempre cortos.

Selección de poemas

El cielo está bajo

El cielo está bajo, las nubes son feas;
un viajero copo de nieve
a través de un granero o de un surco
debate si irá.

Un flaco viento se queja todo el día
de cómo alguien lo trató.

La Naturaleza, como nosotros, es a veces atrapada
sin su diadema.

***

Saber llevar nuestra porción de noche

Saber llevar nuestra porción de noche
o de mañana pura;
llenar nuestro vacío con desprecio,
llenarlo de ventura.

Aquí una estrella, y otra estrella lejos:
alguna se extravía.
Aquí una niebla, más allá otra niebla,
pero después el día.

***

Fue muy tarde para el Hombre

Fue muy tarde para el Hombre
pero temprano todavía para Dios
La Creación, impotente para ayudar
pero la plegaria quedaba de nuestro lado
Qué excelente el Cielo
cuando la Tierra no se puede tener
Que hospitalario, entonces, el rostro
de nuestro viejo vecino, Dios.

***

Certidumbre

Yo jamás he visto un yermo
y el mar nunca llegué a ver
pero he visto los ojos de los brezos
y sé lo que las olas deben ser.
Con Dios jamás he hablado
ni lo visité en el Cielo,
pero segura estoy de a dónde viajo
cual si me hubieran dado el derrotero.

***

Que yo siempre amé

Que yo siempre amé
yo te traigo la prueba
que hasta que amé
yo nunca viví -bastante-

que yo amaré siempre
te lo discutiré
que amor es vida
y vida inmortalidad

esto -si lo dudas- querido,
entonces yo no tengo
nada que mostrar
salvo el calvario

***

Ensueño

Para fugarnos de la tierra
un libro es el mejor bajel;
y se viaja mejor en el poema
que en el más brioso y rápido corcel
Aun el más pobre puede hacerlo,
nada por ello ha de pagar:
el alma en el transporte de su sueño
se nutre sólo de silencio y paz.

***

En mi flor me he escondido

En mi flor me he escondido
para que, si en el pecho me llevases,
sin sospecharlo tú también allí estuviera…
Y sabrán lo demás sólo los ángeles.
En mi flor me he escondido
para que, al deslizarme de tu vaso,
tú, sin saberlo, sientas
casi la soledad que te he dejado.

***

Los sueños son el sutil don

Los sueños son el sutil don
que nos vuelve ricos por una hora
luego nos arrojan pobres.

Afuera de la púrpura puerta
En el precinto frío
Anterior antes poseído.



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