Anton Chéjov. Consejos de escritura

Anton Chéjov fue el gran maestro ruso del relato. Y estos algunos de sus consejos.

Retrato de Chéjov, de Osip Braz.

Anton Chéjov fue dramaturgo y autor de relatos, además de médico, y también uno de los escritores más destacados de la literatura rusa del siglo XIX. De hecho está considerado el representante más importante de la escuela realista, maestro del relato y también figura fundamental del naturalismo moderno dentro del teatro ruso. Ahí va una selección de sus consejos de escritura.

Anton Chéjov

Sus obras dramáticas y esos relatos son una crítica de la sociedad que le tocó vivir en la Rusia anterior a la revolución de 1905. Chéjov crea una nueva técnica que llamó de “acción indirecta” con la que da más importancia a los detalles de la caracterización e interacción entre los personajes que al argumento o la acción directa. Maneja las emociones y el dibujo de esos personajes, a los que no juzga y permite que hablen en su propio lenguaje. También da voz a los más débiles, a los niños, mujeres o presos, de un modo desconocido hasta entonces. Sus textos reflejaron sensibilidad y sentido del humor, un poco como fue su existencia, con esa vertiente débil de la tuberculosis que padeció durante toda su vida y por la que falleció en 1904.

Algunas de sus obras y relatos más importantes fueron Los veraneantes y otros cuentos, publicado póstumamente, La estepa, La cigarra, La sala número 6, El monje negro o La señora del perro. Entre sus obras teatrales sobresalen La gaviota, El tío Vania o Las tres hermanas.

Consejos de escritura

Extraídos de Sin trama y sin final.

  • El arte de escribir consiste en decir mucho con pocas palabras.
  • Un escritor, más que escribir, debe bordar sobre el papel; que el trabajo sea minucioso, elaborado.
  • Uno no termina con la nariz rota por escribir mal; al contrario, escribimos porque nos hemos roto la nariz y no tenemos ningún lugar al que ir.
  • Cuando escribo no tengo la impresión de que mis historias sean tristes. En cualquier caso, cuando trabajo estoy siempre de buen humor. Cuanto más alegre es mi vida, más sombríos son los relatos que escribo.
  • La brevedad es hermana del talento.
  • No pulir, no limar demasiado. Hay que ser desmañado y audaz. La brevedad es hermana del talento.
  • Lo he visto todo. No obstante, ahora no se trata de lo que he visto sino de cómo lo he visto.
  • Es extraño: ahora tengo la manía de la brevedad: nada de lo que leo, mío o ajeno, me parece lo bastante breve.
  • Cuando escribo, confío plenamente en que el lector añadirá por su cuenta los elementos subjetivos que faltan al cuento.
  • Nada es más fácil que describir autoridades antipáticas. Al lector le gusta, pero sólo al más insoportable, al más mediocre de los lectores. Dios te guarde de los lugares comunes. Lo mejor de todo es no describir el estado de ánimo de los personajes. Hay que tratar de que se desprenda de sus propias acciones. No publiques hasta estar seguro de que tus personajes están vivos y de que no pecas contra la realidad.
  • Es más fácil escribir de Sócrates que de una señorita o de una cocinera.
  • Guarde el relato en un baúl un año entero y, después de ese tiempo, vuelva a leerlo. Entonces lo verá todo más claro. Escriba una novela. Escríbala durante un año entero. Después acórtela medio año y después publíquela. Un escritor, más que escribir, debe bordar sobre el papel; que el trabajo sea minucioso, elaborado.
  • No es la escritura en sí misma lo que me da náusea, sino el entorno literario, del que no es posible escapar y que te acompaña a todas partes, como a la tierra su atmósfera. No creo en nuestra intelligentsia, que es hipócrita, falsa, histérica, maleducada, ociosa; no le creo ni siquiera cuando sufre y se lamenta, ya que sus perseguidores proceden de sus propias entrañas. Creo en los individuos, en unas pocas personas esparcidas por todos los rincones –sean intelectuales o campesinos–; en ellos está la fuerza, aunque sean pocos.
  • Dios mío, no permitas que juzgue o hable de lo que no conozco y no comprendo.
  • Te aconsejo: 1) ninguna monserga de carácter político, social, económico; 2) objetividad absoluta; 3) veracidad en la pintura de los personajes y de las cosas; 4) máxima concisión; 5) audacia y originalidad: rechaza todo lo convencional; 6) espontaneidad.
  • Es difícil unir las ganas de vivir con las de escribir. No dejes correr tu pluma cuando tu cabeza está cansada.
  • Nunca se debe mentir. El arte tiene esta grandeza particular: no tolera la mentira. Se puede mentir en el amor, en la política, en la medicina, se puede engañar a la gente e incluso a Dios, pero en el arte no se puede mentir.
  • Escribir para los críticos tiene tanto sentido como darle a oler flores a una persona resfriada.
  • No seamos charlatanes y digamos con franqueza que en este mundo no se entiende nada. Sólo los charlatanes y los imbéciles creen comprenderlo todo.

Fuentes: Biografías y vidas — Sinjania



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