La lluvia de Camille de Esther Bengoechea (Premio Rrose Sélavy de novela histórica)
La obra La lluvia de Camille (2019) ha sido reconocida con el Premio Rrose Sélavy de Novela Histórica de la Editorial Ápeiron y supone el debut literario de la periodista y escritora Esther Bengoechea (Palencia, 1980). La palentina, que confiesa sentirse atraída desde joven por la vida y la obra de Camille Claudel, se propuso con esta novela visibilizar la dura historia de la artista, a quien conocemos como la amante de Rodin, pero no como la original y genial escultora que fue. La lluvia de Camille está dedicada a cuatro mujeres que ya no están y que acompañaron a la autora en su trayectoria vital de manera determinante.
Camille Claudel es una niña maltratada por su madre (ella quería tener un varón, para sustituir al hijo que perdió un año antes), que encuentra únicamente refugio en la escultura y en la figura de su padre. Es él quien, confiando en su talento y desafiando los consejos de familiares y amigos, decide el traslado de toda la familia a París, a pesar de las quejas de su esposa, para matricular a Camille en una escuela de arte y para ayudarla a cumplir su sueño de convertirse en escultora. Allí la joven conoce a Rodin, que quedará tan impresionado por sus esculturas como por su misterioso encanto y la convertirá en su amante, su musa y su ayudante de taller. No obstante, la felicidad de Camille no durará y una serie de dramáticas situaciones –engaños, promesas sin cumplir…– la conducirán al delirio, la miseria y el encierro en un sanatorio de París, donde terminará sus días en la misma soledad en que llegó al mundo.
Ni siquiera se atreve a entrar. Solo siente que le tiemblan las piernas y que va a desfallecer en cualquier momento. Es el día. Hoy es el día. Puede ser un gran día o ser uno fatídico. Todo depende del fallo. Está sola, completamente sola, a las puertas del Salón de los Campos Elíseos y hay una barrera invisible que le impide cruzar el umbral. El obstáculo que se interpone entre ella y su éxito es el miedo, el miedo al fracaso. Pero sabe que tiene que hacerlo. Ha estado prolongando este momento durante muchos minutos, deambulando alrededor del pabellón, pero ha llegado la hora de la verdad. Cierra los ojos, coge aire y atraviesa la puerta rápido, antes de que se arrepienta. Al fondo de la estancia está su obra, su todo, ahí se encuentra ‘Sakountala’.
La lluvia de Camille
La vida de Camille Claudel se reconstruye en la novela a través de veintiún escenas tituladas solo por el año en el que ocurrieron, narradas en una prosa ágil y fluida, y un monólogo interior en dos partes, un guiño a la obra ‘El lamento de Portnoy’ de Philip Roth. La autora reconoce asimismo tener la simetría como una “manía propia” en su escritura, de ahí que todos los capítulos tengan la misma extensión y sean cómo ráfagas de un día concreto de un año concreto de la protagonista. La cohesión entre estas escenas se logra con la aparición de lugares comunes en la historia, como la sensación de calma que le produce a la escultora el tacto en el barro. Por otro lado, el tiempo narrativo y un lenguaje sencillo consiguen crear una Camille auténtica y cercana, “de carne y hueso”.
El estudio psicológico de personaje impregna toda la obra y sumerge al lector en las emociones de Camille, una niña llena de creatividad y entusiasmo, pero carente del cariño de su madre, quien la rechaza activamente desde su nacimiento. La artista encontrará en la escultura la confirmación de su presencia en el mundo y se convertirá en una mujer apasionada y valiente que inspirará a Rodin y llegará a competir con su talento. Ella misma diría en una ocasión: “la sociedad me castigó por haber superado en genio a mi maestro”.
La autora confiere a su obra de la misma delicadeza y sensibilidad que describe para las esculturas de Camille Claudel, deteniéndose en los detalles y utilizando un estilo que raya, en ocasiones, el lirismo. Una historia de amor y rechazo que reivindica la figura de una de tantas mujeres anónimas para la historia del arte, cuya fortaleza y temperamento fueron su sello y su “tumba”, mujeres a las que creyeron locas por soñar con el oficio propio de un hombre.
Más información en la web de la autora
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