Alexis Ravelo: «La literatura te puede ayudar a hacerte las preguntas adecuadas sobre la realidad»

Fotografía: Portada de Twitter de Alexis Ravelo

Alexis Ravelo tiene nueva novela, Un tío con una bolsa en la cabeza, que salió en septiembre. Autor de El peor de los tiempos, La estrategia del pequinés (Premio Hammett a la mejor novela negra), Las flores no sangran (VLC Negra de 2015) o La ceguera del cangrejo, entre otros muchos, el aclamado escritor grancanario ha dejado un momento aparcado a su Eladio Monroy para contarnos esta historia. Le agradezco muchísimo su amabilidad y tiempo dedicados para esta entrevista.

Alexis Ravelo

De Las Palmas de Gran Canaria, estudió Filosofía Pura y asistió a talleres creativos impartidos por Mario Merlino, Augusto Monterroso y Alfredo Bryce Echenique. Es autor también de libros de relatos y de varios otros infantiles y juveniles. Y ha logrado hacerse un hueco bastante importante en el panorama literario actual con sus novelas de género negro.

Entrevista

  • ACTUALIDAD LITERATURA: ¿Recuerdas el primer libro que leíste? ¿Y la primera historia que escribiste?

ALEXIS RAVELO: No recuerdo la primera que escribí. Mis primeros libros fueron tebeos y una colección de volúmenes que acompañaban a la enciclopedia Acta 2000, aquella que nuestros padres compraban a plazos. Se titulaban genéricamente Dime Dime cuándo ocurrió, Dime quién es, Dime cuál será mi profesión… Que yo recuerde, la primera novela que leí fue una adaptación infantil de La vuelta al mundo en ochenta días

  • AL: ¿Cuál fue ese libro que te impactó y por qué? 

AR: Supongo que el primer libro que me impactó fue La metamorfosis. O La transformación, de Franz Kafka, como se traduce ahora con más exactitud. Yo leí una edición prologada por Borges y con un análisis de Vladimir Nabokov que, años más tarde, descubrí que formaba parte de su Curso de literatura europea. Para entender por qué me impactó habría que atender a las circunstancias en las que lo leí. Yo era adolescente, estudiaba, pero también trabajaba ya como camarero en un bar (había que meter dinero en casa). Leía por la noche, hasta la madrugada, porque siempre he padecido insomnio.

Así que imagíname, rendido tras trabajar todo el día, en un cuarto pequeño de una casa pequeña, leyendo la historia de Gregorio Samsa, convertido en escarabajo y preocupado por ir a trabajar para meter dinero en casa y descubriendo que, en realidad, aquellos que decían necesitarlo para sobrevivir no lo necesitaban tanto. Ese fue la primera vez que entendí que la literatura te puede ayudar a evadirte de la realidad, pero que es mucho mejor cuando, además, te ayuda a comprenderla o, al menos, a hacerte las preguntas adecuadas sobre ella. 

  • AL: ¿Quién es tu escritor favorito? Puedes escoger más de uno y de todas las épocas.

AR: Son muchos. Y la cosa depende más de gustos y apetencias que de valores demostrables. Pero hay algunos a los que siempre vuelvo: Rulfo, Cortázar y Borges, si quiero un buen cuento. En ensayo, suelo releer a Susan Sontag, a Barthés o a Foucault (no solo eran pensadores potentes, sino que sus estilos son envidiables). Con los poetas tengo días, pero normalmente vuelvo a Pedro García Cabrera, a Cesare Pavese, a Olga Orozco.

Mis novelistas preferidos también cambian constantemente: a veces Cormac McCarthy, a veces Joyce Carol Oates, a veces Erskine Caldwell. Pero releo con cierta frecuencia a Onetti, que me resulta absolutamente hipnótico. Sin embargo, a veces tienes el cuerpo decimonónico, y te dedicas a releer a Galdós (este año ha sido inevitable), a Flaubert o a Víctor Hugo.

  • AL: ¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer y crear? 

AR: Quizá no me habría gustado conocer a ninguno: un personaje, para que sea potente, ha de tener mucho dolor a su alrededor, y uno, por comodidad, suele preferir estar lejos de las experiencias dolorosas. En cuanto a crearlos, me habría encantado poder construir un personaje como el de Jean ValJean, de Los miserables.  

  • AL: ¿Alguna manía a la hora de escribir o leer? 

AR: Muchas. Para escribir, la principal es tener cerca café. Y, para leer, uso lápiz, porque subrayo y hago notas en mis ejemplares. Por eso prefiero el papel

  • AL: ¿Y tu sitio y momento preferido para hacerlo? 

AR: En casa tenemos un despachito que comparto con mi pareja. Suelo trabajar por las mañanas.  

  • AL: ¿Qué nos encontramos en tu última novela, Un tío con una bolsa en la cabeza

AR: Pues exactamente lo que el título sugiere, porque trata de un tío a quien han atracado y abandonado con la cabeza metida en una bolsa. El lector asiste a un monólogo interior a través del cual este hombre repasa su vida, intentando averiguar quién puede haberle hecho esta faena o encargado que se la hagan. Viene a ser una especie de deconstrucción de mis novelas negrocriminales, centrada esta vez en quien suele ejercer la función de antagonista, de, digamos, “villano” en ellas. 

  • AL: ¿Más géneros literarios favoritos? 

AR: Lo cierto es que leo de todo, no tengo prejuicios. Puedo disfrutar igual con una novela de ciencia ficción que con una historia intimista y sentimental. Lo que me importa es que el libro esté bien escrito y que me haga plantearme preguntas. 

  • AL: ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?

AR: En estos días leo El relojo de Clío, de Emilio González Déniz, un autor grancanario a quien admiro mucho y que llevaba mucho tiempo sin publicar. Y trabajo en la sexta novela de la serie de Eladio Monroy

  • AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial para tantos autores como hay o quieren publicar?

AR: Como siempre: muchos autores y pocas oportunidades. Pero si un texto es de calidad, siempre acaba encontrando a su editor y llegando a los lectores a quienes debe llegar. 

  • AL: ¿Te está siendo difícil el momento de crisis que estamos viviendo o podrás quedarte con algo positivo para futuras novelas?

AR: Creo que es pronto para analizarlo. Yo no trabajo con la candente actualidad, sino pensando a medio plazo los asuntos que abordo. Así que aún no sé si lo que está ocurriendo me beneficiará creativamente.



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