La insoportable levedad del ser: resumen

Frase de Milan Kundera

Frase de Milan Kundera

La insoportable levedad del ser es una novela filosófica del dramaturgo checo Milan Kundena. Fue publicada en 1984 y está ambientada en Praga, durante el periodo de la invasión de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia (1968). Originalmente fue escrita en francés, sin embargo, tras su traducción al inglés fue exaltada por Elizabeth Hardwick como “una obra de la maestría, originalidad y riqueza más atrevidas”.

El autor utilizó la prosa narrativa para plasmar una dura historia de amor en la que expuso con sutileza lo controversial de la vida en pareja y los efectos de la tendencia comunista del momento. Gracias al certero uso de los recursos literarios y la bien llevada trama por parte de Kundena, con el paso de los años, la obra se ha convertido en referencia obligatoria del existencialismo. A raíz de su impacto, La insoportable levedad del ser recibió el premio literario de Los Ángeles Times en 1984.

Resumen de La insoportable levedad del ser

Levedad y peso

Tomas era un médico checoslovaco divorciado que vivía en Praga. En el fallido matrimonio —que duró dos años— nació un varón. Cansado de los conflictos por las visitas, cedió a la madre la custodia total. Durante casi una década de soltería tuvo muchas amantes, hasta que conoció a Teresa. Ella era una camarera llena de carisma que le atrapó de inmediato en un intenso enamoramiento.

Sin embargo, pese al compromiso, el hombre no contempló jamás dejar sus aventuras, ni abandonar a su amante más cercana: la artista liberal Sabina. De hecho, esta última fue quien le consiguió trabajo a Teresa —luego de que Tomas se lo pidiera—. Fue así como la novia oficial del médico consiguió pasar de mesera a ser fotógrafa para una revista.

Después de mantener por casi dos años una vertiginosa relación, finalmente —y para tratar de restringir un poco los celos de Teresa— contrajeron nupcias. En esos momentos el ambiente político se tornó muy tenso tras la llegada de las fuerzas soviéticas a la capital checa. Durante la inestable situación, Tomas recibió una invitación para trabajar en un hospital en Suiza. El médico, sin pensarlo, aceptó y se fue con su mujer y su perro —un mestizo entre san bernardo y pastor alemán llamado Karenin—.

Las andanzas del libertino hombre no cesaron ni siquiera en la calma del nuevo lugar que les recibió, y Teresa no era tonta, ella sabía muy bien todo. La mujer, sin esperanza de que las traiciones acabaran, abandonó al médico y regresó a Praga con Karenin.  Al cabo de cinco días, Tomas sintió un inmenso vacío, y, afectado por la ausencia de su esposa, decidió renunciar al trabajo y regresar a casa.

El alma y el cuerpo

Teresa mantenía el hábito de mirarse constantemente al espejo, nunca se había sentido a gusto con su cuerpo. Viendo su reflejo se condenaba a sí misma buscando algún parecido con la mujer protagonista de los traumas de su niñez: su madre.

Esta última tuvo varios pretendientes en su juventud. Sin embargo, quedó embarazada del menos próspero, y, tras nacer Teresa, se vio obligada a enlazar su vida con él.

A menudo, la amargada mujer le restregaba a Teresa que había sido concebida en un desliz, marcándole siempre como un terrible error en su vida. La terrible tortura psicológica por la que pasaba la chica cambió por un tiempo, cuando la madre abandonó el hogar para irse con un estafador.

Pasados unos años, murió el padre de Teresa. La tragedia obligó a la joven a mudarse al lugar donde se hallaba su madre, quien ya había concebido tres hijos del hombre con el que se había fugado.

En el nuevo nicho, la pobre muchacha volvió a los días de sometimiento, humillaciones y menosprecios por parte de su madre. La malvada mujer obligó a Teresa a abandonar sus estudios para trabajar como camarera —tenía apenas 15 años—.

A pesar de todos los malos tratos, Teresa insistía en ganarse el amor materno. Para lograr su cometido se encargaba de las faenas del hogar y de los cuidados de sus hermanos. Sin embargo, todos sus esfuerzos fueron inútiles. En ocasiones, la perturbada mujer merodeaba por la casa completamente desnuda, burlándose de la vergüenza que sentía Teresa. Esto causó traumas en la joven, que de por sí sentía rechazo por su propia figura y estaba llena de inseguridades.

Tal fue el repudio, la opresión y la humillación que le hizo vivir su madre, que Teresa decidió irse de casa y refugiarse en los brazos de Tomas. Al principio era feliz, ella quería ser el único cuerpo que él deseara, pero las constantes infidelidades la derrumbaban cada día. A menudo la atormentaban pesadillas con mujeres sin ropa junto a Tomas, viéndose ella como una más del montón.

Si bien Teresa siempre se creyó inferior a las otras mujeres, esto fue distinto en una sola ocasión: un día que visitó a Sabina para una sesión fotográfica. En el encuentro ambas terminaron retratadas desnudas. Para Teresa, estar detrás del lente de la cámara la hizo sentir protegida y libre de complejos. Allí, estuvo a la par de la amante de Tomas, embriagada por la desnudez y dirigida mentalmente por su esposo.

Sin embargo, dicha vivencia no repercutió en la vida de Teresa, cuya tristeza crecía día a día. Y no era para menos, pues al pesado pasado promiscuo de Tomas se sumó el recibir diariamente llamadas de una mujer que preguntaba por él. La pobre devastada esposa no aguantó más y decidió volver a Praga.

Palabras incomprendidas

Por otro lado, Sabina se relacionó con Franz, un maestro que vivía y enseñaba en Ginebra. Este hombre había estado casado por más de 20 años con Marie Claude —con quien tuvo una hija—, sin embargo: nunca la amó. Para el docente, enamorarse de la artista resultó sencillo, estaba cautivado por sus ideales y su atrevida manera de actuar.

Si bien él era amable y compasivo, juntos eran incapaces de conectarse de la forma que anhelaba Sabina. Tuvieron aventuras y encuentros sexuales en cada lugar posible; visitaron 15 hoteles europeos y uno norteamericano. Llegó un momento en que ella sintió estar al borde de sus emociones, y se negó a estar en una relación profunda contraria a su ideología.

Frase de Milan Kundera

Frase de Milan Kundera

Debido a la situación, la mujer se vio obligada a dejar a Franz. Para alejarse, viajó a París y luego se refugió en Estados Unidos. Franz, para lidiar con la ruptura, inició una amistad con ciertas libertades con una joven estudiante. No obstante, no pudo olvidar ni un día a su amada Sabina.

El alma y el cuerpo

Debido a sus trabajos, Tomas y Teresa manejaban diferentes horarios y casi no coincidían en casa. Ella debió retomar su antiguo oficio de camarera ­­­­­­­­después de que la despidieron de la revista. En ese lugar, los clientes constantemente le coqueteaban, algo que nunca le desagradó. Fue así como conoció a un ingeniero que, luego de algunas charlas, logró cautivarla.

Teresa decidió serle infiel a Tomas con ese hombre. Pero, luego del encuentro quedó llena de dudas e inquietudes. Su incertidumbre creció porque el ingeniero nunca volvió al bar, y, tras comentarios de clientes, Teresa comenzó a sospechar que fue un complot de las autoridades. También pensó que era una trampa para chantajear a su esposo con alguna foto.

Después de una visita al campo con Tomas, y agobiada por las dudas, Teresa contempló la idea de mudarse y despedirse de Praga.

La levedad y el peso

Tomas se dejó llevar por sus inclinaciones subversivas y redactó una dura crítica política para una revista de intelectuales. De inmediato, despertó las alarmas en las autoridades del nuevo régimen. A causa de esto fue perseguido y extorsionado para que delatara a la editorial cómplice de la publicación, pero él se negó.

Como consecuencia, debió abandonar su carrera de médico y se convirtió en un limpiador de vidrios. Tomas volvió a sus andanzas: en esta nueva etapa de su vida la pasó conquistando mujeres y recorriendo Praga. Durante los días siguientes se dedicó a buscar diferencias entre cada una de sus amantes. Sin embargo, nunca pudo borrar sus sentimientos por Teresa.

Al poco tiempo, un redactor protestante —a través de una trampareunió a Tomas con su hijo, a quien no veía hace mucho tiempo. Este se presentó como defensor de los perseguidos, y le solicitó firmar una carta para el presidente de la República con el fin de solicitar la amnistía de los presos políticos. En ese momento, la duda invadió al médico, muchas cosas pasaron por su cabeza, así que decidió declinar, pues todo le pareció sospechoso.

En una noche en la que un dolor estomacal y los sueños eróticos se apoderaron de Tomas, una sugerencia de Teresa lo sorprendió. Su mujer, al verlo preocupado por tantos encuentros desagradables, le propuso mudarse al campo. Al principio parecía una locura, sin embargo, tras pensarlo mejor, a Tomas no le desagradó la idea.

La gran marcha

Tras pasar una década, Sabina se radicó en Estados Unidos. Allí se dedicó a cuidar a un matrimonio de ancianos, a quienes adoptó como familia. En este nuevo comienzo lejos de Praga continuó vendiendo sus cuadros y se desprendió de todo prejuicio material para así vivir de manera más simple y ligera.

Paralelamente, Franz seguía teniendo presente a la artista —a pesar de continuar casado—, pensaba en ella constantemente. Un día un amigo lo invitó a participar en una marcha de protesta, allí fue víctima de un robo y terminó herido de gravedad.

Despertó en una sala médica en Ginebra con el deseo de ver a Sabina, pero a su lado solo se encontraba su esposa Marie Claude. Allí, convaleciente, imposibilitado para moverse y hablar, cerró los ojos y murió aferrado al recuerdo de su amante.

La sonrisa de Karenin

Por su parte, Tomas y Teresa consiguieron retirarse al campo en búsqueda de la paz que no habían tenido durante los últimos años. Se alejaron de la desleal vida de pareja que compartieron en Praga para entregarse a una unión mutua y más sana. En ese lugar, ella se dedicó a criar ganado y leer, mientras que él le confesó ser realmente feliz.

Al poco tiempo tuvieron que enfrentar juntos el dolor de ver enfermo de cáncer a su fiel compañero Karenin. El animal no soportó el padecimiento y falleció.

La pareja asumió la muerte de su preciada mascota como el cierre de las adversidades del pasado. A partir de allí, se orientaron a darse toda la intimidad y fidelidad que les faltó en los años anteriores.

Sobre el autor

Milan Kundera

Milan Kundera

Milan Kundera nació en el año 1929 en la región de Moravia, en la República Checa. Sus estudios secundarios fueron en musicología y composición musical. Luego, ingresó en la Universidad Carolina de Praga en la carrera de literatura y estética. Sin embargo, tras dos semestres se cambió a la Facultad de Cine de la Academia de Praga donde se graduó en 1952.

Se ha desempeñado como novelista, escritor de cuentos cortos, dramaturgo, ensayista y poeta. En su carrera cuenta con 10 novelas, entre las que destacan sus obras: La broma (1967), El libro de la risa y el olvido (1979) y La insoportable levedad del ser (1984).



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