Cecilia Meireles. Aniversario de su nacimiento
Cecilia Meireles nació un día como hoy de 1901 en Río de Janeiro. Fue profesora y periodista y se la considera una de las mejores poetas sudamericanas del siglo XX. Perteneció al Modernismo brasileño y también tuvo una gran influencia del romanticismo. Publicó su primer poemario a los 18 años y recibió varios premios y reconocimientos. Fue la fundadora de la Primera Biblioteca Infantil de Río de Janeiro. Esta es una selección de poemas de su obra para recordarla.
Cecilia Meireles — Selección de poemas
Retrato
Yo no tenía este rostro de hoy,
tan calmo, tan triste, tan delgado,
ni estos ojos tan vacíos,
ni este labio amargo.
Yo no tenía estas manos sin fuerza,
tan detenidas y frías y muertas;
yo no tenía este corazón
que ni se muestra.
Yo no advertí este cambio,
tan simple, tan cierto, tan fácil:
¿En qué espejo se perdió
mi imagen?
Resurrección
No cantes, no cantes, porque vienen de lejos los náufragos,
vienen los presos, los tuertos, los monjes, los oradores,
los suicidas.
Vienen las puertas, de nuevo, y el frío de las piedras,
de las escalinatas,
y, con un ropaje negro, aquellas dos manos antiguas.
Y una vela de móvil llama humeante. Y los libros. Y
las escrituras.
No cantes, no. Porque era la música de tu
voz lo que se oía. Soy una muerta reciente, aún
con lágrimas.
Alguien escupió distraídamente sobre mis pestañas.
Por eso vi que ya era tarde.
Y dejé en mis pies quedarse el sol y andar las moscas.
Y de mis dientes se escurrió una lenta saliva.
No cantes, pues trencé mis cabellos, ahora,
y estoy ante el espejo, y sé bien que ando en fuga.
Infancia
Se llevaron las rejas del balcón
desde donde la casa se avistaba.
Las rejas de plata.
Se llevaron la sombra de los limoneros
por donde rodaban arcos de música
y hormigas rojizas.
Se llevaron la casa de verde tejado
con sus grutas de conchas
y sus vitrales de flores empañadas.
Se llevaron a la dama de viejo piano
que tocaba, tocaba, tocaba
la pálida sonata.
Se llevaron los párpados de antiguos sueños,
y dejaron solamente la memoria
y las actuales lágrimas.
Sugestión
Sucede así cualquier cosa
serena, libre, fiel.
Flor que se cumple, sin pregunta.
Ola que se violenta, a causa de ejercicio indiferente.
Luna que envuelve igual a los novios abrazados y
a los soldados ya fríos.
También como este aire de la noche: susurrante de
silencios, lleno de nacimientos y
pétalos.
Igual a la piedra detenida, conservando su demorado destino.
Y la nube
leve y bella, viviendo de nunca llegar a ser.
La cigarra quema en su música, al camello que mastica
su larga soledad,
Al pájaro que busca el fin del mundo, al buey que va
con inocencia hacia el monte.
Sucede así, cualquier cosa serena, libre, fiel.
No como el resto de los hombres.
Canción de otoño
Perdóname, hoja seca,
no puedo cuidar de ti.
Vine a amar en este mundo,
y hasta el amor perdí.
¿De qué sirvió tejer flores
en las arenas del suelo
si había gente durmiendo
sobre el propio corazón?
¡Y no pude levantarla!
Lloro por lo que no hice
y por esta flaqueza
es que soy triste e infeliz.
¡Perdóname, hoja seca!
Mis ojos sin fuerza están
velando y rogando por aquéllos
que no se levantarán.
Tú eres hoja de otoño
que vuela por el jardín.
Te dejo mi nostalgia
-la mejor parte de mí.
Y voy por este camino,
segura de lo inútil que es todo.
Que todo es menos que el viento,
menos que las hojas del suelo.
Motivo
Yo canto porque existe el instante
y mi vida está completa.
No soy alegre ni soy triste:
soy poeta.
Hermano de las cosas huidizas,
no siento gozo ni tormento.
Atravieso noches y días
en el viento.
Si desmorono o si edifico,
si permanezco o deshago,
-no sé, no sé. No sé si quedo
o paso.
Sé que canto. Y la canción es todo.
Tiene sangre eterna el ala rimada.
Y un día sé que estaré mudo:
-Nada más.
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