Paco Gómez Escribano: «Los escritores de novela negra vivimos de los conflictos sociales»
Paco Gómez Escribano, escritor madrileño de novela negra, tiene nueva historia, 5 jotas. Es ya la octava después de títulos como Yonqui, Cuando gritan los muertos o Prohibido fijar carteles. Le agradezco mucho su tiempo y dedicación para esta entrevista donde nos habla de todo un poco sobre literatura, influencias, proyectos y actualidad.
ENTREVISTA — PACO GÓMEZ ESCRIBANO
- ACTUALIDAD LITERATURA: ¿Recuerdas el primer libro que leíste? ¿Y la primera historia que escribiste?
PACO GÓMEZ ESCRIBANO: No, imposible recordar lo primero que leí. Sin embargo, sí que me acuerdo de lo primero serio que escribí, cuando estaba en secundaria (que entonces era E.G.B., así de viejunos estamos). Al menos a mí me pareció serio. Era un pequeño cuento que titulé El castillo. Obviamente, aquello no tenía ni pies ni cabeza. Simplemente me imaginé un castillo en lo alto de una montaña y me puse a escribir. Ya digo, tonterías de crío.
- AL: ¿Cuál fue ese libro que te impactó y por qué?
PGE: Seguimos con el colegio. De entre los peñazos que teníamos que leer, libros que no eran adecuados para nuestras edades, me gustó mucho uno que alguna profesora tuvo la lucidez de exigirnos leer. Era Réquiem por un campesino español, de Ramón J. Sender. Supongo que la brevedad y lo conciso del relato (algo que agradecía por entonces y sigo agradeciendo ahora) ayudó, pero la historia me fascinó por la injusticia que se comete con el personaje y las reflexiones de todos los demás secundarios.
- AL: ¿Y ese escritor favorito? Puedes escoger más de uno y de todas las épocas.
PGE: Voy a decirte uno de novela negra y otro de realismo sucio, que son los dos géneros que me apasionan. Son, respectivamente, Chester Himes y Hubert Selby Jr.
Me parece increíble la saga de Ataúd Johnson y Sepulturero Jones. Ellos son fantásticos, pero la colección de personajes tarados o enloquecidos que se muestran a través de las nueve novelas es insólita, por no hablar de la crítica social ácida, afilada y certera de un Himes que estaba demasiado enfadado con el sistema, y razones no le faltaban.
Selby es sublime en toda su obra, pero sobre todo en Última salida para Brooklyn y en Réquiem por un sueño consiguió hacerme SENTIR. Sí, sentir con mayúsculas. Y eso, pocos escritores lo consiguen. Una pasada.
- AL: ¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer y crear?
PGE: Me habría gustado conocer y crear a John Archibald Dortmunder, el personaje de Donald Westlake. Me parece sencillamente maravilloso, además de uno de los exponentes de la novela negra de humor que me gusta tanto. Sí, no solo me habría gustado conocerlo, sino haber planeado un atraco con él tomando unas cervezas en aquel famoso reservado del bar.
- AL: ¿Alguna manía a la hora de escribir o leer?
PGE: Para leer no tengo manías, excepto que he aprendido que cuando no me gusta una novela la cierro y elijo otra. Supongo que es porque me he vuelto mayor y aguanto menos que antes. En cuanto a escribir, me gusta sentarme cuando ya tengo la novela en la cabeza y cuando sé que voy a tener tiempo todos los días para escribir.
- AL: ¿Y tu sitio y momento preferido para hacerlo?
PGE: Pues la verdad, he escrito en muchos sitios: en habitaciones de hotel, en bares e incluso a veces en el portátil en cualquier sitio si he tenido un hueco. Pero he de reconocer que donde más escribo es en mi habitación, en medio del caos controlado reinante.
- AL: ¿Qué nos encontramos en tu última novela, 5 jotas?
PGE: La narración de los preparativos de un atraco, su ejecución y sus consecuencias. Es una novela de personajes muy marcados, en la línea de lo que vengo haciendo últimamente, antihéroes que son perdedores, pero de los que no se rinden nunca.
También hay banda sonora, como en todas mis novelas, esta vez música de blues, porque pegaba, ya que esta puede que sea, en cuanto al estilo, mi novela más americana. Estoy contento con el resultado.
- AL: ¿Más géneros literarios?
PGE: A lo largo de mi vida he leído de todo, pero a mí la novela negra me engancha. La abandonaba premeditadamente para leer otras cosas, pero siempre volvía a ella. Y llegó un momento en que, hecho al ritmo y a la intensidad del género, lo demás terminó por aburrirme.
Así que ahora no leo otra cosa, excepto obras de mi otra gran pasión literaria en cuanto a géneros: el realismo sucio. Aunque creo que es lo mismo. De la misma forma que la novela de espionaje se relaciona con la novela policíaca, el realismo sucio está íntimamente relacionado con la novela negra, desde siempre.
- AL: ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?
PGE: Ahora mismo estoy leyendo La noche se llenó de sirenas, del maestro Julián Ibáñez, que sigue en forma y al que la edad le ha dado ese punto que tienen todos los maestros en cualquier disciplina. Es delicioso cada vez que saca novela.
En cuanto a la escritura, llevo unas 100 páginas de una novela nueva a la que llevo mucho tiempo dándole vueltas y que trata sobre la actualidad social que vivimos y el régimen FIES en las cárceles que puso en marcha el gobierno de Felipe González.
- AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial para tantos autores como hay o quieren publicar?
PGE: Bueno, creo que hay opciones para todos los gustos, desde las editoriales grandes hasta la autopublicación, pasando por una gran variedad de editoriales independientes. Como bien dices, ahora hay mucha gente que quiere escribir, y eso es bueno, siempre y cuando haya mucha gente que quiera leer, cosa que no ocurre. La oferta y la demanda es algo que en este sector algo esquizofrénico no funciona. Hay joyas que pasan desapercibidas y mediocridades elevadas al Olimpo. El tiempo dirá.
- AL: ¿Qué te está suponiendo el momento de crisis que vivimos? ¿Podrás quedarte con algo positivo o que te sirva para futuras novelas?
PGE: El momento que vivimos es jodido para todos, pero obviamente unos lo pasan peor que otros, como siempre. Profesionalmente me la juego cada día acudiendo al instituto a dar clases de Formación Profesional, no a niños de los que no contagian, sino a personas ya adultas. Me la juego como se la juegan sanitarios, limpiadoras y tantos otros héroes anónimos. La vida continúa.
En cuanto a si me servirá para futuras novelas creo que sí. Los escritores de novela negra vivimos de los conflictos sociales, de las cosas que no deberían existir, pero que existen. Si el mundo fuera Disneylandia no tendríamos que trabajar y yo, obviamente, no escribiría. Me dedicaría a estar por ahí, viajando y pasándolo bien.
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