Eva Espinet. Entrevista
Eva Espinet es barcelonesa y se licenció en Antropología y luego hizo posgrados en Producción y Comunicación Cultural y en Dirección y Guion Cinematográfico. También es una gran viajera y una especialista en Comunicación Corporativa y Creadora de Contenidos. Es autora de Apolo, 75 años sin parar de bailar, Historia de un Castillo, además de catálogos diversos sobre publicidad, y marzo publicó Un punto azul en el Mediterráneo. En esta entrevista nos habla de ella y de muchos temas más. Le agradezco mucho su tiempo y amabilidad para atenderme, así como a Ingenio de Comunicaciones por su gestión.
Eva Espinet — Entrevista
- ACTUALIDAD LITERATURA: Tu nueva novela lleva por título Un punto azul en el Mediterráneo. ¿Qué nos cuentas en ella y de dónde surgió la idea?
EVA ESPINET: Un punto azul en el Mediterráneo es la historia de Marina que, sesenta años después, se reencuentra con su amor de adolescencia, Hans, un nazi que luchó en la Segunda Guerra Mundial. Una devastadora revelación pone a prueba el valor de los protagonistas en el momento más decisivo de sus vidas.
La narración gira en torno a Marina y su nieta que viajan juntas hacia un tiempo entre guerras para exorcizar los fantasmas del pasado y cerrar viejas heridas. Un viaje transformador en busca de una verdad ineludible: nadie puede esconderse de sí mismo para siempre.
A tu segunda pregunta te puedo responder que en todas las familias hay un antepasado que desencadena la posibilidad de una historia. Una de mis abuelas, sin quererlo, me puso en bandeja esa posibilidad.
En una ocasión escuché que el acto de recordar implica preguntarse: «¿Qué habría pasado si…?». Esta es la cuestión que me planteé al escuchar cómo mi abuela nos desvelaba un secreto, que a mí me pareció fascinante: en su juventud había tenido un novio alemán que le había pedido matrimonio. Él debía volver a su país para alistarse al ejército de la Wehrmacht, vamos, se iba a convertir en un nazi en toda regla. Mi abuela rechazó la propuesta, no porque fuera nazi, porque entonces se desconocía todavía lo que implicaba el término, sino porque ella estaba muy unida a su tierra y a su familia. Mi pregunta fue: «¿Qué habría pasado si se hubiese casado con aquel alemán?».Un punto azul en el Mediterráneo responde a esa vieja cuestión que muchos nos hacemos a lo largo de la vida ante ciertas situaciones.
- AL: ¿Te puedes remontar a ese primer libro que leíste? ¿Y la primera historia que escribiste?
EE: Siendo una niña mi padre nos aconsejaba las lecturas apropiadas a cada edad. Con once años, comenzó a introducirme en una literatura más adulta y recuerdo con claridad la impresión que me causó leer Viento del Este, viento del oeste, de la Nobel Pearl S. Buck. En aquella época no solo leía mucho, sino también cuando llegaba el verano me carteaba con mis amigas a las que no iba a ver durante las largas vacaciones. Entonces les escribía relatos en los que éramos las protagonistas. Mis amigas se quedaban fascinadas con ellos y siempre me pedían más.
- AL: ¿Un escritor de cabecera? Puedes escoger más de uno y de todas las épocas.
EE: Soy de las que tienen en la mesilla de noche cinco o seis libros, porque leo según el momento emocional que estoy pasando. ¿Qué me gusta? Que me sorprendan las historias y la manera de contarlas, los personajes mágicos de autores como Gabriel García Márquez; la poesía de Machado o de Federico García Lorca; la literatura americana de Paul Auster con Smoke o John Kennedy Toole con su soberbia La conjura de los necios; la literatura oriental de Haruki Murakami o Amy Tan; o la narrativa preciosista de Alessandro Baricco o Sandro Marai. De españoles, Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Almudena Grandes o Carmen Laforet, siempre me convencen.
- AL: ¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer y crear?
EE: Me leído casi todas las novelas de John Irving, un contador de historias que combina de manera magistral la realidad con el realismo mágico y sus personajes siempre están en la periferia. Me hubiera encantado meterme en la piel de Garp en El mundo según Garp y escribirlo.
- AL: ¿Alguna manía o costumbre especial a la hora de escribir o leer?
EE: Necesito orden interior y exterior, que no haya nada pendiente en la agenda que me distraiga o desorden a mi alrededor. Como tengo un apartamento abierto, después de un buen desayuno, yo misma recojo todo y entonces me pueden dar las horas escribiendo o investigando en el ordenador.
- AL: ¿Y tu sitio y momento preferido para hacerlo?
EE: En la galería del salón, con el sol entrando en casa desde buena mañana hasta que cae el atardecer.
- AL: ¿Hay otros géneros que te gusten?
EE: Leo mucha novela histórica, porque me apasiona, y biografías; ambos géneros me ayudan a crear mis propias historias y personajes. Me gustan esos pequeños libros con historias mínimas, que son pura magia. Hace poco me sorprendió La panza del burro de Andrea Abreu, de género inclasificable.
- AL: ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?
EE: Estoy leyendo La Historia de Elsa Morante y Léxico familiar de Natalia Ginzburg. Ambas novelas me están sorprendiendo, pero también me ayudan a entender la Italia de la Segunda Guerra Mundial porque me estoy documentando sobre la siguiente novela que voy a escribir, que ya tiene título y que narra la historia de una familia partisana italiana.
- AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial?
EE: La verdad, desde mi punto de vista, muy complicado. Yo he tenido suerte porque me dedico a la comunicación y he podido hacer una buena propuesta de marketing para convencer a las editoriales, pero también tienes que controlar las redes sociales e Internet y se te va la vida con ello. Yo tenía idealizado este mundo en el que creía que el editor te acompañaba en el proceso de reescritura, etc., pero qué va, ahora no sabes la cara que tienen los que trabajan contigo y todo el proceso de promoción con ellos es a base de mails y wasaps. Vamos, ni rastro de aquel romanticismo que nos vendía la propia literatura.
- AL: ¿Te está siendo difícil el momento de crisis que estamos viviendo o podrás quedarte con algo positivo tanto en el ámbito cultural como en el social?
EE: Precisamente inicié Un punto azul en el Mediterráneo el primer día del confinamiento por el COVID-19. Vivir la pandemia me ayudó a escribir esta historia que sucede entre guerras. Más allá de toda la documentación que me tragué a bocados durante ese tiempo, además de la que ya tenía documentada, fueron las sensaciones que vivimos todos en ese momento de confinamiento las que me ayudaron a meterme en el relato.
De pronto, nos recluían forzosamente en casa, había toque de queda (que no se había dado desde la Guerra Civil). Nos acechaba un peligro que no controlábamos y teníamos tanto miedo que hacíamos largas colas en la calle para comprar papel higiénico, los supermercados comenzaron a quedarse vacíos… No llegamos a pasar hambre pero sí vivimos esa percepción de escasez, de inseguridad. A ello se añadía la ansiedad personal generada por el desconocimiento sobre esa enfermedad tan contagiosa que mataba… Nos aislamos… Algunos nos recluimos voluntariamente durante meses, yo lo hice durante ocho meses, que me sirvieron para acabar la novela…
Afortunadamente, la humanidad, a pesar de guerras, de los conflictos y las pandemias que dejan profundas huellas, ha demostrado resiliencia. Y eso también les sucede a mis personajes en Un punto azul en el Mediterráneo.
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