Haruki Murakami
Haruki Murakami es el escritor japonés de la actualidad más conocido en el mundo entero. Hablamos de un autor superventas en toda la extensión del término. Catalogado como surrealista, aunque se ha aventurado más de una vez con el realismo. La combinación de rasgos occidentales con características propias de la idiosincrasia nipona forma parte de su estilo propio.
La soledad, la melancolía y el amor son algunos de sus temas recurrentes. Sus universos pasan desde las atmósferas más opresivas —distopías, en términos literarios— hasta el onirismo más esperanzador. Por ello, ha sido reconocido con múltiples premios durante toda su trayectoria. Es más, sus lectores más apasionados año tras año se quejan porque aún no ha sido reconocido con el Nobel de Literatura.
De Kioto para el mundo
Nacido el 12 de enero de 1949 en Kioto, vivió gran parte de su juventud en Kobe. Precisamente, estas urbes, junto con Tokio, son algunos de los escenarios recurrentes explorados por Murakami a través de sus personajes. Porque muchos de sus relatos giran precisamente en torno a ese verbo: explorar.
El amor por las letras lo heredó directamente de sus padres; ambos se dedicaban a la enseñanza de literatura japonesa. Asimismo, desde temprana edad recibió bastante influencia de la cultura occidental. Hasta la fecha, su obra abarca 14 novelas, 5 colecciones de relatos, 5 cuentos ilustrados y 5 ensayos.
La nostalgia en la obra de Haruki Murakami
Murakami sumerge a sus lectores en la más profunda introspección. Sus textos se componen de una mezcla fina entre realidad y fantasía, condimentada con una inmensa tristeza presente en prácticamente la totalidad de sus relatos. Por ende, sus narraciones son sumamente melancólicas, con una gran carga emocional en cada frase.
Una muestra: Kafka en la Orilla
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Con los libros de Murakami, los lectores experimentan las vivencias de sus personajes como si fueran en carne propia. En ellos, a veces cuesta ver una luz de esperanza entre tantos pensamientos nublados. Kafka en la orilla (2002) —para muchos el mejor trabajo del autor— compila todas las características narrativas mencionadas anteriormente.
Quienes tienen en libro entre manos no solo son testigos de lo que implica ser abandonado. No. Sino que también se sienten perdidos en un mundo de encuentros y desencuentros con caracteres que van entretejiendo, sin saberlo, la tragedia del protagonista. La doble trama intercalada de manera magistral en ingeniosa por Murakami no da tregua en ninguna línea.
La vida de Kafka Tamura aguarda al lector nostálgicamente en cada capítulo impar, mientras que la historia de Satoru Nakata les espera en los pares. Todo hilvanado meticulosamente hasta que sus caminos, indeteniblemente, coinciden.
Antes y después de Tokio Blues
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Tokio Blues (1986) no es su primera novela, no obstante, su publicación le abrió las puertas a la internacionalización. Representa un título consagratorio, el cual le permitió darse a conocer en Japón y en buena parte del mundo. Se vendió tan bien, que las regalías le alcanzaron para vivir junto a su esposa Yoko, primero en Europa y luego en Estados Unidos.
Paradójicamente el propio autor confesó alguna vez que cuando lo escribió, su reto era ser completamente realista. Sus trabajos previos —reeditados gracias al éxito de este libro, también conocido como Norwegian Wood— así como la mayoría de sus siguientes lanzamientos, son más fieles al “estilo clásico Murakami”. Esta forma narrativa peculiar podría definirse como “fantasías oníricas”.
¿Un autor depresivo?
Se trata de un autor realista, pero que no renuncia a otros rasgos fantasiosos. En Tokio Blues, Murakami se ve inmerso en la más profunda nostalgia. Igualmente, sí, el escritor explora sentimientos conexos como la depresión y la culpa. El uso del vocablo inglés blues en el título, no es por el color azul. De hecho, es debido a la “tristeza” del género musical, esa es la dirección adonde apunta precisamente el escritor.
Muchos fans y un número equivalente de haters
Sus libros mantienen divididos a los críticos y al público en general en dos grupos prácticamente idénticos en cuanto a tamaño. Pues Haruki Murakami es de esos artistas que se aman o se odian. No obstante, todos los críticos literarios parecen albergar una necesidad irrenunciable de emitir una opinión sobre él. Favorable o no… da lo mismo, sin importar si se ha leído poco o nada de su amplio catálogo.
El “problema” (destacando las comillas) viene suscitado por las expresiones particulares presentes en algunos de sus relatos. En ellos, la frontera entre lo sublime y lo cursi no la marca una “delgada línea roja”. En realidad, es un enorme manchón rosado contaminando todo aquello que alcanza.
¿Nadie es profeta en su tierra?
Quizá en donde más discusiones genera su figura es en Japón. Algunas voces descalificadoras le acusan de limitarse a decorar una imagen ficticia de su país, sin contradecir las ideas preconcebidas existentes en occidente. Claro, entendiendo por occidente solo a la Europa “acomodada” (Inglaterra, Alemania, Francia) junto a Estados Unidos.
Por otra parte, se cuestiona mucho (casi a modo de mal chiste) que se le considere el máximo exponente de la literatura nipona de las últimas décadas. Estas opiniones adversas están marcadas por la alta cantidad de referencias “occidentales” presentes en su obra.
El más “americano” de los japoneses
Murakami no ha ocultado en ningún momento su admiración por la música anglosajona, en especial por The Beatles (de allí el título alternativo para Tokio Blues). Sin embargo, su apreciación despectiva (demostrada reiteradamente) de agrupaciones como Duran Duran resulta controversial. De igual forma, en sus historias es evidente la influencia del cine hollywoodense.
El rey del marketing
Por último, y dejando por fuera cualquier consideración de orden estético, Murakami es de los autores que mejor ha sabido aprovechar las ventajas del marketing moderno. Cada lanzamiento o relanzamiento de cualquier texto con su firma es tendencia en internet durante semanas o meses. Los resultados económicos son verdaderamente impresionantes.
¿Suficiente como para que se le condene? ¿Un buen escritor no puede ser un superventas? Este tipo de debates son muy frecuentes por estos días. En este caso en particular —y en algunos otros, como el de Paulo Coelho, por ejemplo—, por momentos se percibe una falta de disimulo al momento de exprimir “la gallina de los huevos de oro”.
¿Para qué cambiar?
Es una máxima de los deportes y de los negocios: fórmulas ganadoras no se cambian. Al menos no mientras sigan siendo eficientes y rentables. Al final del día, los haters siempre son relevantes en esta ecuación. Ya lo dijo Oscar Wilde: The only thing worse than being talked about is not being talked about. Se traduce: lo único peor a que hablen mal de ti es que no hablen de ti.
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