Caperucita en Manhattan

Caperucita en Manhattan.

Caperucita en Manhattan.

Caperucita en Manhattan (1990) es una novela juvenil y fantástica creada por Carmen Martín Gaite. Es un cuento de hadas moderno. Una exploración a la eterna diatriba entre sueño y realidad. Ha sido un título tratado en mayoría del tiempo como una “obra menor” dentro de la amplia bibliografía de la autora salmantina. No obstante, obtuvo un rotundo éxito editorial (fue el libro más vendido en España en 1991).

Y sí, de “menor”, no tiene un ápice. Solo una persona valiente se atreve a extrapolar uno de los relatos universales más conocidos por la humanidad. Un cuento con siglos de tradición oral a cuestas, el cual, gracias —principalmente— a Charles Perrault y a los Hermanos Grimm, permanece vigente e inagotable. La obra de la autora ha tenido tal impacto, que en 2016 se creó el Premio de Narrativa Carmen Martín Gaite.

Carmen Martín Gaite: la autora

Nacida en Salamanca en 1925, fue una de las escritoras hispanohablantes más influyentes del siglo XX. También se convirtió en símbolo de mujer progresista. En concordancia, entre los muchos homenajes recibidos en vida figura precisamente el Premio Mujeres Progresistas en su primera edición, celebrada en 1990.

Cuando ser pionera es un mérito y una “losa”

Durante las décadas de 1970, 1980 y 1990 a Gaite se le reconoció primero por ser mujer (un prejuicio no poco usual, dada la mentalidad de la época). Más, cuando en 1978 se convirtió en la primera en ser galardonada con el Premio Nacional de Literatura de España por la novela El cuarto de atrás.

Lo verdaderamente “extraño” es que a estas alturas —bien avanzado el siglo XXI— todavía se siga utilizando el hecho (de ser mujer) como un valor diferencial. Se trata a todas luces de una connotación, cuanto menos, injusta y sesgada, porque la obra de Carmen Martín Gaite es vasta y muy variada.

Carmen Martín Gaite.

Carmen Martín Gaite.

Tiempo para escribir

Cursó estudios en Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca. Allí obtuvo la licenciatura en Filosofía Románica. Aunque su primera novela, El balneario, fue publicada en 1955, Martín Gaite confesó en varias oportunidades haber sido una escritora precoz. Desde los ocho años empezó a descubrir su vocación y a escribir algunos cuentos. Su vida siempre estuvo vinculada al mundo de las letras.

Pero no solo la narrativa figura dentro de su currículum. Escribió dos obras de teatro: A palo seco (culminada en 1957, estrenada en 1987) y La hermana pequeña (completada en 1959, estrenada en 1999). Igualmente, destacó como ensayista. De hecho, su obra Usos amorosos de la postguerra española, la hizo merecedora del Premio Anagrama de Ensayo del año 1987.

Otras actividades literarias

La escritora española también dedicó tiempo a la crítica literaria y a la traducción de textos de autores como Gustave Flaubert y Rainer Maria Rilke. Adicionalmente, colaboró en la elaboración de guiones audiovisuales para Televisión Española: Santa Teresa de Jesús (1982) y Celia (1989). Esta última basada en los cuentos de Elena Fortún. Carmen Martín Gaite falleció en 2000, víctima del cáncer.

Y Caperucita se fue a Nueva York

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En primer lugar, es imposible obviar la siguiente circunstancia: los cuentos de Caperucita son una propiedad colectiva entre todas las personas que alguna vez lo escucharon o lo leyeron. Por lo tanto, representa un excelente ejemplo de una obra construida a partir de la “memoria compartida”.

En segundo término, la obra de Martín Gaite no sigue la línea típica del “clásico” relato de la Caperucita Roja. Los cambios no son únicamente “cosméticos”. Tampoco se limita a dibujar a Nueva York como un bosque repleto de peligros modernos, lleno de “animales” salvajes y con muy malas intenciones.

Argumento

Caperucita en Manhattan es un grito de libertad. La aventura de la protagonista tiene lugar en los túneles del metro, sumergida en un mundo que creía conocer. En realidad, es una búsqueda interna, profunda, mucho más allá de un mero recorrido “subterráneo”. Sola, escapada de sus padres, termina viendo dentro de sí para descubrir y perseguir su principal anhelo.

¿Un mundo ordinario?

A esta caperucita le toca enfrentarse a un universo en donde, por supuesto, no puede faltar un villano, de apellido Woolf. El antagonista es todo maldad, egoísmo y avaricia. Del mismo modo, aparece el complemento perfecto de un relato contemporáneo repleto de figuras maniqueas: el dinero.

Pero Sara —la niña con capucha de Brooklyn, deseosa de ir a Manhattan— no solo debe enfrentar a los secuaces del “malo”. Ella induce en sus persecutores una reflexión sobre sus propias acciones y el propósito de su existencia. Entonces, la cuestión en torno a la verdadera libertad emerge de forma ineludible; cada quien debe hacerse responsable de sus decisiones, sean correctas o no.

De la fantasía y verosimilitud

Carmen Martín Gaite consiguió con esta obra —aparte de reafirmar su nombre dentro de los autores “súper ventas” en español— ratificar su criterio literario. Pues la escritora española defendió la compatibilidad de la credibilidad y la fantasía en un mismo texto. Específicamente, dijo “que una historia sea creíble no quiere decir que sea realista, ni hace falta que sea verosímil”.

Frase de Carmen Martín Gaite.

Frase de Carmen Martín Gaite.

Una niña recorriendo sola las calles de Nueva York raya en lo absurdo. Sin embargo, el relato funciona sin dejar espacio al lector para preguntarse si es o no verosímil. Por ende, las aventuras de esta Caperucita representan al más real de los cuentos modernos. Lejos del mundo de fantasías descrito en el bosque oscuro que las primeras niñas ingenuas debieron cruzar para enfrentarse al lobo feroz.

Sin complejos ante la crítica

Martín Gaite se dedicó con profusión y éxito a la crítica literaria. Esto sin duda le sirvió para ver la labor de estos autores (así, sin comillas ni cursivas) sin ninguna clase de complejos. Puesto que, si existe una figura siempre vista con recelo —incluso, de forma despectiva— dentro de las artes en general, es la del crítico. Con razón o sin ella, muchas veces son tachados de frustrados.

Inclusive, los críticos llegan a ser percibidos como personas incapaces de legar una obra digna de contemplación. Pero la salmantina esperaba con ansias las reseñas de estos profesionales. De igual manera, se interesaba mucho por conocer la recepción de su trabajo entre el público general. Así, ella podría descubrir posibles aspectos de sus historias pasados por alto durante la escritura.

Percepción de la obra

A pesar del incuestionable éxito comercial, la opinión del público en torno a Caperucita en Manhattan siempre ha estado dividida. Una porción de los lectores encontró una aventura estimulante. Para otros, la inocente caperucita en “la ciudad que nunca duerme”, junto con su abuela y el lobo feroz, solo representa una excusa para un ejercicio de autoexploración.

Por otro lado, hubo personas que disfrutaron del relato sin hacerse demasiadas preguntas sobre la niña de Brooklyn paseando por Manhattan. Tampoco les importó mucho si Caperucita tuvo tiempo de vagar por Central Park sin perecer ante ningún monstruo atroz. Al menos no “literalmente”.

Caperucita en Manhattan: ¿parte del público decepcionado?

Pero hubo un tercer grupo que no encontró lo que esperaba: el clásico relato medieval pero ambientado en Nueva York. ¿Hay algo de malo en esto? A decir verdad, la explicación no es obligatoria. No hay una respuesta unánime. Seguramente Carmen Martín Gaite estaría en desacuerdo con esa idea. Porque de eso se trata la aventura de leer (y del arte en general).

El género de la fantasía se basa en descubrir nuevos —o viejos, en algunas ocasiones— mundos sin anteponer conceptos preconcebidos para interpretar la información. Como lo hace Sara, la “Caperucita de Manhattan”. En cualquier caso, la obra de Martín Gaite es una invitación para cuestionar qué es el libre albedrío y si realmente existe.



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