Lord Byron. Aniversario de su nacimiento. 4 de sus poemas.
Fue un día como hoy de 1788 cuando vio su primera luz George Gordon Byron, 6.º barón de Byron, en Londres. Después consiguió que esa luz fuera de las más brillantes que lucieron en su época hasta convertirse en uno de los más famosos poetas ingleses de todos los tiempos. Admirado en su día por nuestros patrios Bécquer y Espronceda, Byron representa como pocos al héroe y al poeta maldito romántico por excelencia. Hoy leo 4 de sus poemas para recordarlo.
Lo que fue
Alejado de lo convencional, excéntrico, polémico, vanidoso y controvertido, los adjetivos se multiplican al hablar de él. Padeció lo que ahora se llama trastorno bipolar o síndrome maníaco-depresivo, algo que muchos consideraron razón de sus capacidades extraordinarias para la poesía.
Su admiración era para los más pobres, marginados y miserables de la sociedad y consideraba hipócritas al resto, sobre todo a la nobleza, a la que pertenecía. También siempre defendió a los más débiles y a los oprimidos, y es conocido su apoyo a España frente a la invasión napoleónica, y también a la independencia de las naciones hispanoamericanas. Y sus retratos de corsarios, piratas o filibusteros son el paradigma del mensaje romántico.
También es más que conocida su gran afición por la compañía de los animales, sobre todo de su perro. Todo el mundo sabe la famosa frase que le atribuyen:
Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro.
Hoy quiero recordar en su memoria estos 4 poemas de los muchos tan intensos y hermosos que escribió. Pero Byron debería leerse cada día.
Cuatro poemas
Acuérdate de mí.
Llora en silencio mi alma solitaria,
excepto cuando esté mi corazón
unido al tuyo en celestial alianza
de mutuo suspirar y mutuo amor.
Es la llama de mi alma cual aurora,
brillando en el recinto sepulcral:
casi extinta, invisible, pero eterna…
ni la muerte la puede mancillar.
¡Acuérdate de mí!… Cerca a mi tumba
no pases, no, sin regalarme tu plegaria;
para mi alma no habrá mayor tortura
que el saber que has olvidado mi dolor.
Oye mi última voz. No es un delito
rogar por los que fueron. Yo jamás
te pedí nada: al expirar te exijo
que sobre mi tumba derrames tus lágrimas.
El primer beso de amor
Ausente con tus ficciones de endebles romances,
Aquellos harapos de falsedad tejidos por la locura;
Dadme el espíritu fugaz con su débil resplandor,
O el arrebato que habita en el primer beso de amor.
Si, poetas, vuestros pechos con fantasías brillarán,
Aquella pasión en la arboleda danzará con ardor;
Y de la bendita inspiración vuestros sonetos fluirán,
¿Pero podrán alguna vez saborear el primer beso de amor?
Si Apolo debe rehusar su asistencia,
O las Nueve dispuestas están a tu servicio;
No las invoquéis, decidle adiós a las Musas,
Y prueba el efecto del primer beso de amor.
Los odio, y odio vuestras frías composiciones,
Aunque el prudente me condene,
Y el intolerante lo repruebe;
Yo abrazo las delicias que brotan del corazón,
Cuyos latidos y alegría son el primer beso de amor.
Vuestros pastores y sus rebaños, aquellos temas fantásticos,
Tal vez puedan divertir pero nunca conmoverán.
Arcadia se despliega como un sueño de bello color,
¿Pero cómo podría compararse con el primer beso de amor?
¡Oh, cesad de afirmar que el hombre, desde que surgió
Del linaje de Adán, ha luchado contra la miseria!
Algunas parcelas del Cielo vibran en la Tierra,
Y el Edén resurge con el primer beso de amor.
Cuando los años hielen la sangre, cuando nuestros placeres pasen,
(Flotando durante años en las alas de una paloma)
El recuerdo más amado será siempre el último,
Nuestro monumento más dulce, el primer beso de amor.
Camina bella
Camina bella, como la noche
De climas despejados y cielos estrellados;
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
Se reune en su aspecto y en sus ojos:
Enriquecida así por esa tierna luz
Que el cielo niega al vulgar día.
Una sombra de más, un rayo de menos,
Habría mermado la gracia sin nombre
Que se agita en cada trenza de negro brillo,
O ilumina suavemente su rostro;
Donde pensamientos serenamente dulces expresan
Cuán pura, cuán adorable es su morada.
Y en esa mejilla, y sobre esa frente,
Son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez elocuentes,
Las sonrisas que vencen, los tintes que brillan,
Y hablan de días vividos en bondad,
Una mente en paz con todo,
¡Un corazón cuyo amor es inocente!
Te vi llorar
¡Yo te vi llorar! Tu lágrima, mía,
en tu pupila azul brillaba inquieta,
como la blanca gota de rocío
sobre el tallo delicado de la violeta.
¡Te vi reír! Y un fértil mayo,
las rosas deshojadas por la brisa
no pudieron dibujar en su desmayo
la inefable expresión de tu sonrisa.
Así como las nubes en el cielo
del sol reciben una luz tan bella,
que la noche no borra con su beso,
ni eclipsa con su luz la clara estrella.
Tu sonrisa transmite la fortuna
al alma triste, y tu mirada incierta,
deja una dulce claridad tan pura
que llega al corazón después de muerta.
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