Ejemplos de égloga
A lo largo de los años, muchos autores nos han dejado ejemplos de égloga que han sido estudiados, analizados e interpretados. Sin embargo, aunque en día esta palabra parezca en desuso y que es una parte de la literatura que no tiene futuro, lo cierto es que puede no ser así.
Si quieres saber qué es un égloga y, sobre todo, ejemplo de esta, a continuación hemos encontrado algunos que pueden ser interesantes de conocer (si aún no los has leído).
Qué es una égloga
La égloga se define como una composiciones en la que se deben transmitir sentimientos, estados de ánimo, reflexiones… A veces, los autores utilizan para ello un diálogo en el que participan dos o más personajes; pero también se puede hacer como un monólogo.
Una de las características principales de la égloga es el tema central que siempre va a estar relacionado con los sentimientos, normalmente de amor.
Se sabe que la primera égloga que existe fue escrita por Teócrito, concretamente en el siglo IV antes de Cristo. Su título fue «Idilios» que significa en griego antiguo «pequeños poemas». Por supuesto, luego siguieron otros autores como Bión de Ermirna, Virgilio, Giovanni Boccaccio…
En la época romana tuvo mucho auge y lo mismo pasó en el Renacimiento. Por lo que no sería de extrañar que volviera a ponerse de moda.
Características de una égloga
A pesar de que antes te hemos comentado algunas de las características de una égloga, lo cierto es que tiene bastantes más. Aquí te las resumimos:
Su musicalidad
Podríamos decir que una égloga es parecida a un poema y estos suelen tener musicalidad. Por lo que en el caso de la égloga ocurriría lo mismo.
El motivo es porque todos los versos de que se compone tiene una rima consonante de tal forma que coinciden los sonidos y crean un ritmo y musicalidad.
De hecho, cuando se representan es habitual que vayan acompañados al recitarse con música.
Temática amorosa
Esta es una de las características principales y que siempre debe existir. Puede ser porque se relata un episodio amoroso, porque se desvive por su amor, o porque es un amor no correspondido.
Pero siempre, siempre, irá el amor como tema principal.
Personajes
En este caso las églogas se caracterizan por tener personajes que son pastores o campesinos, aunque lo cierto es que, conforme evolucionó, fue cambiando esto.
Su estructura
Una égloga ha de tener 30 estrofas, cada una con 14 versos que pueden ser endecasílabos (once sílabas) o heptasílabos (siete sílabas).
Además, la rima de todos ellos ha de ser consonante, es decir, que las últimas palabras de los versos, da igual que sean de dos o de más, tengan el mismo sonido.
Por norma general, las égloga comienzan presentando a los personajes, bien por un narrador o por ellos mismos. Casi siempre es habitual encontrar que el autor pone primero el nombre de ese personaje para que todo lo que venga después sea parte de él, como si lo estuviera diciendo.
Después de la presentación llega la expresión de esos sentimientos por parte del personaje o personajes, siempre a modo de poesía.
Y, finalmente, el final de una égloga se centra en cómo el autor despide a los personajes y después hace una conclusión del tema que ha creado.
Autores y églogas famosas
No hay duda de que las égloga llevan tiempo existiendo y por ello hay algunos autores que se consideran ejemplos de églogas tradicionales, clásicas e importantes.
Como primer nombre habría que citar a Teócrito ya que fue él el padre de estas. Sin embargo, tras él aparecieron otros nombres igual de importantes.
Por ejemplo, el caso de Mosco, Bión de Esmirna o Virgilio, que fue cuando realmente se hicieron famosas y empezaron a ser aún más conocidas.
Más autores de fama son, sin duda, Nemesiano, Ausonio y Calpurnio Sículo, así como Giovanni Boccaccio, Jacopo Sannazaro.
En cuanto a españoles, debemos destacar a Lope de Vega, que revolucionó las fórmulas del teatro y del que quedan obras como «El verdadero amante» o «La Arcadia»; Juan Boscán, con églogas de tema pastoril; Garcilaso de la Vega, con «El dulce lamentar de dos pastores» o «En medio del invierno está la templada»; Juan del Encina; Pedro Soto de Rojas y algunos más.
Ejemplos de égloga
Por último, te queremos dejar varios ejemplos de égloga que hemos encontrado en Internet para que veas cuál es el resultado de aplicar todo lo que te hemos comentado antes.
«El dulce lamentar de dos pastores» de Garcilaso de la Vega
Salicio:
¡Oh más dura que mármol a mis quejas,
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!
[…]
Nemoroso:
¡Oh bien caduco, vano y presuroso!
Acuérdome, durmiendo aquí alguna hora,
que despertando, a Elisa vi a mi lado.
“Idilio IV. Los pastores” de Teócrito
Bato.
Corydon, dime, ¿cuyas son las vacas?
¿Son de Filondas?
Corydon.
No, de Egon, que ahora
Por las apacentar me las ha dado.
Bato.
¿Y en dónde a lo escondido las ordeñas
A todas por la tarde?
Corydon.
Las terneras
Las pone el viejo, y bien a mi me guarda.
Bato.
¿Y el ausente boyero a do se ha ido?
Corydon.
¿No lo has oído? Lo llevó consigo
Milton hacia el Alfeo. (…)
“Égloga de Plácida y Vitoriano” de Juan del Encina
(…) Plácida.
Lastimado coraçón,
manzilla tengo de ti.
¡O gran mal, cruel presión!
No tenía compassión
Vitoriano de mí
si se va.
Triste, ¿de mí qué será?
¡Ay, que por mi mal le vi!
No lo tuve yo por mal,
ni lo tengo, si quisiesse
no ser tan esquivo y tal.
Esta mi llaga mortal
sanaría si le viesse.
¿Ver o qué?
Pues que no me tuvo fe,
más valdría que se fuesse.
¿Qué se vaya? ¡Yo estoy loca,
que digo tal heregía!
Lástima que tanto toca,
¿cómo salió por mi boca?
¡O, qué loca fantasía!
¡Fuera, fuera!
Nunca Dios tal cosa quiera,
que en su vida está la mía.
Mi vida, mi cuerpo y alma
en su poder se trasportan,
toda me tiene en su palma;
en mi mal jamás ay calma
y las fuerças se me acortan;
y se alargan
penas que en mí tanto tardan
que con muerte se conortan. (…)
“Égloga III” de Vicent Andrés Estellés
Nemoroso. (…)
Tengo miedo esta tarde —en el despacho
de aquellas tardes nuestras, de esos días.
Belisa, el mundo marcha hacia el desastre.
Empezaré a marcar desde el teléfono
un número cualquiera: “Ven, Belisa!”
Lloro, Belisa, entre el Haber y el Debe.
Lloro en el ático que tú conoces.
Belisa, el mundo marcha hacia el desastre!
Égloga Antonia de Lope de Vega
Antonia:
Páreseme que siento aquí cerca suspiros
y no pienso que fue sospecha vana
pues viene a paso lento por azules zafiros,
violetas de la cándida mañana,
mi amiga la pastora Feliciana.
Feliciana:
No en vano el verde prado se esmalta de flores.
Antonia mía, ¿adonde?
«La égloga a Claudio» de Garcilaso de la Vega
Así, después de tantas dilaciones
con modestia pacífica sufridas,
forzadas e impelidas
de tantas sinrazones,
salen entre soberbias humildades
de la mina del alma las verdades.
[…]
Voy por la senda del morir más clara
y de toda esperanza me retiro;
que solo atiendo y miro
adonde todo para;
pues nunca he visto que después viviese
quien no miró primero que muriese.
¿Conoces más ejemplos de égloga?
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