La muerte del comendador
La muerte del comendador es el lanzamiento más reciente del célebre escritor japonés Haruki Murakami. En este título, el eterno nominado al premio Nobel de Literatura brinda una historia emocionante y conmovedora, la cual, no deja indiferente a su enorme club de fans. Además —en una circunstancia típica de los “autores franquicia”— sigue sin convencer a su legión de haters.
De hecho, no abundan las reseñas objetivas sobre los dos tomos que componen esta historia. Esta gira en torno a un pintor con problemas existenciales y una búsqueda tan obsesiva como extraña. Las ideas preconcebidas alrededor de la obra de Murakami impiden un acercamiento “inocente” a estas nuevas líneas. ¿Es el precio de la fama y por la magnitud de su éxito?
El autor
Su nombre es sinónimo de súper ventas. Así como en algún momento lo fue Michael Jackson para la industria musical o Harrison Ford para Hollywood, un libro cuya portada lleve el sello de Haruki Murakami es un éxito seguro. Al mismo tiempo, las respuestas del público y la crítica suelen ser siempre las mismas: tan adorado como defenestrado por grupos cada vez mayores.
Llegó al mundo el 12 de enero de 1949, en Kioto. Esa ciudad, junto a Kobe y Tokio, monopolizan la mayoría de sus relatos. Del mismo modo, el autor demuestra frecuentemente su predilección por la música occidental. Especialmente, es evidente el amor que siente hacia The Beatles. En paralelo, expresa un odio casi visceral por el glam rock (particularmente hacia la banda Duran Duran).
El mundo interior de los protagonistas de Murakami
Sus personajes viven constantemente viajes turbulentos. Más allá de las vicisitudes externas —persecuciones laberínticas, en el caso de La muerte del comendador— el elemento realmente trascendente es el autodescubrimiento interior. Llegar hasta los confines más profundos de la introspección y hurgar todavía más allá.
Murakami, por medio de sus protagonistas, muestra especial interés por los mundos oníricos. Allí, expone una diatriba entre fantasía y realidad; a veces en planos superpuestos y, en otras tantas veces, en contextos complementarios. Los mismos pueden corresponder a los sueños, así como a “la verdad”: ¿se vive mientras se duerme o se duerme para vivir?
Argumento de La muerte del comendador
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La crisis eterna
Divorcios, separaciones, amores imposibles… Son situaciones comunes en muchos de los protagonistas de Murakami. Dichas características aparecen de nuevo en manos del retratista en torno al cual gira La muerte del comendador, Tomohiko Amada. Se trata un pintor proclive a inmiscuirse en tramas ajenas para llenar sus vacíos existenciales y una vida tan inocua como anodina.
Por ende, el protagonista tiende a proyectar en otros sus penurias, mientras alimenta sus propias esperanzas y las de terceros mediante soluciones fantasiosas e irreales. Por supuesto, muchas de estas “soluciones” son válidas. Incluso, en determinadas ocasiones marcan la diferencia entre vivir o morir. Finalmente, entiende la necesidad de evitar la peor de las desgracias: el olvido.
La muerte del comendador, en pocas palabras
Un retratista —cuyo nombre nunca llega a conocer el público— emprende un viaje sin destino. ¿Su destino?: las intrincadas carreteras montañosas del archipiélago japonés. ¿El detonante?: fue abandonado por su esposa. Por ello, la necesidad de huir, escapar, buscar, explorar, encontrar… encontrarse.
La crisis de una separación traumática también lo arrastra a dejar su arte. En medio de su periplo se encuentra con una mujer de quien cree enamorarse. Aunque entre ellos lo ocurrido es un violento round de sexo. Entonces, la dama desaparece sin dar explicaciones, aumentando en él los sentimientos de vacío y desesperanza.
Casualidades y causalidades
El coche del protagonista se avería. (Este es otro aspecto frecuente en las narraciones de Murakami: los autos japoneses aparentemente no son tan buenos como en el resto del mundo se cree. En especial, el autor considera a la marca Subaru como el equivalente asiático de la suiza Volvo: vehículos que pretenden ser de lujo, pero no lo son).
Introspección
Ahora el viaje será “interior”. Para este propósito a Tomohiko le será de mucha ayuda una hermosa casa en medio de una montaña. La vivienda pertenece a un pintor famoso anciano amigo suyo, cuyos últimos días transcurren en un centro de cuidados para adultos mayores.
Dentro de una misteriosa habitación (descubierta con una ayuda inexplicable), consigue una pintura titulada La muerte del comendador. Esta Pieza representa una escena de la famosa ópera Don Giovanni de Lorenzo da Ponte con música de Wolfgang Amadeus Mozart.
Una nueva desaparición
El retratista caído en desgracia recibe un encargo: dibujar a una joven adolescente. Este trabajo le permite volver a disfrutar de la pintura. Ya antes había recobrado el hábito, pero no de manera muy feliz, obsesionado con un hombre y su Subaru blanco. Asimismo, un trastornado Tomohiko vincula la desaparición de la mujer misteriosa (de la noche de lujuria) con su vehículo accidentado.
El encargo también traerá consigo un nuevo interés romántico: la tía de la chica. Cuando el universo parece equilibrarse, otra desaparición tiene lugar: la niña quien debe retratar. En ese punto, las “locuras” empiezan a sucederse de manera incontrolable e inexplicable. En consecuencia, ni el personaje principal, ni los lectores saben muy bien qué está ocurriendo.
Un ambiente bucólico
Murakami en más de una ocasión ha bordeado los límites del terror. Pero no tanto por hechos paranormales “clásicos”, sino por el terror manifestado en la mente de sus protagonistas. La causa: impotencia de no poder determinar en donde comienza la realidad y en donde terminan las pesadillas (o viceversa).
En La muerte del comendador un bosque frondoso y húmedo se convierte en su nuevo laberinto. Ya no son los pasillos de un viejo hotel o las calles devastadas por un terremoto. Es una masa vegetal que por momentos luce impenetrable, pero sobre todo, muy intimidante. Por consiguiente, el recorrido introspectivo de esta sección deriva de la exploración de las profundidades de una selva espesa.
Para todos los sentidos
En este libro, el autor nipón hace gala de su habilidad para construir ambientes opresivos. En donde sus protagonistas y los lectores se sienten asfixiados en un mundo tan hermoso como peligroso y “traicionero”. ¿Es necesario caminar hasta las profundidades para encontrar la verdad? Según Murakami, para trascender, la respuesta es sí.
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