Poemas de Gil de Biedma
Los poemas de Gil de Biedma son buscados de manera asidua en la red. El toque personal, coloquial e íntimo de sus letras —una mezcla poderosa y muy bien desarrollada— ha hecho posible una relación profunda del poeta con un público considerable de amantes de la poesía a nivel mundial a lo largo de los años. Todo esto, sí, a pesar de que muchos, ni siquiera, supieron de él mientras aún vivía.
Pero, ¿quién fue Jaime Gil de Biedma?, ¿por qué ese impacto en la poesía española de mediados de siglo XX y aun en pleno siglo XXI? Somos producto de las circunstancias, y las que rodearon la vida de este poeta permitieron el caldo de cultivo perfecto para que su obra trascendiera y marcara no solo a una generación, sino a un país entero. Por eso y más se le recuerda cada Día de la Poesía en cada palmo del planeta.
Otra visión sobre Jaime Gil de Biedma
Leer el poema o leer al poeta…
Leer un poema o varios poemas y creer con ello entender la vida del poeta, es, a grandes rasgos —y por no decirlo menos—, un acto de osadía. No obstante, leer la vida del poeta, desde que recibe la conciencia hasta que se va su último aliento, da, en cierta manera, algo de potestad para emitir opinión alguna referente a lo que sus versos quisieron decir.
“Lo que pasa en un poema jamás le ha pasado a uno”
El mismo Biedma afirmó “lo que pasa en un poema jamás le ha pasado a uno”. Y esto no quiere decir, literalmente, que no haya una huella vivencial en cada letra, en cada verso, en cada estrofa… no; de hecho, las hay, y muchas. No obstante, la visión general de los árboles no se puede deducir por sus hojas recientes, sino por sus raíces más hondas, por la salvia que le recorre en tronco añejo resistiendo a las termitas de la vida y a las tantas pestes que circundan el pequeño trajinar de luz que a cada quien le fue conferido.
Lo que se dice de Gil de Biedma
Es bien sabido que Jaime Gil de Biedma nació en Barcelona en 1929. Llegó un 13 de noviembre, según lo especifica su documento de nacimiento. Todos los portales replican que vino de una familia acaudalada y de alcurnia y que eso repercutió de manera definitiva en su vida. Que sus primeros estudios y su bachillerato sucedieron en el centro educativo de Navas de la Asunción, primeramente, y luego en el centro Estudios Generales Luis Vives.
El niño de 7 años que se divertía leyendo al Quijote
Martha Gil, su hermana, comentó con alegría en una entrevista que Biedma, con tan solo 7 años, se “Reía a carcajadas leyendo el Quijote”. Ya esto pudo predecir un poco que habría en él cierta inclinación a las letras. No digamos que se sabría que sería poeta, pero sí que había pasión por la literatura, y que eso ya era mucho.
Las crisis por las contradicciones, la universidad, las amistades
También que en su desarrollo empezó a tener una crisis existencial producto de una continua negativa a su opulencia de cuna y una casi incontrolable atracción por lo marginado por la sociedad. Esta situación se agudizó a partir de 1946, tras su ingreso a la Universidad de Barcelona, posterior cambio a la Universidad de Salamanca (donde se recibe en derecho) y luego de leer al marxismo y empezar a congeniar con las ideas comunistas. Es en el ambiente universitario salamanqués donde Biedma conoce a personajes de la talla de:
- José Ángel Valente.
- Juan Marsé.
- Gabriel Ferrater.
- Jaime Salinas.
- Carlos Barral.
- Joan Ferraté.
- José Agustín Goytisolo.
- Ángel González.
- Claudio Rodríguez.
Primeras obras
Estos fueron, nada más y nada menos que los escritores que dieron vida a la llamada “Generación del 50”. En una importante parte, fue gracias a las continuas conversas con estos letrados e intelectuales que las ideas literarias de Biedma fueron tomando forma y color. De entre todos ellos, fue con Carlos Barral con quien creó una conexión especial y a quien dedica su primera obra Versos a Carlos Barral (1952). Posteriormente publica Según sentencia del tiempo (1953).
La poesía inglesa, el ingrediente que faltaba
Además de los ingredientes antes mencionados, hay otro factor que adereza la poesía de Biedma antes de que esta alcance su forma definitiva. Este elemento resulta decisivo en su estilo —e irrumpe antes de publicar su tercera obra—, y no es otro que el cruce casi obligado del barcelonés con la poesía inglesa. Dicho acontecimiento ocurre tras un viaje a Oxford (1953) y de la mano de Paco Mayans, quien le introduce a leer a T. S. Eliot. Este encuentro con la poética anglosajona dio el matiz restante y necesario a la obra de Biedma.
La entrada a la Compañía de Tabacos de Filipinas, las obras y la vida dual
Luego de esto —ya graduado y con una pluma fogueada en dos obras previas, pero que reclamaba ser usada en un acto poético más trascendental—, Jaime ingresa a trabajar en la Compañía de Tabacos de Filipinas (el negocio familiar) en 1955. En este momento nos encontramos ante un hombre de 27 años con un intelecto enorme, un poeta con dos libros a cuestas, con una sexualidad definida que es rechazada por la sociedad, y que, perteneciendo a la clase opulenta española, sonríe y abraza las ideas marxistas.
Bajo este panorama de supuestas contradicciones y rechazos (y con un talento innegable producto de la vida y la providencia) surge una de las obras poéticas más puras y representativas de España en los últimos años.
Las temáticas de Gil de Biedma
Sus versos giraron en torno al tiempo implacable, a la cotidianidad, y a cómo —realmente— la política actual no trabaja en pro de los ciudadanos. Tenían y tienen una sonoridad y rítmica hermosísimas, de allí que muchos cantores les entonen.
Su nostalgia por la juventud que se marchó sin retorno, es evidente. Ni hablar de los amores, de esa necesidad de mostrarse sin caretas, con la esencia real a la que todos temen, pero que todos poseen y secretamente aman.
El colapso
Su vida siguió fluyendo entre el trabajo familiar, sus continuas luchas internas por las contradicciones y una necesidad imperante de vivir su sexualidad y su poesía de manera libre.
No obstante, en 1974, y tras una fructífera carrera de 8 obras literarias, Biedma colapsa. Las luchas que se daban en su mente se reflejaron en su cuerpo. Fue tal el impacto, que el autor dejó de escribir. El rechazo fue no solo contra la sociedad a la que calificaba de “burguesa”, sino contra el mismo movimiento de izquierda y su poca fuerza para luchar por los derechos de los desposeídos. Mientras eso se suscitaba, internamente él también se juzgaba y rechazaba por su origen pudiente y por nunca haber vivido de manera real aquello por lo que trataba de luchar.
El sida y la luz que se apagaba
Por si fuera poco, Jaime se contagia de sida. Las complicaciones en torno a esta enfermedad son las que acaban con su vida. Su última aparición frente a un público para recitar su obra se dio en la Residencia de Estudiantes, en Madrid, en 1988.
Debido a las complicaciones propias del sida, el poeta falleció, el 8 de enero de 1990. Fue en Barcelona, y tenía 60 años.
Obras
- Versos a Carlos Barral (edición del autor, Orense, 1952)
- Según sentencia del tiempo (1953).
- Compañeros de viaje (Barcelona: Joaquín Horta, 1959).
- En favor de Venus (1965).
- Moralidades (1966).
- Poemas póstumos (1968).
- Colección particular (Seix Barral, 1969).
- Diario del artista seriamente enfermo (1974), memoria.
- Las personas del verbo (Seix Barral, 1975; 2º edición: 1982).
- El pie de la letra: Ensayos 1955-1979 (Crítica, Barcelona, 1980).
- Antología poética (Alianza, 1981).
- Jaime Gil de Biedma. Conversaciones (El Aleph, 2002).
- El argumento de la obra. Correspondencia (Lumen, 2010).
- Diarios 1956-1985 (Lumen, 2015).
- Jaime Gil de Biedma. Conversaciones (Austral, 2015).
Poemas de Gil de Biedma
Noche triste de octubre
Definitivamente
parece confirmarse que este invierno
que viene, será duro.
Adelantaron
las lluvias, y el Gobierno,
reunido en consejo de ministros,
no se sabe si estudia a estas horas
el subsidio de paro
o el derecho al despido,
o si sencillamente, aislado en un océano,
se limita a esperar que la tormenta pase
y llegue el día, el día en que, por fin,
las cosas dejen de venir mal dadas.
En la noche de octubre,
mientras leo entre líneas el periódico,
me he parado a escuchar el latido
del silencio en mi cuarto, las conversaciones
de los vecinos acostándose,
todos esos rumores
que recobran de pronto una vida
y un significado propio, misterioso.
Y he pensado en los miles de seres humanos,
hombres y mujeres que en este mismo instante,
con el primer escalofrío,
han vuelto a preguntarse por sus preocupaciones,
por su fatiga anticipada,
por su ansiedad para este invierno,
mientras que afuera llueve.
Por todo el litoral de Cataluña llueve
con verdadera crueldad, con humo y nubes bajas,
ennegreciendo muros,
goteando fábricas, filtrándose
en los talleres mal iluminados.
Y el agua arrastra hacia la mar semillas
incipientes, mezcladas en el barro,
árboles, zapatos cojos, utensilios
abandonados y revuelto todo
con las primeras Letras protestadas.
Loca
La noche, que es siempre ambigua,
te enfurece —color
de ginebra mala, son
tus ojos unas bichas—.
Yo sé que vas a romper
en insultos y en lágrimas
histéricas. En la cama,
luego, te calmaré
con besos que me da pena
dártelos. Y al dormir
te apretarás contra mí
como una perra enferma.
No volveré a ser joven
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
—como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante—.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
—envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro—.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Peeping Tom
Ojos de solitario, muchachito atónito
que sorprendí mirándonos
en aquel pinarcillo, junto a la Facultad de Letras,
hace más de once años,
al ir a separarme,
todavía atontado de saliva y de arena,
después de revolcarnos los dos medio vestidos,
felices como bestias.
Te recuerdo, es curioso
con qué reconcentrada intensidad de símbolo,
va unido a aquella historia,
mi primera experiencia de amor correspondido.
A veces me pregunto qué habrá sido de ti.
Y si ahora en tus noches junto a un cuerpo
vuelve la vieja escena
y todavía espías nuestros besos.
Así vuelve a mí desde el pasado,
como un grito inconexo,
la imagen de tus ojos. Expresión
de mi propio deseo.
Resolución
Resolución de ser feliz
por encima de todo, contra todos
y contra mí, de nuevo
—por encima de todo, ser feliz—
vuelvo a tomar esa resolución.
Pero más que el propósito de enmienda
dura el dolor del corazón.
Noches del mes de junio
Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece
cuarenta y nueve)
porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más
que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.
Eran las noches incurables
y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.
Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.
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