1984
1984 es la novela más emblemática del escritor y periodista británico Eric Arthur Blair, conocido mundialmente bajo su seudónimo, George Orwell. Publicada el 9 de junio de 1949, no es la primera obra considerada como distópica, más si fue el título que puso de moda este término en todo el mundo.
Este libro obtuvo un enorme éxito comercial desde su instalación por primera vez en los anaqueles de las librerías. Desde entonces, regresa con cierta regularidad a lo más alto de las listas de ventas. El último gran repunte tuvo lugar en 2016, cuando Donald Trump resultó electo —para sorpresa de muchos— como el 45° presidente de Estados Unidos.
El autor
Eric Arthur Blair nació el 25 de junio de 1903, en Motihari, una ciudad ubicada dentro de los inmensos territorios coloniales británicos en India. Durante su vida fue un férreo luchador contra los sistemas totalitarios e imperialistas. Incluso, durante su juventud llegó a rebelarse contra su propio gobierno en Birmania.
Más adelante viajó a España para sumarse en la defensa de la República ante la arremetida del franquismo. De hecho, casi es fusilado en Cataluña por ello (escapó milagrosamente). Todas estas vivencias, junto con la oposición a los regímenes nazis y estalinistas están presentes en muchas de sus obras. Un rasgo evidente en 1984, así como en su otra novela icónica: Rebelión en la granja.
Años de investigación periodística
Orwell, el periodista, se empleó a fondo para recopilar durante al menos cinco años todos los datos incluidos en el texto. Estos representaron detalles tremendamente esclarecedores para el público de mediados del siglo XX. La lectura de este repaso histórico permitió a muchos entender el cúmulo de sucesos convulsos acaecidos en Europa desde la Gran Guerra.
El título 1984 ubica la trama en un futuro distante, por este motivo en su momento fue considerado como un “ensayo profético”. Aunque el propio escritor aclaró en más de una vez que no se trataba solo de elucubraciones sobre el porvenir de la humanidad. Era principalmente una revisión satírica de cosas ocurridas hasta la primera mitad del siglo XX.
A la posteridad
Rebelión en la granja se publicó en 1945; 1984 en 1949… George Orwell murió un año después, víctima de una tuberculosis de larga data. Como muchos de los grandes artistas de todos los tiempos, no pudo disfrutar en pleno del éxito de su obra. Esto no es un hecho menor, pues se le considera uno de los escritores más influyentes de todo el siglo XX.
Es más, su influencia se mantiene vigente ya bien entrado el nuevo milenio. Además, a él se le debe el adjetivo “orwelliano”, una palabra empleada actualmente para referirse a regímenes totalitarios. También, el término hace referencia a sistemas que deliberadamente destruyen la historia y la cultura de sociedades enteras para adecuarlas a sus intereses.
1984, en pocas palabras
Londres, 1984. La urbe inglesa, junto con el resto de las Islas Británicas forman parte de Oceanía. En realidad, representan una de las tres grandes potencias en las cuales está dividido el mundo dentro. Los territorios de este mega estado incluyen Irlanda, el sur de África, América en su totalidad, Nueva Zelanda y Australia.
Las otras dos naciones existentes son Eurasia —conformada por Unión Soviética y el resto de Europa (salvo Islandia — y Asia Oriental, un compendio entre China, Japón y Corea. Estos grupos siempre están en guerra (el rubro económico más importante, por ende, debe mantenerse a flote a cualquier precio). Al mismo tiempo, los conflictos bélicos son un método perfecto para controlar a la población.
Los personajes
Winston Smith es el protagonista y relator. Trabaja en una de las competencias ideadas para mantener al régimen en el poder: el Ministerio de la Verdad. Su labor consiste en reescribir la historia para adecuarla a los intereses del gobierno. En este punto, no importa si debe escribir ciencia ficción y deshacer los registros de los hechos reales. Por esta razón, él está asqueado del sistema imperante.
Sus deseos de cambio lo impulsan a unirse a una Hermandad de Resistencia junto a Julia, la chica de quien se enamoró y comparte los mismos ideales. Pero la supuesta organización revolucionaria resulta ser otro método de control. Ambos personajes son capturados, torturados y obligados a aceptar como incuestionable toda información gubernamental, aunque sea “dos más dos igual a cinco”.
Los iconos
1984 presenta con escalofriante precisión conceptos y artilugios muy vigentes hoy en día. El primer término acuñado fue el de Gran Hermano, vino de la mano con la idea de estado omnipresente y vigilancia total. Hay gadgets (pantallas) colocadas con el fin de monitorear cada movimiento de las personas.
Actualmente, las voces más radicales en contra de la Revolución Digital señalan que Alexa o Google cumplen hoy en día más o menos con la misma función de rastreo poblacional. A decir verdad, gran parte de las teorías conspirativas de las últimas décadas se basan en este tipo de pensamientos orwellianos.
¿Ciencia ficción profética?
La “policía del pensamiento” es otro de los emblemas de 1984. Su fin último es colaborar, junto con las carteras ministeriales (aparte del Ministerio de la Verdad también están los del Amor, la Abundancia y la Paz) con la supresión de la idea del Yo. Por consiguiente, el individualismo está prohibido, pues la sociedad debe ser una masa homogénea dominada a través del miedo y la guerra.
Sin palabras
Por otra parte, la manipulación de la información es uno de los aspectos más profundizados por Orwell en su relato, así como en el uso de la neo-lengua. Este es un sistema creado para recortar las palabras con la idea tachar como inexistente a todo aquello que no pueda pensarse.
Obviamente, las semejanzas con el mundo actual son abundantes. En tiempos donde las noticias se comparten principalmente a través de las redes sociales, es imposible tener absoluta certeza de cuáles son los límites entre la verdad y la mentira. En complemento, los emojis están cada vez más cerca de dejar a la población sin palabras.
¿Hay futuro?
Sin ánimo de spoilers, el cierre de 1984 es completamente pesimista. El texto termina con la descripción de un universo en donde la dominación es irreversible. Al extrapolar esta preocupación a “la vida real”, ¿la humanidad todavía tiene escapatoria?… Podría ya ser demasiado tarde.
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