Julia San Miguel. Entrevista con la autora de Trece velas en la recámara

Julia San Miguel entrevista

Fotografía: cortesía de la autora.

Julia San Miguel es madrileña y estudio Filología Hispánica en la Universidad Complutense. Compagina su trabajo de gestora en corrección de textos con la escritura. Se ha formado en talleres literarios y ha publicado para editoriales como Kalandraka, SM, Bruño y Edebé. Ahora presenta Trece velas en la recámara. En esta entrevista nos habla sobre ella y muchos temas más. Le agradezco el tiempo y la amabilidad dedicados.

Julia San Miguel — Entrevista

  • ACTUALIDAD LITERATURA: Tu primera novela se titula Trece velas en la recámara. ¿Qué nos cuentas en ella?

JULIA SAN MIGUEL: Es una reflexión sobre lo vulnerables que podemos llegar a ser. Cuando la escribí, en Europa no teníamos cerca ningún acontecimiento bélico. Las guerras nos pillaban muy lejos, y nos creíamos a salvo. La realidad nos ha demostrado que no es así. Sin embargo, a pesar del horror, de la violencia, de todos los hechos históricos, pasados y presentes, que ya conocemos y de sus terribles consecuencias, nos siguen vendiendo una heroicidad que resulta fascinante. Y esa fascinación se transmite a nuestros niños.

Hay una permisividad absoluta hacia todo lo relacionado con lo bélico, y ahí están, por ejemplo, las pistolas de juguete, aunque sean de agua, y los videojuegos de acción. No nos olvidemos de que, en este sector tan popular entre el público adolescente y preadolescente, el porcentaje alcanza el 78 % entre los 11 y 14 años.

En esta novela, como ficción, unos niños de apenas doce años van a jugar a ser soldados, viviendo en primera persona algunos de los hechos bélicos más cruentos de la Historia. En la realidad, en nuestro mundo, hoy, ahora mismo, hay niños soldado en el frente de batalla. Y eso no es un juego. No podemos mirar hacia otro lado y no sentirnos responsables.

Tenemos que hacer lo posible por construir un mundo mejor. Trece velas en la recámara es un libro que, quizá, deberíamos leer todos. Es una novela comprometida. Un pequeño intento de concienciar y ser conscientes de que debemos seguir defendiendo unos valores que nos lleven a construir un mundo mejor. Y en nuestros hijos está la esperanza de que así sea.

Comienzos

  • AL: ¿Puedes recordar alguna de tus primeras lecturas? ¿Y la primera historia que escribiste?

JSM: Lo primero que recuerdo no son lecturas, sino las historias que me contaba mi abuela. Cuentos maravillosos, truculentos, que no me cansaba de oír noche tras noche antes de quedarme dormida. Algunas veces, pocas, me hablaba de la guerra, así, sin ningún calificativo más. La guerra. Y ese dolor que se reflejaba en la tristeza de sus ojos grises está también en Trece velas en la recámara. 

Si pienso en mis primeras lecturas, serían Los Cinco y Torres de Malory, ambas series de Enid Blyton. Me encantaban. Ahora, con perspectiva, veo que son la antítesis de mi novela.

Y luego está Julio Verne y toda la colección de los ilustrados de Bruguera. Y los tebeos, que cambiaba en la papelería del barrio. Las historias de Lulú, Rompetechos, Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, Las hermanas Gilda… Un mundo maravilloso donde aprendí con la disección minuciosa de personajes tan pintorescos.

Y entre mis primeras novelas, una de mis favoritas era, y sigue siendo, Los Robinsones suizos, de Johann David Wyss. Aún sigo en la orilla de esa isla preguntándome con ilusión qué nos traerá hoy el mar.

El que no tuvo buena suerte fue mi primer escrito. Una historia de amor apasionada, digna de la mejor novela de Corín Tellado. No tenía yo ni diez años. Estaba deseando que la leyeran y me dieran su opinión. Se la dejé a mis primas, mayores que yo, que, por supuesto, no me tomaron en serio y la perdieron. Era una buena obra. Aún no las he perdonado.

Escritores y personajes

  • AL: ¿Un escritor de cabecera? Puedes escoger más de uno y de todas las épocas.

JSM: Difícil. ¿Por qué quedarnos con uno o con varios? Cada etapa de la vida nos va poniendo en el camino a los escritores que necesitamos en ese momento para que nos guíen y nos enseñen. Se podría decir que son ellos los que nos eligen, y no nosotros. En mi adolescencia, por ejemplo, Miguel Hernández y su Perito en lunas. O Cortázar y Las armas secretas. Sin olvidarme de Antonio Machado y Miguel Delibes. Y descubrí, no hace mucho, al fascinante Isaac Bashevis Singer. Y mi adorada Gloria Fuertes, que siempre sigue conmigo.

Entre las lecturas que han influido a la hora de escribir esta novela, destacaría Johny cogió su fusil, de Dalton Trumbo; El niño con el pijama de rayas, de John Boyne, y Mañana cuando la guerra empiece, de John Marsdan. Su recuerdo sigue impactándome.

  • AL: ¿Qué personaje literario te hubiera gustado conocer y crear?

JSM: Me hubiera gustado conocer a todas las mujeres que plasmó en sus escritos Benito Pérez Galdós. Y crear una figura femenina con esa fuerza vital y dramática que había en cada una de ellas.

Julia San Miguel — Costumbres, géneros y proyectos

  • AL: ¿Alguna manía o costumbre especial a la hora de escribir o leer?

JSM: Me gusta escribir en el ordenador. Al principio me parecía imposible y me resistía. Siempre había emborronado páginas en blanco a mano, o tecleando en mi inseparable máquina de escribir Maritsa 13. Ahora, sin embargo, no puedo escribir si no tengo la pantalla del ordenador delante. Y eso sí: cuando las musas dictan, hay que dejarlo todo y ponerse a escribir, sea la hora que sea.

Si es leer, me gusta siempre en papel. Como decía José Emilio Pacheco, hay que sentir el libro, tocarlo y olerlo.

  • AL: ¿Y tu sitio y momento preferido para hacerlo?

JSM: Como comentaba, a la hora de escribir son las musas las que imponen el lugar y la hora. Pero, sí, como bien reivindicaba Virginia Woolf, tengo una habitación propia para escribir. Una estantería detrás de mí repleta de buena literatura. Una ventana a mi izquierda desde donde veo un viejo pino donde anidan las palomas. Y a mi derecha, Pizpi, una galguita color canela, y Massimo, un teckel negro azabache, que han venido a ser protagonistas de mis próximos cuentos.

Para disfrutar de un buen libro, me gusta por la tarde, cuando las tareas del día se dan por finalizadas. El tiempo entonces es solo para mí, y para esa historia que me embauca y me hace perderme en ella.

Géneros

  • AL: ¿Hay otros géneros que te gusten?

JSM: Me encanta escribir, y me encanta leer. Cada género corresponde, al escribir como al leer, a un momento determinado de tu vida. No descarto ninguno. Con todos ellos aprendo.

Me gusta seguir experimentando con los cuentos y poemas infantiles. Son tan difíciles y tan gratificantes que el reto me resulta muy motivador y divertido. No hay una edad predeterminada. Solo el momento de saber disfrutar. La poesía me ayuda a canalizar las emociones. El microrrelato es la complejidad hecha aventura. El teatro es mi pasión. Una columna en el periódico, como la que escribí durante más de quince años en Distrito 19, Historias de mi vecina, por ejemplo, es una alerta constante a la cotidianidad.

Proyectos

  • AL: ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?

JSM: Estoy leyendo La mujer sin nombre, de Vanessa Monfort. Me sigue inquietando mucho la figura de María de la O Lejárraga y el trabajo literario, sobre todo teatral, que hizo a la sombra de su marido, Gregorio Martínez Sierra. El anonimato de las mujeres, su invisibilidad, hace tan necesario que sigamos reivindicando el sitio que les corresponde.

Continuando con mi interés por el teatro, estoy terminando de adaptar a escena la novela Me enamoré de una máscara, del Premio Nacional de Ilustración José Ramón Sánchez, que es la biografía novelada del mítico actor Lon Chaney, «el hombre de las mil caras». Todo un reto del que espero que José Ramón se sienta satisfecho del resultado. ¡Ojalá que algún día veamos la obra en el escenario!

Este proyecto lo estoy compaginando con otra novela juvenil que también trata, metafóricamente, sobre el problema de la mutilación genital femenina. Se titula La sonrisa de Atamani, en homenaje a Aminata, una mujer muy valiente que ha dado voz a este problema tan grave y tan silenciado a su vez.

Julia San Miguel — Panorama actual

  • AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial en general?

JSM: Últimamente, al mundo editorial no se lo están poniendo demasiado fácil, y, otra vez, va a tener que reinventarse. Eso está bien. No es bueno anquilosarse.

Sigue habiendo mucho lector, mucha inquietud cultural, aunque a veces nos parezca que la tecnología lo invade todo. Es hora de mirar y aprender de los jóvenes. De su filosofía. De su norma de vida. A mí me gusta mucho que, gracias a ellos, surjan nuevas editoriales. Pequeñas, pero con proyectos ambiciosos y muy bien definidos.

  • AL: ¿Qué tal estás llevando el momento actual que vivimos?

JSM: No te voy a negar que con inquietud. Si nuestros valores éticos siguen en peligro, el futuro me resulta descorazonador. Me entristece la intolerancia que se percibe, el abuso de poder y la manipulación a la que estamos sometidos.

Solo espero que más pronto que tarde seamos capaces de despertar de ese estado hipnótico que nos hace tan vulnerables. Es nuestro deber ayudar a conseguirlo. Por eso son tan necesarias novelitas como, por ejemplo, Trece velas en la recámara.



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