Ann Radcliffe. La pionera del terror gótico del siglo XIX
A Ann Radcliffe se la considera la pionera de la novela de terror gótico que tanto se cultivó, y con mucho éxito, ya entrado el siglo XIX. Radcliffe fallecía un día como hoy de 1823 en Londres, donde también nació. Es curioso que también el 7 de febrero, pero 50 años más tarde, fallecía otro grande del género de terror como fue el irlandés Joseph Sheridan Le Fanu. Radcliffe fue la precursora con un estilo donde destacaban la excelente ambientación y los elementos sobrenaturales que luego tienen una explicación racional. Entre sus obras más famosas está Los misterios de Udolfo, pero también echamos un vistazo a otras.
Ann Radcliffe
Nació en Londres como Ann Ward. Más tarde se casó con William Radcliffe, editor del English Chronicle, en Bath, y fue él quien la animó a publicar. Durante una época fue la novelista más famosa de Inglaterra, con un éxito apabullante gracias a sus relatos, de argumento misterioso y su atmósfera de terror. Unos elementos que dieron lugar a la llamada novela gótica, más allá de los posibles defectos que también le achacaron como la poca definición de personajes, falta de rigor histórico o imposibles giros de trama. De hecho, autores posteriores como por ejemplo Walter Scott se refirió a ella como «la primera poetisa de la prosa romántica». Entre sus admiradores estuvieron nombres como los de lord Byron, Coleridge o Mary Shelley.
Obras
Los misterios de Udolfo
Publicada en 1794, es la cuarta y su obra más famosa. También está considerada como una de las grandes novelas del Romanticismo europeo. Cuenta la historia de Emily St. Aubert y su frustrado romance con el misterioso Valancourt, con el castillo Udolfo de fondo como escenario. Tiene todos los ingredientes de ese romanticismo más los del género gótico propiamente dicho: una locación lejana, un villano sin escrúpulos, una doncella en apuros y un príncipe azul que no es exactamente lo que parece. Y todo envuelto en esa ambientación y descripción de escenarios oscuros, llenos de misterio y con toques sobrenaturales de fantasmas y apariciones.
Posteriormente un referente tan emblemático del Romanticismo más propio como Jane Austen parodió esta novela con su obra La abadía de Northanger.
Los castillos de Athlin y Dunbayne
De 1789, esta novela fue la primera que publicó y tuvo tal acogida que las posteriores gozaron del mismo éxito a partir de ella. Cuenta la historia del joven conde de Athlin que, al saber del asesinato de su padre a manos del barón Malcolm, decide que solamente la venganza puede devolver la paz y el honor a su familia. Ayudado por Alleyn, un campesino valiente y honesto, comenzará una cruzada que le llevará a vivir una aventura muy peligrosa. Pero ninguno de ellos está preparado para el oscuro destino que les espera en el interior del siniestro castillo de Dunbayne, lleno de mazmorras, puertas secretas y pasadizos subterráneos, que junto con terribles tempestades, se cruzarán en su camino, y pondrán a prueba su templanza.
El italiano o el confesionario de los penitentes negros
Se publicó en 1797 y también se convirtió en un clásico de la literatura gótica. Esta vez tenemos la historia de Vincentio di Vivaldi, un joven aristócrata napolitano de la Italia del siglo XVIII, que se enamora de Ellena di Rosalba, cuya familia no lo acepta. Vicentio no se resigna a ese rechazo, pero su madre, la marquesa de Vivaldi, acepta el consejo del sacerdote Schedoni, un hombre siniestro, y secuestra a la muchacha, a la que encierra en un monasterio. Así que Vicentio emprende una peligrosa aventura para rescatar a su amada. La historia acaba como todas las novelas de Radcliffe: con un final feliz.
El italiano está también lleno de intrigas, traiciones, amores prohibidos y secretos familiares, temas más concretos de la novela del romanticismo. Se vuelve a destacar la ambientación, pero no hay esos elementos sobrenaturales y sí más profundidad en la descripción de las preocupaciones burguesas y sociales de su tiempo.
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