David Botello. Entrevista al escritor, productor y presentador
David Botello es madrileño y una cara muy conocida en medios de comunicación, sobre todo como divulgador histórico. También es escritor y guionista y presentador de programas como El punto sobre la Historia y Esto es otra historia, en Telemadrid, con la también autora Carmen Sánchez-Risco como compañera. Entre sus libros están Follones, amoríos, sinrazones, enredos, trapicheos y otros tejemanejes del siglo XIX, Los vikingos no tenían cuernos o Felipe el Hermoso. Anatomía de un crimen.
En esta extensa entrevista nos habla de su trayectoria y de muchos temas más. Le agradezco enormemente su simpatía y tiempo dedicados.
David Botello — Entrevista
- ACTUALIDAD LITERATURA: Escritor, comunicador, productor, presentador de televisión… ¿Hay alguna faceta en especial en la que te sientas más cómodo?
DAVID BOTELLO: Suelo presentarme como escritor y guionista. Lo que viene siendo un juntaletras. Es el oficio que más he desarrollado, en el que siempre tengo algo que aprender y en el que me siento más cómodo.
- AL: ¿Te puedes remontar a ese primer libro que leíste? ¿Y la primera historia que escribiste?
DB: Fue una versión infantil de Oliverio Twist (tal cual), de la colección Camarada, de la editorial Sima. Fue el primer libro que me regalaron. Me pasaba la vida leyendo todo lo que caía en mis manos, pero en casa había pocos libros. Este me lo regalaron unos vecinos cuando cumplí seis años. Lo guardo como oro en paño, junto con casi todos los libros que leí de niño. La llamada de la selva, Los Hollister, Los Cinco, Julio Verne…
Aquella historia
La primera historia que escribí fue un poema. Estaba en tercero de EGB. Acababa de morir mi abuela, Lala, que me enseñó a leer y me contaba cuentos todas las noches. Ese mismo año nos mudamos. La casa era más grande, pero yo estaba triste. Era nuevo en el cole y vivía asustado. Siempre me sentaba en la última fila. Una mañana, el profesor, don Alfredo, nos pidió que le escribiéramos algo. Y me salió aquel poema. Iba de un peregrino que no dejaba de viajar. Supongo que estaba pidiendo a gritos que me dejaran huir. O a lo mejor solo quería encontrar mi lugar en el mundo. No sé…
A Don Alfredo le gustó y me pidió que lo leyera en voz alta, delante de toda la clase. Todavía me dan taquicardias cuando lo recuerdo. Al acabar, se acercaron a mí unos compañeros. Supongo que me dijeron que les había gustado. Pero lo único que recuerdo son sus sonrisas. El calorcito de una mano en el hombro. La sensación de alivio. Ese día descubrí que escribir es una forma de que te quieran.
Escritores y personajes
- AL: ¿Un escritor de cabecera? Puedes escoger más de uno y de todas las épocas.
DB: A lo largo de mi vida me han ido dando diferentes arrebatos… Tuve un momento Julio Verne, como todos; luego pasé por J. J. Benítez, hasta que me harté de caballos y de Troyas. De adolescente tuve un cupidazo con las masas de Ortega y Gasset y sus estudios sobre el amor, con la manera de entender Castilla de Antonio Machado, con los versos del capitán Neruda. Lorca me hizo volar con la fuerza dramática de la poesía. Aleixandre me clavó más de una espada como labios. Borges me convenció del valor que tiene lo breve. Bukowski me enseñó el poder expresivo del lenguaje malsonante. Joseph Campbell me contó alrededor de una hoguera el viaje del héroe.
Y han ido cuajando mis pupilas de palabras Paco Umbral, Ángel González, García Márquez, Bob Dylan, Buero Vallejo, Lope de Vega, Luis García Montero, Calderón, Peter Schaffer, Chejov… Me doy cuenta al releer la lista que hay mucha poesía, algo de teatro, poca narrativa y menos ensayo, que es el género que más practico.
Remato la faena con mi otra obsesión: Juan Antonio Cebrián, Nieves Concostrina, Juan Eslava Galán, Jesús Callejo, José Luis Corral…
- AL: ¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer y crear?
DB: Don Quijote. Por todo. Es un personaje redondo. Me ha acompañado más que ningún otro. Es el único libro que he releído varias veces. Me veo un poco luchando contra molinos de viento, confundiendo rebaños con ejércitos enemigos y dando espadazos a ciegas a los odres de vino. Don Quijote me parece mucho más real que Cervantes. Me cuesta menos imaginarme al uno cabalgando con su armadura a cuarenta grados al sol de La Mancha que al otro enarbolando la pluma.
Costumbres y lecturas
- AL: ¿Alguna manía o costumbre especial a la hora de escribir o leer?
DB: Me ha tocado escribir en redacciones que bullían de actividad, en bares, en bibliotecas, en parques… Sobre todo, escribo en casa. Soy uno de esos tipos afortunados que tiene un espacio con luz, una pantalla grande y libros, muchos libros. Me paso la vida, literalmente, rodeado de palabras escritas.
- AL: ¿Y tu sitio y hora preferidos para hacerlo?
DB: Tengo tanto trabajo que no puedo ponerme exquisito. Escribo recién levantado, a media mañana, después de comer, por la tarde, por la noche y/o de madrugada. Cuando salgo de casa, suelo llevar encima el ordenador.
Con la lectura me pasa lo mismo. No puedo salir de casa sin mi libro electrónico. No sin mi ebook. Me gusta leer en cualquier sitio.
Aunque, sin duda, el mejor lugar para disfrutar del placer de la lectura es la cama. Por las mañanas, cuando la vida lo permite. Y siempre, siempre, por las noches. No concibo acostarme sin leer un rato. Tengo una amiga con un blog que se llama Que el sueño me alcance leyendo, y no puedo ser más fan. Esa es mi única manía lectora. Mi capricho lector. Mi vicio. Caer en brazos de Morfeo a la vez que las palabras se desvanecen delante de los ojos.
- AL: ¿Ese momento histórico que más te atrae?
DB: Me gustan más las historias que los momentos. He encontrado historias maravillosas en el XIX, en el reinado de los Reyes Católicos, en el Palacio Real de Madrid, en las calles de medio mundo, en la Alhambra, en la Barcelona de Gaudí… Si tuviese que elegir, me gustaría prestar mucha más atención a ese tiempo mítico, en busca del fuego, en que los seres humanos lo aprendieron todo.
David Botello — Proyectos
- AL: ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?
DB: Leyendo soy un poco compulsivo y bastante desordenado. Así que voy al trantrán con varios libros a la vez: La guerra civil española, de Hugh Thomas, una edición de bolsillo a la que se le caen las hojas. Valle Inclán y el insólito caso del hombre con rayos X en los ojos, de La Felguera Editores, que me regalaron durante el curso y estaba deseando empezar. La odisea de Cabeza de Vaca, de Rubén Caba y Eloísa Gómez Lucena, por trabajo. La noche más larga, de Carlos Gibaja, porque siempre hay que llevar encima un poemario.Geography is Destiny, de Ian Morrison, porque nunca dejaré de intentar aprender inglés. Ahora que empiezo las vacaciones, intentaré leer algo de narrativa, que es mi cuenta pendiente permanente.
Y nunca dejo de escribir, sobre todo, guiones para mis proyectos. Acabo de soltar un programa sobre Toledo y arranco uno de Cabeza de Vaca. Tengo varios borradores de piezas sobre Historia de Madrid. Tengo un encargo editorial tan reciente que todavía no puedo compartir. Y siempre tengo varios proyectos en marcha, un par de novelas, una obra de teatro, el piloto de una serie, dos o tres documentales… A ver si suena la flauta y voy sacando huecos para ir dándoles empujoncitos.
Panorama
- AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial?
DB: Uno de mis pasatiempos favoritos es perderme en las librerías. A medida que me hago mayor, me va dando cada vez más vértigo saber que nunca llegaré a leerme ni siquiera la mitad de los libros que hay a la venta en ese momento… Tanta oferta me apabulla.
Como autor, solo puedo decir que he tenido suerte. Soy consciente de que el entorno en el que se desenvolvían las editoriales que conocí hace veinte años, cuando publiqué mi primer libro, no tiene nada que ver con el mundo cambiante en el que vivimos ahora. Al final, va a ser cierto que nadie puede bañarse dos veces en el mismo río, y menos en un río revuelto.
El mercado de la comunicación (la tele, la radio, las editoriales…) vive una crisis de identidad digital. No queda otra que adaptarse o morir. Y seguir nadando.
- AL: Y, por último, ¿qué crees que contarán las crónicas del futuro sobre el presente que vivimos?
DB: No sé qué contarán las crónicas, pero estoy seguro de que, si estuviéramos allí para verlo, nos sorprendería. Los historiadores juegan con ventaja, porque la Historia se escribe mucho mejor desde el futuro. Nadie fue capaz de predecir que el cristianismo sería la religión dominante en medio mundo. Y, cuando ya era un hecho, cambió la manera de interpretar el pasado. Los que vivieron el asesinato del archiduque de Austria en Sarajevo no sabían que, años más tarde, alguien diría que ese fue el desencadenante de la I Guerra Mundial.
Cantando bajo la lluvia, Desayuno con diamantes o La reina de África ni siquiera estuvieron nominadas al Óscar a la mejor película del año. Imagínate que alguien le hubiera dicho a Hitchcock que, setenta años después de que la Academia la rechazara, Psicosis estaría considerada una de las mejores películas de la Historia del Cine. Y tal vez nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto. ¿Quién sabe lo que el futuro dirá del presente? A lo mejor ni se acuerdan del COVID. Y Filomena será solo la que ama cantar.
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