Saturnino Calleja, sus cuentos y más
Saturnino Calleja es una de esas figuras tan conocidas como difuminadas por el paso del tiempo. Escritor, editor y pedagogo, su amplísima colección de literatura infantil dio pie a la conocidísima expresión «tener más cuento que Calleja», que ya también se puede estar perdiendo por el desconocimiento. Este es un repaso a su vida y obra.
Saturnino Calleja
Saturnino Calleja Fernández nació en Burgos en 1853 y es un referente imprescindible en la literatura infantil y juvenil, la enseñanza y el fomento de la lectura en su tiempo.
En 1876 Fernando Calleja Santos, su padre, abre el negocio de librería y encuadernación que muy pronto se convertirá en la Editorial Calleja, que revolucionó el panorama editorial. En sus más de 80 años de historia, publicó miles de títulos de autores españoles y extranjeros para niños y adultos.
Saturnino Calleja también creó y dirigió la revista La Ilustración de España y la Asociación Nacional del Magisterio Español y organizó la Asamblea Nacional de Maestros.
Cuentos
No fue hasta 1884 cuando empezó a publicar los cuentos que le harían tan famoso. Antes se había centrado en los libros escolares como métodos de lectura, geometrías, geografías o historias de España, catecismos, enciclopedias, manuales de urbanidad, abecedarios iconográficos, hechos con la idea de enseñar casi jugando o, al menos, divirtiéndose.
Los cuentos fueron una prolongación de esa idea. Publicó muchísimos en distintas colecciones como Nuevas colecciones de cuentos (de hadas, fantásticos…), Biblioteca de recreo, Biblioteca escolar recreativa, Biblioteca ilustrada para niños, Biblioteca Perla. En ellas aparecieron relatos de todos los género, incluyendo a escritores como Salgari, Poe, Collodi o narraciones bíblicas.
Una curiosidad era las dimensiones de cada cuento, que fueron también una novedad, pues eran diminutos y se podían coleccionar como cromos, además de conservar o llevar a cualquier parte. Cada uno medía unos 5 centímetros de ancho por unos 7 de alto.
El añadido fue que también valoró como pocos a los ilustradores y no dudó en contar con los más reconocidos artistas de la época, cuyo trabajo se cuidaba mucho. Después de su muerte, la editorial tenía nombres como Penagos o Tono.
Además, adaptó cuentos de autores como Hans Christian Andersen o los hermanos Grimm y les puso el toque castizo y esas moralejas finales tan típicas por las también se le criticó y a las que respondió. También son aportación suya frases clásicas como «y fueron felices y comieron perdices, y a mí no me dieron porque no quisieron».
Algunos de los innumerables títulos son: La madrastra, El viaje de Pulgarcito, Venturita, El mercader de Venecia, Paco I el napias, Los gusanitos de seda, La onza de oro, La hija del molinero, De pilluelo a senador, Gigante, león y zorro o La isla de Jauja.
Logros
Calleja fue el primero en lanzar ediciones de gran tirada, consiguiendo un menor coste y con precios para todos los bolsillos.
En 1899 publicó más de 3 millones de volúmenes de casi 900 títulos de diversa temática, no solo cuentos, que fueron menos de la mitad. También publicó obras religiosas, diccionarios y libros para adultos, como una colección de libros de medicina bastante famosa en la época. Y en un tiempo en el que el 60% de la población era analfabeta, su pasión por la literatura y la pedagogía lo llevó a querer divulgar la cultura empezando por la escuela. Así editó libros de texto y pedagógicos para los profesores que incluso regalaba a las escuelas de los pueblos con menos recursos económicos.
También hizo la primera edición de Platero y yo (Juan Ramón Jiménez trabajó en la editorial) y publicó varias de El Quijote, entre ellas, algunas curiosas como una con papel rosa u otra microscópica.
Y, para terminar, fue precursor en la promoción y difusión de sus libros. Tuvo hasta dieciocho delegaciones entre América y Filipinas, y fue de los primeros también en incluir opiniones en los catálogos sobre sus libros, algo que hoy es tan habitual.
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