Resumen de La Ilíada
En 1870, Johann Ludwig Heinrich Julius Schliemann, un millonario hombre de negocios y arqueólogo aficionado nacido en Prusia, lideró la expedición que descubrió los restos de Troya. Así, se confirmó la existencia de la ciudad descrita por Homero en La Ilíada, uno de los poemas épicos más famosos de todos los tiempos.
El lugar: Hissarlik, una colina contigua al canal de Dardanelos (Turquía). Allí ocurrió la guerra que culminó con la destrucción de la metrópoli troyana por parte de los griegos micénicos alrededor del año 1250 a.C. Luego, la región fue habitada por helenos y romanos de forma discontinua hasta el s. XIII d.C. Desde entonces, todo lo conocido sobre la mítica ciudad provino de las letras de Homero.
¿Quién fue Homero?
A pesar de ser uno de los nombres ilustres de la literatura antigua, los historiadores no terminan de alcanzar un consenso en torno a Homero. El motivo: es imposible saber con certeza si vivió o no, pues —hasta la fecha— no se han recabado evidencias sólidas sobre su existencia. Por ello, muchas investigaciones concluyen que en realidad se trató de varios escritores de aquel tiempo.
Otros especialistas en Historia afirman que los poemas épicos inmortales de Homero —La Ilíada y La Odisea— son recopilaciones de la tradición helénica ancestral. En cualquier caso, la leyenda apunta a un poeta ciego del siglo VIII a.C., nacido en alguna ciudad de la Antigua Grecia. (Las localidades probables son Argos, Atenas, Colofon, Esmirna, Ítaca, Quíos, Rodas o Salamina).
Importancia de La Ilíada
En primer lugar, la tradición y el arte helénico antiguo son estimados como la raíz de las manifestaciones de todas las culturas del mundo occidental. Por consiguiente, los poemas épicos de Homero representan una ventana mística que ha permitido a la civilización moderna conocer la estética, las artes y las costumbres de la Antigua Grecia.
En un sentido más específico, La Ilíada presenta la guerra de un modo idealizado a través de la contraposición de arquetipos (Aquiles, Héctor, Andromaca)… Esta trama de personajes surgida en esa época ha sido perenne en la literatura hasta hoy. Además, el hecho de haberse transmitido de manera oral de una generación a otra durante decenas de siglos, realza la importancia de esa epopeya.
Resumen
Contexto
La Ilíada no abarca todos los acontecimientos concernientes a la contienda bélica entre Troya y Grecia. Cabe recordar que el conflicto comenzó tras la huida de Helena para irse con París, el príncipe de Troya. Esa fuga indignó a Menelao, quien imploró la ayuda de su hermano Agamenón —rey de Micenas— para invadir la ciudad regida por el rey Príamo y rescatar a su mujer.
La plaga
Cuando la guerra entró en su décimo año, los helenos asaltaron la ciudad de Crisa. En medio del saqueo, los líderes aqueos raptaron a dos hermosas damiselas como premio. Por una parte, Agamenón se hizo con Criseida, mientras que Aquiles —descrito como el guerrero más apuesto, fuerte y veloz de todos— apresó a Briseida.
Seguidamente, Crises —sacerdote de Crisa, padre de Criseida y devoto de Apolo— pidió en vano la devolución de su hija al mencionado monarca. Ante la negativa, el religioso imploró la ayuda del dios del sol, quien envió una plaga de ratas al campamento griego. Poco después, el adivino Calcante predijo que la epidemia permanecería hasta que la doncella en cuestión fuese liberada.
La ira de Aquiles
Tras ceder a su esclava, Agamenón decidió tomar a Briseida. En consecuencia, Aquiles enfureció y optó por abandonar el campamento (con el beneplácito de Zeus). Asimismo, el semidiós solicitó la ayuda de su madre, la diosa Tetis. Ésta medió un alto al fuego entre griegos y troyanos gracias a la intervención de Zeus. Pero el pacto es violado al poco tiempo por los troyanos.
El duelo
El máximo dios del Olimpo se le presentó en un sueño a Agamenón para increparle que debía continuar con la invasión a Troya. Al reiniciarse los combates, París propuso un duelo a Menelao, éste aceptó. Entretanto, Agamenón y Héctor —príncipe troyano encargado de la defensa de la ciudad— acordaron que el ganador se quedaría con Helena y se declararía ganador de toda la guerra.
La lucha fue observada por Helena y Príamo desde los muros de la ciudad hasta que Menelao hirió a París. En ese momento, Afrodita intervino para rescatar al último y dejarlo a salvo en su habitación junto a Helena. En paralelo, Zeus convocó a los demás dioses del Olimpo con el propósito de acabar las confrontaciones y evitar la destrucción de Troya.
La influencia de los dioses
Hera —esposa de Zeus— se opuso fervientemente a la tregua debido a la injerencia previa de la diosa del amor (a quien odia). Entonces, el dios del trueno envió a Atenea para romper el alto al fuego. Por este motivo, la diosa de la sabiduría convenció a Pándaro de dispararle una flecha a Menelao. De ese modo se reiniciaron las hostilidades.
En el bando heleno, un inspirado (por Atenea) Diomedes mató a Pándaro y casi ejecuta a Eneas, de no ser por la injerencia de Afrodita. Sin embargo, la deidad de la pasión también resultó herida, lo cual, suscitó la intrusión de Ares. Mientras tanto, Héctor reunió a un buen número de mujeres en el castillo de Troya para calmar a Atenea mediante rezos.
Honor
Héctor increpó a su hermano París por abandonar la pelea y lo llevó de regreso a las afueras de la ciudad. Una vez en el campo de batalla, Héctor solicitó un duelo al que ningún griego se atrevió a responder en primera instancia. Luego, Menelao se ofreció, pero Agamenón le impidió combatir. Al final, Ajax fue el elegido por sorteo para enfrentarse al guardián troyano.
Transcurridas muchas horas de contienda, no hubo un ganador entre Héctor y Ajax, de hecho, ambos guerreros reconocieron la pericia de su contrincante. Durante la gresca, los helenos aprovecharon para levantar un muro para proteger sus naves en la playa.
El avance troyano
Zeus declaró la victoria eventual de los troyanos y pronosticó la muerte de Patroclo, primo y amigo cercano de Aquiles. Ciertamente, los troyanos rodearon el campamento heleno y tenían buenas posibilidades de obtener una victoria definitiva. A pesar del deteriorado estado de las tropas griegas y que los mejores guerreros helenos estaban heridos, Aquiles se resistió a volver a combatir.
Adicionalmente, Zeus pidió a los dioses que no actuaran en favor de algún bando. Por estas razones, Patroclo pidió la armadura a Aquiles para liderar al ejército heleno, aunque éste último le advirtió que no avanzara demasiado. No obstante, el primero ignoró la advertencia —envalentonado por su éxito al eliminar a numerosos enemigos— y acabó muerto a manos de Héctor (ayudado por Apolo).
El regreso de Aquiles
Héctor arrebató la armadura de Aquiles del cadáver de Patroclo. Al cabo de unos instantes, se desató una cruenta batalla en torno al cuerpo desnudo del vencido porque los aqueos deseaban recuperarlo para darle honores fúnebres. Cuando Aquiles se enteró de lo sucedido, fue consolado por su madre Tetis, quien le entregó una nueva armadura porque él decidió volver a luchar.
Los soldados troyanos, temerosos del retorno de Aquiles, querían refugiarse en los muros de su ciudad, pero Héctor dijo estar listo para enfrentarse al semidiós. Mientras tanto, Zeus indicó a los dioses que podían intervenir en pro del bando que quisieran. Efectivamente, Atenea, Hera, Poseidón y Hermes escogieron a los aqueos, en contraparte, Afrodita, Apolo, Ares y Artemisa apoyaron a los troyanos.
Venganza
Los dioses llegaron a luchar entre ellos mientras las tropas lideradas por un despiadado e invencible Aquiles forzaron el repliegue de los troyanos. Finalmente, Héctor debió enfrentarse al semidiós después de intentar escapar de éste con la protección de una nube enviada por Apolo. En cualquier caso, la suerte estaba echada: Héctor fue ejecutado por el hijo de Tetis.
A continuación, Aquiles ató por los tobillos el cuerpo de Héctor a un carro y lo arrastró alrededor de los muros de Troya bajo la mirada horrorizada de Andrómaca (la esposa del difunto) y Príamo. El maltrato al cadáver se extendió durante los nueve días siguientes a la par de la celebración de los juegos funerarios tras la cremación de Patroclo.
Compasión
Los dioses se indignaron a causa de las acciones de Aquiles e inspiraron a Príamo de incursionar en el campamento aqueo. Allí, el rey troyano suplicó por la devolución de los restos de su hijo para darle una sepultura adecuada; Aquiles accedió. Seguidamente, semidiós y monarca lloraron juntos la pérdida de sus seres queridos. La historia cierra con los homenajes realizados a Héctor en Troya.
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