Padres literarios. Una selección
Son muchos los padres literarios famosos y de todo tipo, tanto de sangre como adoptivos y, por supuesto, buenos y malos. Así que para este Día del Padre vamos a recordar a algunos en esta selección de títulos.
Padres literarios
Atticus Finch
Matar a un ruiseñor — Harper Lee
Atticus Finch es seguramente uno de los padres literarios más perfectos. Y si ya lo era en la historia escrita por Harper Lee, su versión cinematográfica de 1962 con la cara y presencia de Gregory Peck lo terminó de perpetuar en esa perfección. Finch es un abogado viudo tan leal y honesto como íntegro y cariñoso, que trata de cuidar a sus hijos de la mejor manera posible. Lo conocemos a través de los ojos de Scout, su hija, que nos cuenta esa historia en primera persona, una de las más inspiradoras sobre la relación entre un padre y una hija.
Jean Valjean
Este es uno de esos padres que pueden ser más importantes que el biológico, porque a veces la sangre no te da esa identidad. Es lo que ocurre con la figura de Jean Valjean, el protagonista de una de las obras cumbre de la literatura firmada por Victor Hugo. Valjean busca redención por sus propios actos y, más tarde, por una promesa y una de las maneras para encontrarla es adoptando a la pequeña Cosette, a quien protegerá hasta las últimas consecuencias.
Vito Corleone
El padrino — Mario Puzo
Posiblemente más famoso y memorable por su versión cinematográfica, Vito Corleone es el fundador de una de las familias más inolvidables no solo de la historia del libro, sino de esa gran pantalla. En realidad su nombre era Vito Andolini y tuvo que emigrar a Estados Unidos desde su Italia natal para escapar de la muerte siendo un niño. Allí es donde encuentra su sitio y termina y acaba convirtiéndose en el mafioso más legendario, tan temido como respetado.
Vito Corleone es la otra cara de la moneda de Atticus Finch, pero ambos tienen en común ser ejemplos con valores en los que se reflejan sus hijos, por muy distintos y opuestos que sean esos valores y sus modos de actuar.
Hans Hubbermann
La ladrona de libros — Markus Zusak
De nuevo de nuevo nos encontramos con que no hace falta un vínculo biológico para ser o convertirse en un padre perfecto. El personaje de Hubbermann es otro ejemplo. Su adoración por su hija acogida, Liesel, lo lleva a dedicar su tiempo y su poco dinero a enseñarla a leer. También se convierte en su modelo de comportamiento por su nobleza, su cariño y su moral, en medio de un contexto tan trágico como el de la Segunda Guerra Mundial.
Viktor Frankestein
Frankestein — Mary Shelley
Otro de esos personajes que no es padre en el sentido estricto de la palabra, Victor Frankenstein cumple con la prerrogativa del hecho porque crea vida donde antes no la había. Y el proceso y las consecuencias de su creación tienen como resultado una de las criaturas más famosas de la literatura de terror y ciencia ficción. El problema está en su negativa a asumir ese rol paterno, razón que desencadenará los terribles sucesos de la novela. Y todo con la autoría creativa de una mujer.
El padre
La carretera — Cormac McCarthy
Acabamos con la última novela de Cormac McCarthy, que se adaptó a la gran pantalla en 2009 por el director australiano John Hillcoat, con Viggo Mortensen y Charlize Theron como protagonistas principales.
Ambientada en un futuro posapocalíptico, nos cuenta la historia de un padre y su hijo que tratan de sobrevivir día tras día a un cataclismo que sufrió a la Tierra. Es un crudo relato que nos muestra el instinto de supervivencia más fundamental del ser humano, no solo para protegerse a sí mismo, sino para que todos puedan continuar con vida. Es uno de los padres literarios más sacrificados que podemos encontrar.
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