Rubén Darío y Jorge Guillén. Dos grandes que cumplen años.

Rubén Darío y Jorge Guillén son dos grandes de la poesía universal en castellano y los dos comparten día de nacimiento, que es hoy. Difícil no haberlos leído alguna vez. Referentes del modernismo y de la Generación del 27, ambos son fundamentales en la construcción de una poesía nueva. Para recordarlos ahí van algunos versos de forma de sonetos y poemas cortos.

Rubén Darío

Lo bautizaron como Félix Rubén García Sarmiento en Nicaragua en 1867, pero es mundialmente conocido por su seudónimo: Rubén Darío. Se convirtió en el máximo referente del modernismo en español, principalmente con su obra Azul…, aunque también tuvo influencias de escritores franceses. Como títulos fundamentales tenemos Abrojos, Canto épico a las glorias de Chile, Rimas, dedicada a Bécquer, Canción de otoño en primavera o Cantos de vida y esperanza.

Margarita

¿Recuerdas que querías ser una Margarita
Gautier? Fijo en mi mente tu extraño rostro está,
cuando cenamos juntos, en la primera cita,
en una noche alegre que nunca volverá.

Tus labios escarlatas de púrpura maldita
sorbían el champaña del fino baccarat;
tus dedos deshojaban la blanca margarita,
«Sí… no… sí… no…» ¡y sabías que te adoraba ya!

Después, ¡oh flor de Histeria! llorabas y reías;
tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo;
tus risas, tus fragancias, tus quejas, eran mías.

Y en una tarde triste de los más dulces días,
la Muerte, la celosa, por ver si me querías,
¡como a una margarita de amor, te deshojó!

Soneto

Este gran don Ramón de las barbas de chivo,
cuya sonrisa es la flor de su figura,
parece un viejo dios, altanero y esquivo,
que se animase en la frialdad de su escultura.

El cobre de sus ojos por instantes fulgura
y da una llama roja tras un ramo de olivo.
Tengo la sensación de que siento y que vivo
a su lado una vida más intensa y más dura.

Este gran don Ramón del Valle-Inclán me inquieta,
y a través del zodíaco de mis versos actuales
se me esfuma en radiosas visiones de poeta,

o se me rompe en un fracaso de cristales.
Yo le he visto arrancarse del pecho la saeta
que se lanzan los siete pecados capitales.

Jorge Guillén

Nacido en Valladolid en 1893, de joven se licenció en Filosofía y Letras y estuvo viajando por Europa. Fue por entonces cuando comenzó a escribir una obra que se reeditaría varias veces a medida que iba añadiendo poemas: Cántico. También publicó las primeras poesías que lo dieron a conocer en algunas revistas literarias.

Trabajó como lector de español en La Sorbona, estuvo preso durante la Guerra Civil tras la que se exilió para establecerse en Estados Unidos como profesor en varias universidades, Harvard entre ellas. Guillén perteneció a la Generación del 27 y ganó varios premios, entre ellos el Cervantes, que recibió en 1976.

Desnudo

Blancos, rosas… Azules casi en veta,
retraídos, mentales.
Puntos de luz latente dan señales
de una sombra secreta.
Pero el color, infiel a la penumbra,
se consolida en masa.
Yacente en el verano de la casa,
una forma se alumbra.
Claridad aguzada entre perfiles,
de tan puros tranquilos
que cortan y aniquilan con sus filos
las confusiones viles.
Desnuda está la carne. Su evidencia
se resuelve en reposo.
Monotonía justa: prodigioso
colmo de la presencia.
¡Plenitud inmediata, sin ambiente,
del cuerpo femenino!
Ningún primor: ni voz ni flor. ¿Destino?
¡Oh absoluto presente!

Del transcurso

Miro hacia atrás, hacia los años, lejos,
Y se me ahonda tanta perspectiva
Que del confín apenas sigue viva
La vaga imagen sobre mis espejos.

Aun vuelan, sin embargo, los vencejos
En torno de unas torres, y allá arriba
Persiste mi niñez contemplativa.
Ya son buen vino mis viñedos viejos.

Fortuna adversa o próspera no auguro.
Por ahora me ahínco en mi presente,
Y aunque sé lo que sé, mi afán no taso.

Ante los ojos, mientras, el futuro
Se me adelgaza delicadamente,
Más difícil, más frágil, más escaso.



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