Toti Martínez de Lezea: «Las vivencias y la forma de ver la vida son intransferibles»
Toti Martínez de Lezea tiene una larga y muy reconocida trayectoria como escritora de novela histórica. Son muchos los títulos como Las torres de Sancho, La herbolera, Y todos callaron, La breza, Enda, Itahisa, La cadena rota o Tierra de leche y miel. Y nos espera uno nuevo para octubre.
En esta entrevista nos habla un poco sobre sus libros, autores y personajes favoritos, además de adelantarnos ese nuevo lanzamiento y contarnos cómo ve el panorama editorial actual. Le agradezco enormemente su gran amabilidad y tiempo dedicados.
ENTREVISTA A TOTI MARTÍNEZ DE LEZEA
- ACTUALIDAD LITERATURA: ¿Recuerdas el primer libro que leíste? ¿Y la primera historia que escribiste?
TOTI MARTÍNEZ DE LEZEA: Tanto como recordar el primer libro que leí… ¡ha pasado tiempo! Sí puedo decirte que el aparato de televisión entró en mi casa cuando yo tenía unos 13 años y que mis padres, ambos, eran grandes lectores y crecí entre libros. También sé que mis primeras lecturas fueron los cuentos de Andersen, los de los hermanos Grimm, las leyendas vascas recogidas por don José Miguel de Barandiarán a comienzos del siglo XX.
En cuanto a la primera historia que escribí… ¡En el instituto era buena en redacción! Fui guionista de televisión, monté dos grupos de teatro y también escribía yo los guiones, pero digamos que la primera en mi faceta de escritora fue La Abadesa, aunque la primer en ser publicada fue La calle de la Judería en 1998.
- AL: ¿Cuál fue el primer libro que te impactó y por qué?
TML: La respuesta es más o menos la misma, no lo recuerdo, aunque sí recuerdo obras como El conde de Montecristo, de Dumas, 25.000 leguas de viaje submarino, de Julio Verne, o La isla del tesoro, de Stevenson, que leí siendo muy joven. Aquellas lecturas me llevaron a querer más y actualmente nuestra biblioteca familiar contiene unos 15.000 libros.
¿Por qué me impactaron? Porque me iniciaron en la Historia y en los viajes, en culturas desconocidas, modos de vida, aventuras, tradiciones… ¡y sigo!
- AL: ¿Quién es tu escritor favorito? Puedes escoger más de uno y de todas las épocas.
TML: No tengo ninguno y tengo muchos. Cada una de mis épocas ha tenido sus autores, dependiendo de lo que me interesaba en cada momento. Si tuviera que mencionar a algunos, no sé… Victor Hugo, Dumas, Tolstoï, Dostoievsky, Zola… ¡Soy bastante decimonónica!
- AL: ¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer y crear?
TML: Je, je, je, ¡qué pregunta! Conocer quizás a Jean Valjean, el protagonista de Los miserables, o a Edmond Dantès de El conde de Montecristo. En cuanto a crear a cualquier personaje ya creado, pues a ninguno. Cada autor tiene su mundo, y sus protagonistas son obra de la imaginación; las vivencias y la forma de ver la vida son intransferibles.
- AL: ¿Alguna manía a la hora de escribir o leer?
TML: Antes encendía un cigarrillo, que normalmente se quemaba en el cenicero. Ahora he dejado de fumar, pero lo que sí hago es poner música. Tanto cuando escribo como cuando leo busco un sonido que me acompañe, que de alguna forma me ayude a recrear lo que leo o escribo.
- AL: ¿Y tu sitio y momento preferido para hacerlo?
TML: Tengo una habitación para trabajar. Leer lo hago en cualquier parte, ¡incluso en la cocina mientras espero a que se cuezan los macarrones! Normalmente escribo después de comer y hasta la hora de cenar. A veces sigo incluso hasta altas horas de la madrugada, entre seis y ocho horas diarias.
- AL: ¿Qué escritor o libro te ha influido en tu trabajo como autor?
TML: Supongo que unos cuantos. Cuando se es lectora vocacional, cuando se han leído incontables libros de autores muy diferentes, estilos, tramas, formas, léxicos, todo influye, permanece en el subconsciente, en especial cuando se trata de escribir. No tengo un autor o una obra determinada, pero sí es cierto que me apasiona la literatura del siglo XIX, así que, probablemente, la influencia me viene de ahí.
- AL: ¿Tus géneros favoritos además del histórico?
TML: Cualquiera que tenga algo interesante que contarme. No me interesa leer solo por leer sin que detrás haya una visión crítica de una situación, época o hechos determinados. Por poner un ejemplo, además de estar bien escrita, una novela negra o dramática, tan en boga en estos momentos, tiene que contarme algo más que uno o más asesinatos o que una descripción de unas relaciones sexuales. Tiene que tener un fondo, una crítica o un juicio de los hechos y caracteres relatados, de lo contrario pierdo el interés y no la acabo.
- AL: ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?
TML: Acabo de terminar un libro preciosísimo titulado El infinito en un junco, de Irene Vallejo. Es un ensayo que trata de la invención de los libros en el mundo antiguo, una verdadera delicia cómo está escrito y lo que cuenta. Ha sido todo un descubrimiento. Y acabo de empezar Mongo Blanco, de Carlos Bardem, una historia dura sobre el esclavismo en el siglo XIX y novela ganadora del premio Spartaco de novela histórica.
En cuanto a escribir, ya te he comentado que acabé la novela de este año en febrero. Saldrá en octubre o por ahí. El título: La editorial, y no es histórica, ¿o tal vez sí?
- AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial para tantos autores como hay o quieren publicar?
TML: Mal, mal… Siempre lo ha estado, pero ahora lo está más debido a la situación actual y a las nuevas tecnologías: Internet, redes, plataformas… Por otra parte, no hay lectores para tantos libros como se publican, y existe algo más: cualquier trabajo precisa conocimiento y experiencia, pero resulta que a escribir aprendemos con cinco años. Juntar palabras no significa saber escribir un libro, como cantar a voz en grito no significa que una sea cantante de ópera. Hay tres condiciones para ser escritor: haber leído mucho, dedicarle tiempo y, sobre todo, tener algo que contar, algo que no es tan fácil como parece.
- AL: ¿Te está siendo difícil el momento de crisis que estamos viviendo o podrás quedarte con algo positivo para futuras novelas?
TML: En realidad, no me está costando mucho. Vivimos en un pueblo, tenemos una huerta, no somos de salir, y nuestro tiempo transcurre entre música y libros. Aunque sí es cierto que estoy vaga vaga. No he escrito una línea en estos cuatro meses, quizás porque la novela de este año ya estaba acabada, así que no tengo prisa. No creo que me quede con nada de esta situación, a no ser la manipulación y el control de los que estamos siendo objeto los ciudadanos de a pie que como siempre, pagamos y pagaremos las consecuencias.
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