Javier Valenzuela. Entrevista al autor de Demasiado tarde para comprender
Javier Valenzuela es granadino. Trabajó trabajó tres décadas en El País como cronista de sucesos y fue reportero en las guerras de Oriente Próximo, corresponsal en Beirut, Rabat, París y Washington y director adjunto del periódico. En 2013 fundó tintaLibre, revista mensual del digital infoLibre. Demasiado tarde para comprender es su decimoquinto libro y la quinta novela negra que publica, de la que nos habla en esta entrevista. Le agradezco mucho su tiempo y amabilidad concedidos.
Javier Valenzuela — Entrevista
- ACTUALIDAD LITERATURA: Tu nueva novela lleva por título Demasiado tarde para comprender. ¿Qué nos cuentas en ella y de dónde surgió la idea?
JAVIER VALENZUELA: Es una novela negra que transcurre en el Madrid de 1984. He querido revivir aquella ciudad luminosamente oscura que era el Madrid de la Movida. De un lado había una explosión de vida en libertad, que se manifestaba en la música, el cine, la pintura, la fotografía y las fiestas, pero de otro lado existía una tremenda inseguridad ciudadana. Aquel también era el tiempo de los quinquis y la heroína. Supongo que la idea de esta novela surgió de comprobar que nadie había escrito algo así.
- AL: ¿Te puedes remontar a ese primer libro que leíste? ¿Y la primera historia que escribiste?
JV: Creo que el primer libro que leí fueron los Cuentos de la Alhambra, de Washington Irving, en una edición infantil, claro. Luego siguieron muchas novelas de Julio Verne, Emilio Salgari y Robert Louis Stevenson. Creo que de eso nació mi amor por los libros: los libros contaban historias estupendas, te hacían viajar y vivir aventuras. Empecé a ejercer el periodismo desde muy joven y a contar historias desde muchas ciudades y países diferentes. Pero eran historias periodísticas, esto es, verdaderas, relevantes y contrastables. Mi primer trabajo de ficción lo hice ya de muy mayor: la novela Tangerina, que es un noir que transcurre en Tánger.
- AL: ¿Un escritor de cabecera? Puedes escoger más de uno y de todas las épocas.
JV: Albert Camus, entre los franceses. Hemingway, entre los norteamericanos. Cervantes y Pérez Galdós, entre los españoles. Y en materia de literatura negra, los clásicos Dashiell Hammett, Raymond Chandler y Patricia Highsmith y los españoles Juan Madrid, Alexis Ravelo y Marta Sanz.
- AL: ¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer y crear?
JV: El pirata John Silver El Largo, de La isla del tesoro, de Stevenson. Asumo enteramente la canción de Joaquín Sabina: «Si me dan a elegir entre todas las vidas, yo escojo la del pirata cojo, con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo. El viejo truhan, capitán de un barco que tuviera por bandera un par de tibias y una calavera». Me encantan los piratas, eran absolutamente libertarios.
- AL: ¿Alguna manía o costumbre especial a la hora de escribir o leer?
JV: Cuando escribo novelas me gusta tener a mano algo relacionado con su tema. Por ejemplo, cuando redactaba Pólvora, tabaco y cuero tenía sobre mi escritorio una pistola Star 1922, una semiautomática del calibre 9 largo fabricada en Éibar para la Guardia Civil. En el caso de Demasiado tarde para comprender, no empezaba a escribir un capítulo hasta haber oído varias veces el tema que iba a darle título. Canciones tanto de Nacha Pop, Radio Futura e Ilegales como de Los Chichos y Los Chunguitos. Son mi modo de sumergirme un determinado tiempo y lugar.
- AL: ¿Y tu sitio y momento preferido para hacerlo?
JV: He escrito mis cinco novelas ya publicadas entre Tánger, la Alpujarra y Salobreña. Lugares tranquilos, donde puedo pasarme seis o siete horas seguidas escribiendo sin excesivas molestias. Y lugares hermosos, donde, al caer la tarde, puedo salir a dar un paseo con vistas estupendas y reunirme a tomar unas cervezas con amigos.
- AL: ¿Hay otros géneros que te gusten?
JV: ¿Además del género negro? Sí, claro. Leo muchos libros de historia y filosofía. La historia está llena de fantásticas historias reales, historias que suelen superar la imaginación del escritor más fértil. Y la filosofía, especialmente la de Epicuro, Nietzsche y Camus, me reconcilia con la vida, me proporciona eso que los francés llaman joie de vivre, alegría de vivir.
- AL: ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?
JV: Estoy releyendo, casi medio siglo después, Conversación en la catedral, de Vargas Llosa. Pero ahora prestando muchas más atención a la forma que al fondo, a la técnica narrativa que a las historias de este libro. Vargas Llosa hizo en esta novela un ejercicio titánico y admirable de arquitectura narrativa.
Y como terminé no hace mucho Demasiado tarde para comprender, ahora no estoy escribiendo ficción, tan solo artículos periodísticos. Cuando escribo novela no leo novela, tan solo historia o filosofía, para no contaminarme. La ficción ajena la dejo para los períodos de barbecho.
Panorama y actualidad
- AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial?
JV: Está claro que el panorama editorial está dominado por tres o cuatro grupos inmensos grupos empresariales que sitúan magníficamente a sus autores y productos en las librerías, los medios de comunicación y los premios literarios. Este es el poder del dinero. Pero también existen decenas de maravillosas editoriales pequeñas e independientes que publican obras magníficas e intentan que sobrevivan bajo el peso comercial aplastante del bestseller. Yo les tengo una gran admiración y un gran cariño a nuestros David editoriales.
- AL: ¿Te está siendo difícil el momento que estamos viviendo o podrás quedarte con algo positivo tanto en el ámbito cultural como en el social?
JAVIER VALENZUELA: El mundo del siglo XXI está excesivamente dominado por la codicia, el narcisismo y el exhibicionismo. Hasta el punto de que sus triunfadores son los influencers en redes sociales y los ganadores de concursos de telerrealidad. Pero también tiene cosas muy positivas. Una de las más estimulantes es el extraordinario empuje que ha adquirido la justa causa de la igualdad de las mujeres.
Me encanta el masivo rechazo social que ha tenido la conducta machirula del presidente de nuestra federación de fútbol. Y debo decir que fui de los millones de compatriotas que se sintieron muy felices cuando nuestra selección femenina ganó el Mundial de Australia. Por ahí vamos bien.
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