Hablamos con Ana Rivera Muñiz y Fátima Martín Rodríguez, Premio Torrente Ballester 2017

Fotografía superior cortesía de Ana Rivera.

La asturiana Ana Lena Rivera Muñiz y la tinerfeña Fátima Martín Rodríguez fueron las ganadoras del XXIX Premio Torrente Ballester 2017, concedido por primera vez ex aequo el pasado diciembre. Sus novelas respectivas Lo que callan los muertos y El ángulo de la bruma merecieron el galardón por «su calidad literaria», según el jurado del certamen.

Tenemos la suerte de contar con Ana Lena Rivera Muñiz en este humilde equipo de redactores de Actualidad Literatura. Hoy hablamos con ambas autoras sobre el premio, sus obras, trayectorias y proyectos futuros.

En la pasada XXIX edición del Premio Torrente Ballester de narrativa en lengua castellana participaron un total de 411 obras inéditas, de autores de más de 18 países. Este premio nació en el año 1989 y está dotado con 25.000 euros y la edición del ejemplar ganador.

Fátima Martín Rodríguez (Santa Cruz de Tenerife, 1968)

Canaria, Licenciada en Ciencias de la Información, en la Universidad Complutense de Madrid, y con estudios iniciados de Bellas Artes, en la Universidad de La Laguna. La autora de El ángulo de la bruma, novela premiada con el Premio Torrente Ballester 2017, se ha formado en la Escuela Canaria de Creación Literaria. Ha recibido el Premio Orola de Vivencias en 2012 y el 3º premio del Concurso de Microcuentos de Ámbito Cultural en 2011.  Ha desarrollado proyectos de fotografía y artes plásticas como Luz de Palabras (fotografía y poesía haiku con el Colectivo Coordenada F/7 y el poeta Coriolano González Montañés), y Arquetipos, obra seleccionada en Descubrimientos PHOTOESPAÑA 2012, entre otros.

Ana Lena Rivera Muñiz (Asturias, 1972)

Asturiana y residente en Madrid, es licenciada en Derecho y Administración de Empresas por ICADE y la autora de la serie de novela policíaca protagonizada por Gracia San Sebastián. Su primer caso, Lo que Callan los Muertos, no ha podido tener más éxito con la concesión del Premio Torrente Ballester 2017 y el galardón de finalista del premio Fernando Lara en mayo del mismo año.

Nuestra entrevista

Les proponemos unas preguntas para que nos cuenten más sobre su trayectoria profesional y literaria, sus proyectos futuros y otros aspectos más particulares. Y les agradecemos desde ya sus más que seguras interesantes respuestas.

¿Aún saboreando el premio y el éxito? Contadnos qué tal fue la experiencia.

Ana: La emoción de ver tu trabajo reconocido en un premio con el prestigio del Torrente Ballester es un baño de ánimo incomparable. Esta es una profesión muy solitaria y verte reconocida por tanta gente y de semejante nivel literario en como un chute de serotonina. Las especiales circunstancias de este premio concedido a dos escritores a la vez han sido un lujo añadido: me han permitido conocer a Fátima, mi compañera, una escritora excepcional, con la que compartir ideas, proyectos e ilusiones que nadie fuera de este mundo y de este oficio puede entender y sentir.

Fátima: Ha sido un acontecimiento inesperado que superó todas mis expectativas. Me he presentado a este gran certamen soñando con ser uno de los dieciocho seleccionados finales, pero nunca pude imaginar este resultado con mi primera novela; todavía hay que asimilarlo. El acto de entrega del premio en La Coruña fue muy emocionante y la Diputación nos ha apoyado mucho. El hecho de que se entregara por primera vez a dos autoras ex aequo ha sido muy positivo y no para de dar buenos ratos. Mi compañera de premio, Ana Lena, es una escritora sorprendente y admirable. Conocernos ha permitido unir objetivos e intercambiar experiencias. Desde el primer momento la afinidad ha sido absoluta, y, sin duda, una fuente de oportunidades que compartimos a cada paso.

¿Qué pensáis que os reporta este premio además de ese éxito y reconocimiento?

Ana: La oportunidad de llegar a los lectores, que es el objetivo final de esta aventura. Me fascina pensar que cada lector que lea mi historia la hará suya, construirá su propia aventura y será única. Habrá tantos Lo que Callan los Muertos como lectores lo lean y cada uno de ellos pasará un rato a solas con su imaginación, consigo mismo, fuera de la vorágine del día a día que nos arrastra a todos.

Fátima: Suscribo cada una de las palabras de Ana. Esto ha sido algo insólito: recibir este maravilloso premio y el nacimiento de tu primera novela, que empezará a vivir en los lectores. Además, ha sido especialmente gratificante para mí lograrlo con una obra que se desarrolla en las Islas Canarias. Creo que permitirá ofrecer aspectos fascinantes y desconocidos de mi tierra. También noto la responsabilidad que dota un premio de tanta altura en los proyectos futuros que me planteo.

¿Qué podéis decir en dos frases sobre Lo que Callan los Muertos y El ángulo de la bruma?

Ana: Es una novela de intriga clásica, con un toque costumbrista, con mucho ritmo, con tensión, humor y un lado humano controvertido que te acompaña en tus reflexiones tiempo después de leerla.

Fátima: El ángulo de la bruma se inspira en la expedición francesa de 1724 que midió el Teide por primera vez. Se desliza entre las aventuras de la exploración y la trama amorosa que surge entre sus tres protagonistas, dos científicos franceses y una joven canaria, Emilia de los Celajes.

¿En qué nuevos proyectos estáis metidas?

Ana: Escribiendo la tercera novela y preparando la segunda, Un Asesino se Esconde en tu Sombra, para mostrarla a los lectores.

Fátima: En plena escritura de mi segunda novela, Los habitantes Ultramarinos, y a punto de presentar un libro de relatos con un grupo de escritores, Relatos breves para parejas aburridas o relatos aburridos para parejas breves.

¿Alguna pretensión con vuestras novelas o simplemente os gusta contar historias?

Ana: Mi pretensión es hacer pasar un rato agradable y que luego se lleven algo con ellos para siempre. Quiero dar a mis lectores una historia que les envuelva tanto que les produzca una limpieza mental, que se olviden de los problemas del día a día mientras leen, que vivan la historia como si fuera propia y que se la lleven con ellos cuando terminen la última página y el libro descanse en la estantería. El propósito es que el lector se identifique con los buenos y con los malos, que la línea sea tan difusa que las simpatías y las antipatías se mezclen, porque la mayoría de las personas no somos ni perfectos ni horribles. Son novelas para cuestionarse los motivos, las heridas emocionales y las peripecias de la vida que pueden convertir a una persona corriente en un criminal.

Fátima: No me había planteado escribir tramas históricas, pero me he encontrado muy cómoda en ellas, a pesar del gran tiempo que devora la documentación que se necesita consultar. Ha sido fascinante construir la novela, un constante hallazgo, tejer para desbaratar, andar para retroceder, y además, ese viaje ha ocurrido en todos los sentidos: en el tiempo, en la geografía, en las sensaciones. Gracias a este proceso he conocido a personas muy interesantes, he acudido a muchos lugares para observarlos, he valorado datos que desconocía, costumbres, usos en desuso, en definitiva, ha sido apasionante. Y cuando sea publicada, espero que los lectores compartan esta aventura y la vivan tanto como lo he hecho yo. Continuar el viaje, continuar escribiendo, y que todo eso sea leído será sublime.

¿Cuál fue el primer libro del que os acordáis o leísteis? ¿Y uno que os marcara decisivamente para dedicaros a escribir?

Ana: Yo pasé de los Mortadelos a Agatha Christie. El primer libro que leí de ella fue Un Gato en el Palomar, lo recuerdo perfectamente.

Empecé a escribir por ella, por Agatha Cristhie. En mi casa estaba la colección entera. Aún los tengo todos, en un estado lamentable de la cantidad de veces que los leí y los releí. Creo que no podría elegir solo uno. Después pasé a George Simenon con el comisario Maigret, a Stanley Gardner con Perry Mason y de ahí toda una evolución de la mano de autores de intriga psicológica hasta llegar a hoy. Me encantan los autores españoles conocidos y no tanto que han apostado por este género, huyo bastante de los nórdicos, que me resultan descarnados y muy centrados en asesinos con trastornos de personalidad, aunque eso no ha impedido que me enganchara Stieg Larsson con su personaje de Lisbeth Salander o que devorara la colección entera de Henning Mankell y me hiciera fan de su detective Walander. ¿Uno que me marcara fuera del género? Nada se opone a la noche de Delphine de Vigan. Solo con verlo en mi estantería revivo las sensaciones que me produjo. Es una apertura en canal de su vida con una madre bipolar, sus traumas, sus heridas, sus sentimientos.

Fátima: Recuerdo los libros en la casa de mis abuelos, eran maestros de escuela y tenían las estanterías llenas de ellos. Eran muchos: existían fábulas, cuentos, chistes. Quizás, la culpable de que me aficionara a las narraciones de aventuras y leyendas fuera Ivanhoe. Después vinieron los mitos artúricos, las islas misteriosas, los viajes al fin del mundo, al espacio o al futuro. Crecí con Julio Verne, Emilio Salgari, incluso, alguna batalla de Galdós llenó algún verano. Pero hay autores que, al leerlos, han supuesto un antes y un después porque han tambaleado mis creencias. Esto hace que nada sea igual cuando pretendes escribir. Algo así me lo produjo Gabriel García Márquez cuando leí Crónica de una muerte anunciada. Allí se encontraba todo, ese era el faro. La releo y siempre aprendo algo nuevo en todos sus elementos: la trama, el narrador-cronista, la aldea-universo de personajes, el lenguaje. Todo ello aderezado con la intriga más eficaz, pues logra un interés constante aunque se conozca el final de la novela. Prodigiosa.

¿Cuáles son vuestros autores de cabecera? ¿Y los más influyentes en vuestra obra?

Ana: Muchos, pero sobre todo espero con impaciencia cada libro de Jose María Guelbenzu en su serie policíaca protagonizada por Mariana de Marco, cada nueva aventura de Brunetti en Venecia de la mano Donna León, o de Jean-Luc Bannalec con su comisario Dupin en la Bretaña francesa, y de Petra Delicado, en Barcelona, de Alicia Giménez–Barlett que me enganchó ya hace muchos años.

Fátima: No existe un único escritor o escritora que te ilumine. Es cierto que Gabriel García Márquez en un prodigio. Pero no acababa ahí el mundo, más bien comenzó. Hay muchos escritores que me han impresionado, por ejemplo, Cortázar, Kafka o Lorca.

¿Tenéis alguna manía o hábito al escribir?

Ana: Decía Virginia Woolf que una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas. Yo necesito tiempo y silencio. Varias horas en silencio y todo empieza a salir. Nunca sé qué voy a escribir, ni qué va a pasar en la novela. Es un proceso muy divertido porque escribo con la emoción del lector que no sabe qué va a ocurrir en la siguiente escena.

Recuerdo un día que iba escribiendo por la mitad de Lo que Callan los Muertos y decidí releer lo que llevaba para continuar de forma coherente. Me metí tanto en la lectura que empecé a sentir la tensión del lector y me pregunté «¿No será X el asesino?». Hasta que me di cuenta de que yo era la escritora y que el asesino sería quien yo decidiese. A veces pienso que yo no decido nada, que la novela está escrita en algún rincón de mi mente y yo solo la transcribo en el ordenador.

Fátima: Ja, ja, ja, ja. ¿A que Ana es sorprendente? Es genial. Es verdad que cuando entras en “trance” saltas de la realidad a otro mundo paralelo. A veces parece que la mano escribe sola y que estás canalizando una trama que viaja por el aire. Tengo facilidad para concentrarme y puedo escribir en cualquier parte y con cualquier ruido. De hecho, la gente que se cruza conmigo de forma cotidiana me ve siempre con el ordenador a cuestas. Tengo libretas por todos los rincones para atrapar las “revelaciones”. Lo que necesito tener claro es el final de la novela. El resto no lo sé, no sé las causas, ni quién, ni cómo, pero todo lo que ocurre está destinado a ese final, un imán que devora toda la novela.

¿Y cuándo acabáis, pedís una opinión, consejo o corrección a vuestro entorno?

Ana: Cuanto termino, tengo un Betareaders Club, que leen la novela y me cuentan sus sensaciones como lectores y las meteduras de pata que encuentran en ella. Algunas son personas cercanas, otras ni siquiera las conozco, y para mí son un tesoro. Creo que sin ellos mis novelas quedarían inacabadas.

Tengo la inmensa suerte de contar con dos escritores brillantes de dos generaciones distintas, Jose María Guelbenzu y Lara Moreno, como mentores y cada uno por su lado me señalan mis inconsistencias y me hacen ver errores en mis propias novelas que, sin ellos, nunca llegaría a corregir y pulir para dejarlas como el lector merece recibirlas.

Fátima: Durante el proceso de escritura de El ángulo de la bruma he contado con el asesoramiento de uno de mis profesores literarios, el gran escritor Jorge Eduardo Benavides, que ha sido una gran orientación para “diagnosticar” la novela. Formé un equipo de cuatro lectores feroces de mi entorno (madre, marido, hermana y amiga), todos diferentes en su visión y en sus gustos literarios que me sirvieron de brújula.

¿Cómo podéis definir vuestros estilos?

Ana: Fresco, fluido, rápido, contemporáneo, moderno. En mis novelas el lector se detiene el tiempo justo en florituras, las cosas suceden con rapidez como en un guion televisivo.

Fátima: Es difícil definir esta cuestión. Puedo utilizar un término de las artes plásticas: el expresionismo. Me gusta explorar los matices de las palabras, su fuerza, me gustan jugar con las sinestesias, las metáforas, aunque creo que en la actualidad se valora la sencillez, el lenguaje desnudo.

¿Qué libro estáis leyendo ahora?

Ana: Me pillas en un momento que no suele darse: Estoy con dos libros y ninguno es novela negra. Uno es La muerte del padre de Karl Ove Knausgard. Es un libro para leer despacio, reflexivo, el autor abre una gran puerta a sus emociones y nos deja mirar dentro. El otro es un regalo de la editorial Galaxia, Un tipo listo, de Xosé Monteagudo. Compensan que acabo de terminar Restos Mortales de Donna León y El Oficio del Mal de Robert Galbraith (J. K. Rowling).

Fátima: Tengo una mesilla de noche invadida: La leyenda de la isla sin voz, de Vanessa Monfort, el que tengo más avanzado y con el que me estoy involucrando, y en la cola, Del color de la leche, de Nell Leyson, y 4, 3, 2, 1, de Paul Auster.

¿Os atrevéis a dar algún consejo a esos escritores que empiezan?

Ana: Que escriban lo que a ellos les gustaría leer, porque así creerán en su obra y sabrán que antes de terminar ya tienen su primer fan incondicional. Seguro que hay más gente que les gusta lo mismo que a ellos y esos serán sus lectores. Si no, corren el riesgo de que su obra no les guste ni a ellos ni a nadie y ninguna historia merece eso.

Fátima: La pregunta más difícil. Para los que empiezan, que no paren. Es una carrera de fondo, de tirar hilos, de descubrirse, de romperse y armarse de nuevo, pero no se puede parar. Hay que romper el mito del miedo a la hoja en blanco. Hay que sentarse y garabatear palabras. De pronto, aparecerá todo. Y cuando una historia nace, releerla, corregirla, defenderla, impulsarla y llegar lo más lejos posible, porque el “no” ya lo tenemos sin hacer nada.

Pues os damos las gracias por vuestras respuestas y amabilidad. Y os deseamos muchos más éxitos en vuestras carreras literarias.

El artículo Hablamos con Ana Rivera Muñiz y Fátima Martín Rodríguez, Premio Torrente Ballester 2017 ha sido originalmente publicado en Actualidad Literatura.



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