La lírica

Federico García Lorca.

Federico García Lorca.

La lírica es la expresión escrita de los sentimientos. Se trata de un término amplio, en ocasiones difícil de delimitar según la óptica empleada para su demarcación. Sin lugar a duda, su trascendencia es invaluable. ¡Por què?, pues ha sido utilizada por escritores de todas las épocas para manifestar al mundo sentimientos, emociones y pareceres más profundos respecto a infinidad de temas.

Asimismo, se han escrito piezas líricas en prácticamente todos los idiomas occidentales. Usualmente, la lírica es dividida en varios subgéneros, los cuales van agrupados en dos bloques. A saber, los géneros mayores: la canción, himno, oda, elegía, égloga y sátira; y los géneros menores: el madrigal y la letrilla.

Orígenes

La lírica es uno de los géneros fundacionales de la literatura universal. Anterior a la dramaturgia y a la narrativa. Sin embargo, la aparición del vocablo que en la actualidad le da sentido no se empezaría a usar hasta el siglo XV. Antes se hablaba de poesía y sus distintas variantes.

Toma su nombre de la lira. Porque desde la Antigua Grecia y hasta el colapso del Imperio Romano, las obras poéticas eran composiciones muy vinculadas a este instrumento musical. Los versos —también había espacio para la prosa, pero no era lo común— se pensaban para ser cantados o recitados.

Evolución y desarrollo de la lírica

La lira y la poesía progresivamente fueron separando sus caminos. En consecuencia, la prosa se desarrolló lejos de la rigidez impuesta por las armonías y los ritmos consonantes. Además, se le concedió mayor libertad a juglares trovadores para hacer evolucionar el género.

Con la revolución acontecida con la llegada del Renacimiento, el rompimiento se hizo evidente. De hecho, este período representa un punto de inflexión. Desde entonces se manejan dos conceptos independientes, aunque irremediablemente emparentados entre sí: poesía lírica y canto lírico.

En el imaginario colectivo

Para un sector importante de la población, hablar de lírica en la actualidad está limitado exclusivamente a la idea del canto lírico. De igual forma, se hace una separación arbitraria (y no siempre exacta) entre “tenores y sopranos”. Es decir, en este punto se agrupan a todos los que “cantan lírica”. Sin importar si el registro vocal es distinto a los antes mencionados y los intérpretes de música popular.

El lirismo

Como concepto, el lirismo es todavía más tardío; su “debut” oficial está registrado en el año de 1829. Apareció en una carta de Alfred Victor de Vigny, destacado poeta, dramaturgo y novelista francés. En su opinión, “el lirismo más alto” tenía como destino convertirse en el equivalente de la tragedia moderna.

Características generales

Dada la amplitud del concepto, establecer las características generales de la lírica puede considerarse como un acto arbitrario. Sin embargo, es posible constituir un conjunto de rasgos comunes. A pesar de que la mayoría de ellos responden principalmente a ideas de corte “tradicionalista”.

Subjetividad total

José de Espronceda.

José de Espronceda.

Si la objetividad ya resulta una concepción abstracta —incluso utópica dentro de otros géneros literarios— en la lírica se prescinde de ella completamente. El autor tiene el deber y el derecho de ventilar con libertad sus sentimientos y emociones sobre determinados hechos o motivaciones.

Sin trama

Sí existen personajes; existe un protagonista (el “objeto lírico”); se describen algunos hechos. Pero en la lírica no tiene validez la representación de “trama”, la cual, sí es indispensable para la narrativa y la dramaturgia. Incluso hasta en algunos ensayos puede aplicarse —de modo totalmente arbitrario, tanto por parte de los escritores como por los lectores— cierto desarrollo argumental “narrativo”.

En este punto, se presentan algunas de las contradicciones al analizar por separado la poesía lírica del canto lírico. ¿El motivo? Bueno, la ópera (el subgénero por antonomasia al hablar de “lírica musical”) necesita de una “construcción dramática”. Por consiguiente, no puede renunciar a una trama “clásica”.

Para los poetas, poco tiempo

Salvo excepciones, la poesía lírica es una literatura breve, de pocas líneas. Cuando resulta muy extensa, se limita a pocas hojas. Este condicionamiento obedece en parte a sus orígenes, porque quienes cantaban y recitaban debían aprenderse los poemas de memoria. Sin embargo, esto no cambió ni con la llegada de la imprenta.

Refinamiento lingüístico

La belleza siempre ha sido un valor muy importante para los poetas. Por ello, la selección de las palabras no obedece exclusivamente a la búsqueda de la rima. Igualmente hay un interés de transmitir sensaciones mediante imágenes, lo cual, se consigue principalmente a través del uso de figuras como las metáforas.

No obstante, hasta la Edad Media este refinamiento lingüístico no podía colocarse por encima de la sonoridad y la melodía. El ritmo, aparte de la rima, constituían las herramientas básicas para alcanzar la tan anhelada musicalidad. Esta característica se ha perpetuado hasta muchas de las composiciones líricas actuales.

Una declaración del yo

En la lírica es indispensable la expresión subjetiva de los deseos del autor. Para este propósito, la mayoría de ellas están escritas en primera persona. Si bien algunos autores recurren a la tercera persona, es solo como un recurso poético. Por ende, no implica en ningún momento una renuncia a las opiniones personales.

La actitud lírica

La actitud lírica es un aspecto vital a la hora de construir estas piezas artísticas. En parte, resume el estado de ánimo del autor al momento de enfrentarse a su creación y, principalmente, al objeto lírico. Básicamente puede hacerlo de dos maneras contrapuestas y excluyentes: con optimismo o con pesimismo. Adicionalmente, la actitud lírica se clasifica en tres variantes:

Actitud enunciativa

El hablante lírico (el autor) presenta una narración cronológica de hechos que ocurren u ocurrieron al objeto lírico o a él mismo. De forma explícita o entre líneas, el narrador trata de presentar los acontecimientos de forma objetiva.

Actitud apelativa

Conocida también como actitud apostrófica. En este caso, el poeta interpela a otra persona que puede ser una figura representada por el objeto lírico o por el lector. El propósito es establecer un diálogo, independientemente si se producen o no respuestas.

Actitud expresiva

Sin filtros, el autor se abre al mundo de forma sincera; el hablante reflexiona y dialoga consigo mismo, ofreciendo opiniones y conclusiones personales. En algunos casos implica la comunión total entre el hablante y el objeto lírico.

Ejemplos de lírica

«Soneto XVII», Garcilaso de la Vega 

Pensando que el camino iba derecho,
vine a parar en tanta desventura,
que imaginar no puedo, aún con locura,
algo de que esté un rato satisfecho.

El ancho campo me parece estrecho,
la noche clara para mí es escura;
la dulce compañía, amarga y dura,
y duro campo de batalla el lecho.

Del sueño, si hay alguno, aquella parte
sola, que es imagen de la muerte,
se aviene con el alma fatigada.

En fin que como quiera estoy de arte,
que juzgo ya por hora menos fuerte,
aunque en ella me vi, la que es pasada.

“El viaje definitivo”, Juan Ramón Jiménez

Juan Ramón Jiménez.

Juan Ramón Jiménez.

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;
y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón de aquel mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico.

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

«Octava real», José de Espronceda

El estandarte ved que en Ceriñola
el gran Gonzalo desplegó triunfante,
la noble enseña ilustre y española
que al indio domeñó y al mar de Atlante;
regio pendón que al aire se tremola,
don de CRISTINA, enseña relumbrante,
verla podremos en la lid reñida
rasgada sí, pero jamás vencida.

«Al salir de la cárcel», Fray Luis de León

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso
con sólo Dios se compasa,
y a solas su vida pasa,
ni envidiado ni envidioso.

Fragmento de “La sangre derramada”, Federico García Lorca

¡Que no quiero verla!

Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.

¡Que no quiero verla!

La luna de par en par.
Caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras. (…)



from Actualidad Literatura https://ift.tt/3jQjCo8
via IFTTT Juan Ortiz

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los mejores libros españoles de la historia

Libros de suspenso y misterio

Carmen Mola: su trilogía