Antología de la sal, carta abierta al olvido
Antología de la sal es la última obra poética del escritor venezolano Juan Ortiz. Se trata de un título compilatorio en el cual se incluyen todos sus poemarios —nueve, hasta la fecha— más un libro inédito: Mi poesía, el equívoco. En este último en particular el autor toca de cerca reflexiones de vida en torno a los acontecimientos propios de la pandemia luego de su dura experiencia con el Covid-19.
Durante su carrera, Ortiz también ha destacado en otros géneros literarios, como la novela, el cuento y los ensayos. Hoy por hoy, trabaja como corrector de estilo y editor, además de ser creador de contenidos para portales como Lifeder, Actualidad literatura, Writting Tips Oasis y Frases Más poemas.
Antología de la sal, carta abierta al olvido (2021)
Antología de la sal, carta abierta al olvido (2021) es el más reciente título de Ortiz. Se trata de su primera publicación impresa de carácter internacional tras su migración a Buenos Aires, Argentina, en 2019. La obra salió a la luz en el formato de autopublicación con el respaldo del sello de Letra Grupo Editorial. Con este libro, Ortiz busca dar un espacio de convergencia a su extensa creación poética, que no es poca, pues hablamos de unos 800 poemas.
Nota del editor
Según palabras de su editor, Carlos Caguana: “Antología de la sal es mucho más que 10 obras en una, son 10 capítulos de la vida misma del poeta llevados a las letras con un hermoso lenguaje marino que extraña y que anhela, que añora sus tierras salinas, y que canta al amor, al olvido, a la existencia, a las injusticias, a todo tema posible que concierna a su transitar por estas tierras, y Ortiz lo hace desde una perspectiva franca, humana y contundente”.
Preámbulo del libro
La obra recibe con un extenso y completo prólogo escrito por la poetisa venezolana Magaly Salazar Sanabria —miembro Correspondiente de la Academia Venezolana de la Lengua por el Estado Nueva Esparta—. En sus líneas, la reconocida escritora desglosa y analiza de manera honda uno a uno los libros contenidos en el título, emitiendo críticas certeras desde la una visión poética amplia.
De entre las notas de Salazar Sanabria, destaca: “… esta escritura guarda entre sus cimientos una postura ética. Las palabras conservan una dignidad que las sostiene porque hay una responsabilidad con la verdad, la libertad y con la honradez del oficio de poeta, de escritor”. La poetisa comenta, además: “En los versos de Juan Ortiz percibimos lo humano de sus sentimientos, que son dolorosos, y lo observamos claramente en el lenguaje, donde se siente la fuerza de lo triste, el desamparo, la pena”.
Estructura de la obra
Tal y como se dijo en un principio, el libro es una compilación de diez obras que a su vez sirven de capítulos. Estas son: Cayena de sal (2017), Roca de la sal (2018), La cama (2018), La casa (2018), Del hombre y otras heridas del mundo (2018), Evocativos (2019), Aslyl (2019), Cuerpos en la Orilla (2020), Matria por dentro (2020) y Mi poesía, el equívoco (2021).
Si bien cada apartado tiene su esencia propia, es notable la presencia de los elementos marinos en cada uno de ellos. La sal, el mar, las caracolas, los pescadores, las mareras, las rancherías… cada elemento de la orilla tiene un protagonismo que no puede obviarse. Un claro ejemplo de ello lo denota el poema escrito en la parte posterior del libro:
«Cuando ya no escriba de la sal»
Cuando ya no escriba de la sal
y las tierras marinas vuelen de mis manos,
detengan mi pluma.
Si no se curte la tinta,
no sabrá a orilla,
su voz no durará nada,
habré perdido el trazo de los alcatraces,
el necesario arte de la marera,
la prodigiosa danza del cardumen de sardinas.
Capítulos
Cayena de sal (2017)
Esta obra representa la entrada formal del escritor al mundo poético. Si bien escribía poemas desde 2005, aproximadamente, todos esos textos permanecieron inéditos hasta ese entonces. El título está escrito netamente en prosa poética y los poemas carecen de un nombre, simplemente se encuentran numerados con caracteres romanos —algo que se hará común en muchos de sus otros libros—.
Si bien no hay una métrica definida, se aprecia un ritmo y una intención en cada poema. No se escribe por el mero hecho de escribir, sino que hay una intencionalidad muy sentida en cada verso y estrofa. Se pueden apreciar juegos metafóricos profundos con múltiples incógnitas que llevarán al lector a replantearse una y otra vez cada poema.
El mar y la sal, como en cada libro del autor, tienen un protagonismo enorme en este capítulo. Ellos van de la mano del amor, pero no del amor convencional con final rosa, sino lleno de pasión y olvido.
Poema número “XXVI”
Guárdame allí,
en el cementerio de conchas nacaradas,
donde las preguntas de mil cuerpos duermen
y las respuestas no visitan.
Nos tocó la mudez del coral,
un sol de perla en la cornisa
y el abrigo de unas redes que aguardan la faena en la enramada.
Yo también busco la fisura en la ventisca,
la brecha que lo una todo,
el vínculo que empalme los espacios,
los senderos rotos en la ensenada,
hasta cansarme y que aparezcas cuando ya no te espere.
Roca de la sal (2018)
En este segundo capítulo, la sal persiste, el amor complicado, las metáforas, las imágenes, el mar. La mujer viene a ser un refugio en las soledades, pero aun estando juntos, no se deja de estar solo. Hay una añoranza repleta de prohibiciones entre los versos, una correspondencia truncada que busca el espacio utópico de las estrofas para suceder.
Sin embargo, pese a la notable pasión que puede palparse, el olvido no deja de presentarse como una sentencia, como la realidad que le aguarda a todo aquello que lleva un nombre. La prosa sigue presente como lenguaje poético, pero no se deja el ritmo y la intencionalidad en cada punto, cada palabra.
Poema “X”
El detalle es que no insistiré.
Escribiré,
como de costumbre,
de la noche y sus pájaros de silencios,
de cómo migraron a mi puerta
y abarrotaron mis ventanas.
Escribiré,
sí,
y las caracolas evocarán tifones en sus lenguas nacaradas,
los caminos marinos quitarán tus pasos de sus piedras
y el ámbar de tu nombre será borrado de las olas,
guardado en los arrecifes.
Escribiré y parecerá que te recuerdo,
pero, en realidad,
así es como mejor olvido.
La casa en la que estuve, el pueblo en que vivía (2018)
En este caso, la casa materna y el pueblo —Punta de Piedras— son los protagonistas. La prosa sigue siendo en lenguaje común, y esta va aderezada con imágenes costumbristas de aquella orilla que vio crecer al poeta y de aquellas paredes que resguardaron su infancia y adolescencia. El autor hace especial hincapié en los personajes propios de su lar, así como en las creencias populares que enriquecieron su andar por aquellos parajes de la sal.
Destaca la brevedad de los versos y estrofas y cómo se entrelazan a manera de relato, desde el principio hasta el fin. La casa, en sí, es un ente vivo que contempla a quienes la habitan, que siente, que sabe, y que decide, incluso, quién le vive y quién no.
Poema “X”
Afuera la lluvia moja todo,
empuja la noche a mi cuarto.
Algo me dice,
creo,
o quizá quiero que me diga algo.
De saber lo que transita su voz,
de seguro me hago agua
y completo de este lado
lo que hace falta lavar por dentro.
La cama (2018)
De los libros de Juan Ortiz, este es, quizá, el más erótico de todos. La sensualidad está presente en cada verso de manera intensa, no en vano el título de la obra. Así como en el apartado anterior, se mantiene la brevedad de los poemas, y en sus ínfimos espacios se desarrolla toda una realidad, un mundo, un encuentro.
Hay quien puede percibir este breve poemario como una novela cortísima, donde cada poema narra los capítulos de un amor fugaz pero intenso —que pudo ser una vida en sí mismo—. No faltan, por supuesto, los juegos de palabras, las imágenes sugestivas.
Poema “XXIV”
La cama está hecha
para hacerse horizonte.
Uno va allá,
amenace y anochece lo tarde que es la vida
hasta acabar el mundo.
Del hombre y otras heridas del mundo (2018)
Este capítulo destaca por lo riguroso del lenguaje del poeta. Es, en sí, una catarsis, una queja contra la especie y su paso destructivo por el planeta. Sin embargo, hay breves intentos de mediación en los que se pide la intervención de la presencia divina a ver si el entuerto de la existencia se acomoda un poco.
La prosa está presente en la expresión discursiva de cada poema. Las imágenes presentadas son duras, son un reflejo de la cruda realidad de lo que el hombre llama historia.
Fragmento del poema “XIII”
De un ardor se trata todo,
del camino ígneo que nos surca la sangre,
que prensa las mandíbulas perladas hasta rechinar las cimientes para pulirnos cintura abajo,
para limpiarnos cuerpo con cuerpo,
dejándonos tan translucidos,
tan borrados de culpas que nos volvemos espejos,
nos miramos, nos repetimos
y más octubres vienen a poblar los inviernos.
Este linaje es una boca abierta de mudas infinitas;
ve, mastica, a eso has venido,
ve, da forma al aire,
teje las livianas redes que esculpen los olimpos pasajeros de tantos egos que se yerguen.
No quise ser mortero de los días en este sueño,
cuánto hubiese pagado en moneda de honradez —la más cara— para ser hierva fina de pradera quieta e irme pronto,
pero soy molar,
he venido a desgarrar junto a mi raza los siete aires del mundo.
Evocativos (2019)
En este libro, si bien el discurso en prosa persiste, al igual que la sal y el mar, hay un énfasis en el aspecto lúdico. Los evocativos —tal y como los denomina Ortiz— vienen a poetizar cada uno de los elementos de su tierra, de la Isla de Margarita. Desde los elementos marinos hasta los terráqueos, las costumbres y personajes.
Para lograr esto, el autor se vale de la descripción breve pero concisa de aquello que se poetiza. Cada evocativo cierra con el nombre del objeto, cosa o ser al que se alude, por lo que podríamos hablar de un poema inverso que invita a quien lo escucha a adivinar de qué se está hablando antes de que el último verso lo devele.
Poema “XV”
Su hábito encubre
certezas de espanto,
el pez lo sabe
y al besarle
pierde de nuevo la voz.
Gaviota
Aslyl (2019)
Esta es una obra de despedidas, pues se escribe previo a la salida del país del poeta. Las nostalgias están a flor de piel, el amor por la tierra, por el espacio marino que no se verá hasta no se sabe cuándo. Como en los anteriores capítulos, la prosa es lo habitual, al igual que la numeración romana en vez de títulos.
El lenguaje de la pasión no deja de estar presente, y se combina de manera intensa con los cuadros regionalistas y costumbristas. Si hablamos de pesares en la obra de Ortiz, este título contiene uno de los más significativos: el causado por la migración.
Poema “XLII”
Estuve buscando el irme como se debe.
Irse es un arte que,
de hacerse bien, asombra.
Para desaparecer como es debido se debe haber llegado,
se debe haber sido,
como mínimo, un pájaro de luz.
Irse así, de repente,
como un olvido sobre la rama,
me cuesta con ella.
No me sirve la puerta
o la ventana, por ningún lado me alejo,
por donde salga aparece desnuda
como una ausencia que pesa
invitándome a desandar la hojarasca en el patio,
y me quedo allí, en la mitad de algo,
amarillo,
como un perdón ante la muerte.
Cuerpos en la Orilla (2020)
Este capítulo se diferencia de los antes mencionados por dos aspectos claves: los poemas tienen un título no numérico y el autor se acerca un poco a las métricas tradicionales y las rimas. Sin embargo, la prosa sigue ostentando un lugar predominante.
El subtítulo “Poemas de no encajar en ningún lado” alude al hecho de que este libro recoge gran parte de los textos dispersos del autor desde sus inicios como poeta, y que no “cuadraban” dentro de los demás poemarios por sus temáticas diversas. Sin embargo, al adentrarse en las líneas de este título sigue percibiéndose la esencia clara de Ortiz y las huellas que dejaron su pueblo y su infancia en sus letras.
Poema “Si hablara con los ángeles”
Si hablara con los ángeles como lo hace mi padre,
ya habría sido lo suficiente poeta,
habría brincado las cumbres detrás de los ojos
y hecho las pases con la bestia que somos dentro.
Si supiera un poco de las lenguas de los trascendidos,
la piel me quedaría corta,
azul,
por decir algo,
y atravesaría los metales densos,
como la voz de Dios cuando llama al corazón de los hombres.
Y es que aún ando oscuro,
escuchando el abril que me brinca en la vena,
quizá son los alcatraces que una vez tuve en el nombre,
o la marca de la poetisa con la que fui herida honda recordándome su verso de senos desnudos y aguas perennes;
no lo sé,
pero si anochece, de seguro seguiré igual,
y el sol me buscará luego para saldar cuentas
y repetirme en una sombra que cuente bien lo que pasa tras el pecho;
reafirmar los surcos del tiempo,
reformar la madera en las costillas,
el verde en la mitad del hígado,
lo común en la geometría de la vida.
Si tan solo hablara con los ángeles como lo hace mi padre,
pero aún falta letra y camino,
dejar la piel expuesta
y ahondar más en lo oscuro con el puño firme, amarillo,
con un sol para cada cruz en la lengua de los hombres.
Matria por dentro (2020)
Este texto es uno de los más crudos de Ortiz, solo comparable con Del hombre y otras heridas del mundo. En Matria por dentro se hace un retrato de la Venezuela de la que le tocó partir en busca de un futuro mejor para su familia, pero que, por más que lo intenta, no le abandona.
Se retoma la numeración romana porque cada poema es un minicapítulo en donde la prosa regresa imperante. Se habla de la cotidianidad de una realidad conocida por el mundo entero, pero asumida por pocos; se dibuja el hambre y la desidia, el abandono, la demagogia y sus caminos oscuros, y cómo la única salida es el cruce de fronteras por donde la providencia lo permita.
Poema “XXII”
Frascos innumerables para marinar las ausencias,
imágenes antiguas para rememorar lo que se fue,
encerrarse cuerpo adentro en un olvido necesario, planificado,
salir esporádicamente a ver si pasó todo,
y repetir el proceso si aún es más oscuro afuera.
Muchos no pudimos seguir la fórmula,
así que nos hicimos papagayos, cosimos alas desde la sangre
y salimos en vuelos dispersos a ver si amanecía más allá del vallado.
Mi poesía, el equívoco (2021)
Este es el cierre del libro, y la única obra inédita presente en toda la antología. El texto cuenta con poemas de temáticas muy variadas y Ortiz hace gala de su manejo en las diversas formas poéticas. Pues, si bien su predilección por la prosa es notoria, maneja de muy buena manera gran parte de las formas poéticas tradicionales del castellano, como la décima espinela, el soneto o las cuartetas.
Mi poesía, el equívoco surge luego de un capítulo muy difícil en la vida del autor: sobrevivir al Covid-19 conjuntamente con su familia en un país extranjero y desde casa. Las experiencias vividas durante el contagio no fueron nada gratas, y hay dos poemas que lo expresan de manera contundente.
El poeta también se canta de manera sentida a los amigos que partieron. Sin embargo, no todo es tragedia en este apartado, se celebra también la vida, la amistad y el amor, sobre todo el que siente por su hija Julia Elena.
Poema “Éramos cuatro grietas”
En esa casa,
éramos cuatro grietas;
había roturas en los nombres,
en los abrazos,
cada cuarto era un país en dictadura,
debían cuidarse muy bien los pasos para no entrar en guerra.
Así nos había hecho la vida:
duros, como el pan de los días;
secos, como el agua del grifo;
resistentes al cariño,
maestros del silencio.
Sin embargo, pese a lo estricto de los espacios,
a los recios límites territoriales,
cada borde resquebrajado calzaba perfecto con el siguiente,
y al estar todos reunidos,
en la mesa, frente al plato del día,
se cerraban las fisuras,
y éramos, realmente, una familia.
Sobre el autor, Juan Ortiz
Nacimiento y primeros estudios
El escritor Juan Manuel Ortiz nació el 5 de diciembre de 1983 en el pueblo de Punta de Piedras, Isla de Margarita, estado Nueva Esparta, Venezuela. Es hijo del poeta Carlos Cedeño y de Gloria Ortiz. En dicha localidad a orillas del Mar Caribe estudió la etapa inicial en el preescolar Tío Conejo, educación básica en la Escuela Tubores y se graduó de Bachiller en Ciencias de la Fundación La Salle (2000).
Estudios universitarios
Posteriormente, estudió Licenciatura en Informática en la Universidad de Oriente Núcleo Nueva Esparta. Sin embargo, pasados tres años solicitó un cambio de carrera a Educación Integral, decisión que marcaría de por vida su camino. Cinco años después se recibió con mención Lengua y Literatura (2008). Durante ese periodo, también desarrolló el oficio de guitarrista académico, que luego le serviría enormemente en su carrera.
Labor profesoral y primeras publicaciones
Apenas obtuvo su título, fue incorporado por la Unimar (Universidad de Margarita) y comenzó su carrera como profesor universitario. Allí ejerció como docente de literatura, historia y artes, desde el 2009 hasta el 2015. Posteriormente, fue asimilado Unearte (Universidad de las Artes), donde dictó clases de armonía aplicada a la guitarra y ejecución instrumental. En ese periodo también colaboró como columnista del diario Sol de Margarita, donde tenía el espacio “Transeúnte” y comienza su “despertar literario” con su primera publicación: En La Boca de los Caimanes (novela, 2017).
Hoy por hoy, escribe reseñas para los portales Actualidad Literatura, Lifeder, Writing Tips Oasis y Frases más poemas y trabaja como corrector de estilo y editor.
Obras de Juan Ortiz
- En La Boca de los Caimanes (novela, 2017)
- Cayena de Sal (2017)
- Roca de sal (2018)
- La cama (2018)
- La casa donde estuve el pueblo en que vivía (2018)
- Del hombre y otras heridas del mundo (2018)
- Evocativos (2018)
- Orilla sagrada (antología poética, 2018)
- Transeúnte (compilación de relatos de la columna del Sol de Margarita, 2018)
- Aslyl (2019)
- Relatos desde el grito (Cuentos de terror, 2020)
- Cuerpos en la orilla (2020)
- Mi poesía, el equívoco (2021)
- Antología de la sal (2021)
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