Cartas Marruecas

Cartas marruecas.

Cartas marruecas.

Cartas marruecas es una novela epistolar escrita del literato y militar español José Cadalso. Publicada en 1789, es uno de los monumentos más importantes de la literatura ibérica del siglo XVIII. Igualmente, a esta obra se le ha reconocido por el desarrollo de su historia original y atrevida, dejando atrás muchos paradigmas de su época.

De hecho, muchos académicos consideran a sus líneas repletas de prosas modernistas, como muy adelantadas a su tiempo. Del mismo modo sucede con el relato, basado en el intercambio de cartas (90 en total) entre tres personajes ficticios. Si bien el argumento presenta un análisis nada objetivo, es una perspectiva muy válida sobre la situación imperante en España en ese tiempo.

El autor, José Cadalso

Una vida digna de un libro y de una película

José Cadalso y Vásquez de Andrade nació en Cádiz, Andalucía, el 8 de octubre de 1741. Tristemente, su madre murió durante el alumbramiento y a su padre lo conoció ya cuando tenía 13 años. Este era un pudiente hombre de negocios con intereses en las Américas, demasiado ocupado como para cruzar el Atlántico y sepultar a su esposa o cuidar a su hijo.

El padre jesuita Mateo Vásquez, tío por el ala materna, lo tuvo bajo su cuidado durante la infancia. Luego, se trasladó a París para continuar con sus estudios (en la capital francesa finalmente conoció a su progenitor). Más adelante, recorrió Países Bajos, Italia y los territorios germánicos, hasta que se instaló junto a su padre en Londres.

Un hombre “de mundo”

Los constantes viajes por varias de las fulgurantes urbes europeas otorgaron a Cadalso una visión cosmopolita de la vida. Además, vivió en primera persona el cénit del pensamiento ilustrado. Por consiguiente, el joven José terminó por convertirse en un hombre que se rige por la razón.

Esta línea de pensamiento “progresista” le trajo pesados enfrentamientos con su padre. Porque —al igual que el resto de España— su progenitor abrazaba ideales “arcaicos” muy conservadores. Los cuales privilegiaban la experiencia por encima de los conocimientos adquiridos.

¿Con vocación jesuita?

El primer enfrentamiento entre padre e hijo se debió a la orden del primero para que su vástago cursara estudios en el Seminario de Nobles de Madrid. Se trataba de una institución cuya misión primordial era la de preparar a los jóvenes para tareas burocráticas, lejos de cualquier vocación artística y creativa.

Para zafarse de este “castigo”, Cadalso simuló estar interesado en formarse como clérigo jesuita. En realidad, fue toda una treta; su padre repudiaba a esta orden religiosa y lo envió de regreso a la “ilustración”. Así, vivió una segunda etapa radicado en la “ciudad del amor”. También, recorrió el continente para aprender lenguas vivas y latín (idioma casi en desuso en aquellos años).

Fin del idilio

José Cadalso.

José Cadalso.

La muerte de su padre en 1761, cuando el joven ilustrado tenía apenas 21 años, supuso un “llamado a Tierra”. Regresó a España para encontrarse con una noticia inquietante: la antigua fortuna de su padre había desaparecido… Sin herencia, decidió unirse al ejército. Esto era su antiguo anhelo de adolescente, vetado en primera instancia por su padre (tampoco comulgaba con los hombres de armas).

A partir de entonces combinó romances intensos, con su trabajo literario y ocupaciones militares. A causa de estas últimas, Cadalso murió prematuramente en 1782, víctima del fragmento de una granada que lo alcanzó en la sien mientras luchaba en la ocupación de Gibraltar.

Análisis de Cartas marruecas

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Contexto

Noches Lúgubres y Cartas marruecas representan el non plus ultra dentro de la carrera literaria de José Cadalso. Debido a las circunstancias descritas en el párrafo anterior, ambas obras fueron publicadas de manera póstuma y por entregas. El Correo de los Ciegos de Madrid fue el medio encargado de dar a conocer al mundo estos destacados trabajos.

El coronel —recién había recibido este rango días antes de su muerte—  elaboró su celebrada novela epistolar entre 1773 y 1774. Sin embargo, no logró superar la conservadora censura de entonces y, por ende, no tuvo oportunidad de disfrutar de su éxito en vida.

Letras disruptivas

Después de la magnitud del Siglo de Oro Español, la literatura en lengua castellana posterior entró en un bache bastante pronunciado. Tras las genialidades de autores como Lope de Vega, Pedro Calderón de la Barca, Francisco de Quevedo, Tirso de Molina o Sor Juana Inés de la Cruz (entre otros), resultó “natural” que la etapa siguiente se percibiese como “estacionaria”.

No obstante, Cartas marruecas sirvió como una propuesta fuera de lo común para poner en movimiento nuevamente a las letras españolas. Gracias a una combinación exquisita del género epistolar más explicativo, con la más sutil de las prosas repleta de figuras narrativas.

Los personajes

El protagonista es Gazel, un joven marroquí de familia bien acomodada y recién llegado a España de vacaciones. Él valora todas las situaciones que observa de manera objetiva y se esfuerza por no dejarse influir por juicios previos. Este comportamiento se debe a gran parte a su maestro, Ben Beley, a quien mantiene al tanto de todas sus vivencias.

Frase de José Cadalso.

Frase de José Cadalso.

Por ello, Beley se muestra muy orgulloso por los esfuerzos de su pupilo para superar cualquier idea superficial o preconcebida. Por otra parte, Nuño, un español de mediana edad, completa el tridente de remitentes y remitidos. Este personaje representa la postura progresista del autor, amante ferviente de la verdad, con poca fe en sus coterráneos, pero defensor incansable de la patria.

La censura

El escritor andaluz no consiguió ver en vida su obra publicada como consecuencia de las fuertes críticas a la sociedad ibérica reflejadas en algunos pasajes de Cartas marruecas. Después de vivir en París y Londres, así como de ver en primera persona los avances en el pensamiento humano de las sociedades italianas y germánicas, su regreso a España fue casi traumático.

El apego de la nación ibérica a ideas pasadas —y superadas en casi toda Europa— fue lo más indignante para Cadalso. No en vano, esta posición le ocasionó enfrentamientos con su padre (ventilados en medio de sus “epístolas ensayísticas”). Asimismo, fue un punto de vista despreciado por los sectores más conservadores y tradicionalistas, aunque el tiempo terminó dándole la razón.



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