Manuel Susarte Román. Entrevista con el autor de Cuando todos sean sombra
Manuel Susarte Román nació en Mula (Murcia). Se estrenó con su primera novela, Atropia, en 2021 y este mes de diciembre ha presentado la segunda, Cuando todos sean sombra, que es su primera inclusión en el género negro. Le agradezco mucho que me haya atendido para esta extensa entrevista donde nos habla de ella y de varios temas más.
Manuel Susarte Román — Entrevista
- ACTUALIDAD LITERATURA: Tu nueva novela lleva por título Cuando todos sean sombra. ¿Qué nos cuentas en ella y de dónde surgió la idea?
MANUEL SUSARTE ROMÁN: En ella cuento una historia clásica de policías: el protagonista que trata de detener a su antagonista, impidiendo así que aumente el número de víctimas. Pero creo que lo hago desde un enfoque novedoso, tanto por la descripción de los hechos como por las características propias de dicho antagonista. Está ambientada a principios de los ochenta, que es una época que me fascina, no solo por haberla vivido, sino sobre todo por los profundos cambios que se llevaron a cabo en nuestro país: la estructura heredada de la dictadura comenzaba a resquebrajarse y una nueva generación pugnaba por ocupar esos espacios en la calle, en los escenarios, en la política. Y todo con una ciudad como Cartagena de fondo, qué más se puede pedir.
La idea surgió, como tantas cosas buenas, de una charla de café con mi amigo Jesús, quien la sembró en mi mente. Allí fue creciendo hasta que tuve la necesidad de ponerla por escrito. Ya, en la fase de documentación para darle forma, la historia que se abría en mi imaginación fue conquistándome hasta que acabó convirtiéndose en novela.
- AL: ¿Te puedes remontar a ese primer libro que leíste? ¿Y la primera historia que escribiste?
MSR: No sabría decirte cuál fue mi primer libro, ya que fui un lector muy precoz. Puedo hablarte de unos libros de texto de la EGB llamados SENDA y que recogían fragmentos de novelas; yo los leía una y otra vez. Mi infancia transcurrió leyendo las aventuras de Los Cinco, las de Guillermo el travieso y, sobre todo, a Julio Verne, cuyas obras completas me regalaron mis padres. Curiosamente sí recuerdo el primer libro que compré personalmente (ahorrando de los cinco duros de paga semanal que me daban): una edición de los viajes de Marco Polo, ejemplar que todavía conservo.
También recuerdo la primera historia que escribí: trataba de una mariquita con la que se metían el resto de insectos (en aquella época todavía no se usaba la palabra bullying) y que para escapar de su triste realidad decidió construir un cohete con el que viajar a la Luna. Mariquito volador casi en órbita se llamaba. Unos siete u ocho años tendría yo.
- AL: ¿Un escritor de cabecera? Puedes escoger más de uno y de todas las épocas.
MSR: Han de ser varios por fuerza. Ya he dicho que crecí viajando de la Tierra a la Luna, acompañando a Miguel Strogoff por la helada estepa, sobreviviendo dos años junto a mi clase en una isla desierta, gracias a Julio Verne y ese es mi primer referente (aunque sea cronológico). También, sin duda, Umberto Eco; Scott Fitzgerald; los clásicos de nuestro Siglo de Oro…
Todos ellos en cuanto a los que me han acompañado siempre, y si hablamos de mi mesilla, tengo una deuda eterna con Stephen King, no solo por moldear en parte mi estilo, sino por regalarnos a su hijo Joe Hill; James Clavell… Si hablamos de autores españoles, encabezaría el podio Arturo Pérez-Reverte, seguido de cerca por Juan Eslava Galán, Cela, Vázquez Montalbán… Como ves, me resulta difícil elegir.
- AL: ¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer y crear?
MSR: Me hubiese encantado crear a Sherlock Holmes, sin duda. Me fascina ese personaje que se acaba convirtiendo en un género en sí mismo, inventando una profesión, creando un tipo de novela y que, por el camino, devora a su creador. Y me habría gustado conocer al más universal de los nacidos de pluma española: el Quijote. Cuando todos los demás personajes ya no sean ni siquiera un vago recuerdo, el nombre de Cervantes, unido al de Alonso Quijano, seguirá siendo reconocido.
- AL: ¿Alguna manía o costumbre especial a la hora de escribir o leer?
MSR: No tengo manías a la hora de leer, cualquier lugar y momento son buenos. Prefiero el papel, pero no hago ascos al resto de soportes. ¡Cuántas esperas no me habrá aliviado un ebook leído en el móvil! En cuanto a escribir sí tengo alguna: escribo a mano, con pluma y escuchando música.
- AL: ¿Y tu sitio y momento preferido para hacerlo?
MSR: Prefiero escribir en mi despacho, al caer la tarde. Pero cuando siento la necesidad de hacerlo (porque he tenido una idea o porque me viene la escena perfecta, la conversación aguda, el comentario atinado) aprovecho el lugar en el que me encuentre, sea en un descanso del trabajo o dentro del coche en un aparcamiento. A pesar de esto, me gusta dedicar un par de horas diarias a escribir en mi despacho, algo que no siempre es posible.
- AL: ¿Hay otros géneros que te gusten?
MSR: Sí, soy bastante ecléctico en mis lecturas y espero que eso se refleje en mis escritos. El misterio y el terror sobrenatural son mis favoritos, pero también me gustan los libros de historia y la novela histórica, sobre todo la ambientada en los siglos XIX y XX, la novela satírica y de humor, el ensayo. Lo único que no acaba de engancharme es la poesía, supongo que no ha llegado aún ese momento de mi vida.
- AL: ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?
MSR: Soy lector de varios libros a la vez. Ahora estoy con Pisto a la bilbaína, de José Francisco Alonso y lo simultaneo con El eterno descalzo, de Marcos Muelas y El día D, de Antony Beevor. Estoy con la reescritura de una novela que acabé el año pasado, Brujas, hechizos y bastones de canela, ambientada en la España del siglo XVI. Y también escribo una nueva historia de Imanol Ugarte, el protagonista de Cuando todos sean sombra.
- AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial?
MSR: Creo que, de forma paradójica, está inmóvil cuando más dinámico parece. Proliferan las editoriales que solo lo son de nombre, especialistas en vivir del dinero de los autores en lugar de hacerlo del dinero generado por estos. En 2019, último año del que se tienen datos estadísticos, se editaron en España más de 80.000 libros (más que lectores, según defiende un amigo mío). Eso hace que todo sea confuso.
Todos parecemos interesados en los mismos temas, en los mismos autores y es porque los medios de marketing y publicidad están en manos de tres o cuatro grandes editoriales que nos bombardean constantemente con sus productos y el resto de autores tratan de sobrevivir en las redes sociales. Las librerías están llenas de los éxitos prefabricados por las dos grandes corporaciones (aunque hay mil editoriales, la mayoría pertenecen a esos dos grandes grupos que todos tenemos en mente). Mientras, las propuestas independientes, los nuevos autores que pueden tener historias interesantes que contar tienen que competir entre ellos por conseguir un lugar en la esquina menos iluminada del local.
Los escritores que menos publicidad necesitan son, irónicamente, los que más presencia mediática tienen. La edición se ha destapado como un negocio lucrativo y a ella se han lanzado muchas empresas que no son, la mayoría de las veces, más que meras imprentas.
Como verás, soy bastante pesimista respecto a este tema. A pesar de ello, también hay nuevas propuestas, personas que deciden editar arriesgando todo y movidas por el amor al trabajo bien hecho, pequeñas editoriales que hacen unos libros que merece la pena leer. El lector que tenga interés en disfrutar de la gran variedad de mundos que hay fuera del best seller de turno puede hacerlo buscando un poco.
- AL: ¿Te está siendo difícil el momento de crisis que estamos viviendo o podrás quedarte con algo positivo tanto en el ámbito cultural como en el social?
MSR: Por fortuna, la crisis no me ha golpeado de forma directa y aunque todos la notamos como colectivo, en mi entorno nos mantenemos más o menos igual. En cuanto a la cultura, la crisis es algo endémico, transgeneracional. Pero pensando en positivo, la pandemia y la consiguiente recesión económica han hecho que, de forma paradójica, aumente el número de lectores. En los libros hemos encontrado el alivio y la evasión para suavizar la difícil situación que hemos atravesado como sociedad. La gente ha leído más y eso se ha notado en las librerías, en las bibliotecas. Esperemos que se trate de una tendencia venida para quedarse.
Pero la cultura en general y la literatura en particular (por ser la parte que me toca) siguen necesitando del apoyo e impulso de los estamentos oficiales. Una apuesta decidida por fomentar las actuaciones necesarias como, por ejemplo, con becas a la creación, con difusión publicitaria de autores, invirtiendo en jornadas culturales (más allá del acto para hacerse la foto de rigor), en ferias del libro, etc. Porque si dejamos nuestra cultura en manos de unos pocos (y sus intereses mercantilistas) corremos el riesgo de acabar uniformándonos como sociedad. Y eso, como decía el ciego, yo prefiero no verlo.
from Actualidad Literatura https://ift.tt/tWEv5YN
via IFTTT Mariola Díaz-Cano Arévalo
Comentarios
Publicar un comentario