Los libros del caso Dreyfus
El caso Dreyfus fue una infamia a todas luces, reflejo del antisemitismo campante en Europa a finales del siglo XIX y principios del XX. El capitán Alfred Dreyfus, fue convertido en el chivo expiatorio perfecto para tapar las falencias de un Estado decadente. El joven militar de origen judío fue detenido durante la madrugada del 14 de octubre de 1894, acusado trasmitir información a Alemania.
Jordi Corominas de El Confidencial (2020), afirma que las condiciones de la fundación de la Tercera República francesa originaron el contexto de la injusticia. Había mucho resentimiento en Francia tras perder la guerra contra Prusia en 1870 y la proclamación del Imperio Alemán en Versalles. Además, el estallido revolucionario de la Comuna impulsado por los reclamos obreros marxistas terminó de sumergir al país en convulsión permanente.
Antecedentes
La sombra de la restauración monárquica más la remoción de las órdenes religiosas para dar paso a una educación laica, aumentaron la tensión reinante. Los franceses cargaban todas esas frustraciones en silencio, pero muy presentes en su psique junto con anhelos de venganza y un creciente nacionalismo. Asimismo, el establecimiento del antisemitismo contemporáneo por parte de Édouard Drumont exacerbó la situación.
Las últimas dos décadas del siglo XIX significaron una erosión constante de la moral del orgullo francés. Primero, estaba muy latente la amenaza de un golpe de estado causado por el populista General Boulanger. Luego, el escándalo del canal de Panamá destapó una enorme trama de corrupción que salpicó a empresarios, parlamentarios y periodistas. Una nota encontrada en una papelera de la embajada alemana significó la gran bomba.
Alfred Dreyfus
Alfred Dreyfus fue el sospechoso más adecuado para colmar la sed de revancha de la sociedad francesa. Dreyfus nació en Alsacia el 9 de octubre de 1859, se trasladó con su acaudalada familia judía a Francia cuando Alemania conquistó su tierra natal. Decidió convertirse en ciudadano francés y deseaba la reintegración de Alsacia a Francia. Con tal motivo, emprendió una carrera militar e ingresó en la École Polytechnique en 1882.
En 1889 alcanzó el grado de capitán y un año después se unió al Estado de Guerra. Ya en 1893 formaba parte del Estado Mayor del Ministerio de Guerra Francés. En 1894 fue acusado por el cargo de espionaje y se desató la controversia que marcó un hito en la historia del antisemitismo. Durante los doce años transcurridos del caso (1894 – 1906) la sociedad francesa se vio profundamente dividida entre partidarios y detractores de Dreyfus.
La consumación de una injusticia histórica
El caso Dreyfus ha originado un dilatado número de publicaciones hasta la actualidad. La mayor proporción de estas obras no son documentos históricos, más bien se enfocan en polémicas y diatribas intrascendentes. No obstante, son escritos bastante útiles para entender el marco psicosocial de la cuestión. Resulta particularmente perturbadora la posición ensañada de gran parte de la prensa gala contra Dreyfus por su herencia hebrea.
Alfred Dreyfus había sido procesado muy rápidamente por un consejo de guerra con el cargo de alta traición y condenado a cumplir cadena perpetua en la Isla del Diablo (Guyana francesa). Los alegatos del acusado nunca fueron escuchados y en ningún momento se le permitió ver cuáles eran las pruebas en su contra. En cambio, se le humilló públicamente y todos sus rangos militares fueron degradados.
J’Accuse
J’Accuse (Yo acuso) de Émilie Zola es, probablemente, el texto más relevante escrito durante el punto más álgido del caso Dreyfus. Apareció en la portada del diario L´Aurore el 13 de enero de 1898 en forma de carta abierta al presidente francés, Félix Faure. Zola pretendió —con éxito— ser arrestado y poner de nuevo el “olvidado” caso Dreyfus en la palestra de la opinión pública francesa.
Dos años después de la condena de Dreyfus, el recién ascendido jefe de inteligencia, Georges Picquart, descubrió al verdadero traidor dentro del ejército francés. El verdadero culpable fue el comandante (discípulo de Drumont) Ferdinand Walsin Esterházy. Pero Picquart fue acusado de presentar pruebas falsas y enviado a territorios de ultramar para no reavivar el pleito. Con J’Accuse, Zola alborotó toda la ignominia ocurrida hasta entonces.
Las consecuencias para Émile Zola
Zola se convirtió en un héroe para todos los hombres buenos plegados a la causa dreyfusarde. Entre los intelectuales partidarios de Dreyfus, Bernard Lazare había publicado durante 1896 textos contra las inconsistencias de la acusación. Pero Lazare no sufrió tantos improperios en comparación con los recibidos Zola. Pues toda la prensa antisemita y conservadora identificó a este último como un hombre contrario a los intereses del país.
Émilie Zola debió exiliarse en Inglaterra. Desde allí continuó con su defensa a Dreyfus y su ataque a los partícipes del nefasto juicio: al coronel Paty de Clam, a los generales Mercier y Billot… Finalmente, Zola murió el 29 de septiembre de 1902 (supuestamente) asfixiado tras obstruirse la chimenea de su casa. Aunque, en libros publicados a posteriori en torno a J’Accuse, han planteado teorías sobre un homicida que tapó la estufa de la chimenea.
La historia del caso Dreyfus, de Joseph Reinach
El intelectual dreyfusarde lanzó su obra en siete volúmenes entre 1901 y 1911. Contiene evidencias científicas bastante sólidas y algunas conjeturas personales referentes a la raíz del asunto. La obra de Reinach constituye la base de las publicaciones aparecidas en torno al caso Dreyfus a partir de 1960. Entre ellas, Caso sin Dreyfus (1961) de Marcel Thomas y Enigma Esterházy de Henri Guillemin (ambas de 1961).
Publicaciones más recientes
Uno de los libros más recientes fue elaborado por Denis Bon. Este autor es un apasionado por los juicios más renombrados y controvertidos de la historia moderna. En su deliberación va deja preguntas con el objetivo de inquietar al lector. ¿Fue un caso de espionaje o se trató de una cuestión de Estado? ¿Es indicio del racismo anti hebreo de la sociedad francesa de la época? El caso Dreyfus (2016) de Bon, no deja cabos sueltos.
Igualmente, en El libro del crimen de AA. VV. (2018), ofrece una perspectiva ideal para los estudiantes de derecho y de criminalística. El caso de Dreyfus (entre otros) es descrito mediante el análisis psicosocial de sus perpetradores en complicidad con un sistema judicial parcializado. En complemento, se presenta una amplia investigación documental y numerosas ilustraciones que enriquecen la historia.
La resolución del caso
Walsin Esterházy confesó sus crímenes varios años después de la resolución de un caso que se había embarrado más con la ratificación de 1899. Un segundo consejo de guerra —en ausencia del acusado— lo declaró culpable con “circunstancias eximentes”. El nuevo presidente francés, Émilie Loubet, le ofreció un indulto a Dreyfus (para limpiar su imagen y la de su partido político). Pero el trato era vejatorio: Dreyfus no podría reclamar su inocencia.
Alfred Dreyfus aceptó el ofrecimiento porque solo deseaba volver con su familia. Volvió rodeado del más absoluto secreto a Francia. Debió esperar hasta julio de 1906 para ser completamente absuelto y rehabilitado por un tribunal civil. Si bien, nunca fue absuelto por alguna corte militar, se le restituyó su rango militar en el mismo lugar donde fue despojado de su espada y uniforme.
Últimos años de Alfred Dreyfus y el legado de su caso
Alfred Dreyfus participó activamente durante la I Guerra Mundial como teniente coronel de una unidad de reaprovisionamiento. Al terminar el conflicto bélico, se retiró definitivamente hasta su fallecimiento en París, el 12 de julio de 1935; tenía 75 años de edad. En ese momento ya había sido testigo el fervor antisemita auspiciado por los movimientos fascistas en la Alemania nazi y en la Italia de Mussolini.
El mismo Alfred Dreyfus fue víctima de un intento de asesinato en el Panteón de Francia en el año 1908. Ocurrió durante la ceremonia del traslado de los restos de Émile Zola, cuando Louis Gregori lo hirió con un disparo en el brazo. El agresor fue absuelto tras declarar no haber atentado contra el hombre, sino contra la causa. El hecho significó toda una premonición de las atrocidades contra los judíos desatadas hasta la mitad del siglo XX.
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