Paco Bescós. Entrevista
Paco Bescós es escritor, guionista y especialista en storytelling y generación de contenidos. El pasado 18 de mayo sacaba nueva novela de género negro, La ronda. Le agradezco muchísimo su tiempo y amabilidad para esta entrevista donde nos habla de ella y de mucho más.
Paco Bescós — Entrevista
- ACTUALIDAD LITERATURA: Tu nueva novela lleva por título La ronda. ¿Qué nos cuentas en ella y de dónde surgió la idea?
PACO BESCÓS: Mi objetivo con La ronda ha sido celebrar un festival, proponer un juego, pirotecnia pura… Es decir, escribir la novela negra más adictiva que pudiera crear. Tras mi último libro, Las manos cerradas (Sílex, 2020), en el que cuento mi experiencia como padre de una niña con parálisis cerebral, y que me supuso desnudarme con desgarro, no solo quería regresar a la novela negra. También necesitaba pasármelo bien con la escritura y que el lector exigente se lo pasara bien conmigo.
No era muy fácil encontrar una idea que estuviera a la altura; los escritores hacen cosas estimulantes para invocar a las musas, viajan, exploran, van a fiestas, contemplan obras de arte… Yo me he pasado los últimos siete años cuidando niños, llevándolos de un lado a otro de Madrid. Un día circulaba en dirección a un cole por una de las vías que circunvala la ciudad. Observé el asfalto, los demás coches, las pasarelas que cruzan sobre la carretera, etc. Y me dije: «Bueno, estos son los ingredientes que tenemos; hagamos algo grande con ellos».
Y lo que hice fue La ronda. Un thriller íntimamente ligado a la ciudad de Madrid, donde intento combinar mil ingredientes del género negro clásico para conseguir una receta novedosa. Es una novela con una trama muy cuidada, casi un sudoku, que creo que sorprenderá a los lectores más exigentes.
- AL: ¿Te puedes remontar a ese primer libro que leíste? ¿Y la primera historia que escribiste?
PB: No sé si es el primer libro que leí, pero sí la primera novela que tengo conciencia de haber leído: Fantasmas de día, de Lucía Baquedano, publicado por la serie naranja de Barco de Vapor, que tanto ha hecho por iniciar a leer a toda mi generación. Lo recuerdo porque me lo zampé sentado en el largo pasillo de casa de mis padres, y éste funcionó como caja de resonancia de mis carcajadas. Ese libro es maravilloso.
En cuanto a la primera historia que escribí, me gusta decir que mis primeras historias no las conté escribiendo palabras sobre hojas. Me las relaté a mí mismo gracias a mis juguetes. Adoraba colecciones como Masters del Universo y G.I. Joe. Tenía muchísimos muñecos y les montaba unas aventuras alucinantes, quiero creer que incluso complejas, con giros inesperados y personajes que cambiaban de bando. Podrían haber dado lugar a buenos guiones.
Escritores y lecturas
- AL: ¿Un escritor de cabecera? Puedes escoger más de uno y de todas las épocas.
PB: El escritor que más me ha enseñado ha sido el recientemente fallecido Kenzaburo Oé. Compartimos el haber criado a un hijo con discapacidad, y siempre marcará mis pasos, con su valentía y su humanismo a contracorriente. Ahora bien, yo solo le he dedicado un libro a mi hija mientras que él le ha dedicado toda su obra al suyo. Ese esfuerzo se me antoja extenuante, imposible.
Yo soy un autor de novela de evasión. Novela de evasión para lectores inteligentes, me gusta decir. Como tal, Jim Thompson, Leonardo Sciascia, Patricia Highsmith, Dennis Lehane o (más recientemente y en otro género totalmente distinto) Mariana Enríquez son autores cuyas narrativas me resultan arrebatadoras.
- AL: ¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer y crear?
PB: Conocer personalmente la verdad es que quizá a ninguno. Los buenos personajes de novela negra no son gente recomendable. Me gusta que sean violentos, tóxicos y desarraigados. Quedan bien sobre el papel, pero en la vida real huiría de ellos. Sin embargo, hay muchos personajes que hubiera dado un brazo por crear. Nick Corey, de Jim Thompson; Sánchez, de Esther García Llovet; Irene Ricart (la detective miope) de Rosa Ribas; Joe Coughlin, de Dennis Lehane, Coffin y Grave Digger, de Chester Himmes; Emilio Sanz, de Teresa Valero; el Gentleman, de Carlos Augusto Casas; Justo, de Carlos Bassas; cada uno de los detectives que retrata Leticia Sánchez Ruiz; los pobres diablos de barrio de Paco Gómez Escribano… Hay muchísimos.
- AL: ¿Alguna manía o costumbre especial a la hora de escribir o leer?
PB: Cada vez que me hacen esta pregunta me sobreviene una carcajada. Y recuerdo esas declaraciones de Zadie Smith, en las que decía algo así que escribía cuando terminaba las labores de la casa. Sin ánimo de venir a apropiarme de las desventajas que llevan sufriendo las mujeres durante siglos, a la hora de desarrollar cualquier carrera profesional, lo cierto es que no me puedo permitir el lujo de tener manías o costumbres.
Tengo tres niños pequeños, uno de ellos con una severa discapacidad, y soy un autónomo que cada día sale a la caza de algo que llevarse a la boca. Mi manía o costumbre es aprovechar ese único minuto que queda libre en el día para poner una línea más en el manuscrito en lugar de ver una serie de Netflix.
- AL: ¿Y tu sitio y momento preferido para hacerlo?
PB: Aquel donde me encuentre cuando llega la posibilidad.
- AL: ¿Hay otros géneros que te gusten?
PB: Me gustan todos los géneros. Me gusta la buena literatura, no un género en concreto. El género negro es aquel en el que me he demostrado a mí mismo desenvolverme mejor como autor. Pero mis lecturas son variadas. Antes mencionaba a Mariana Enríquez. Su forma de recuperar el género de terror fantástico clásico y darle una capa de pintura social, moderna, casi posmoderna, es algo que celebro con muchísima alegría.
El ahora y el panorama editorial
- AL: ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Y escribiendo?
PB: Estoy leyendo en audiolibro (en mi situación, el audiolibro se me ha revelado como una solución muy grata para lograr leer una cantidad de horas adecuada, por ser compatible con conducir, recoger cacharros o darle la cena a mi hija) la monumental obra biográfica que Antonio Scurati le ha dedicado a Mussolini. Y, en papel, Las muertas, de Jorge Ibargüengoitia.
- AL: ¿Cómo crees que está el panorama editorial?
PB: Creo que está contaminado por el exceso de publicación. Hay más libros que lectores. Esto provoca que muchos autores se sientan frustrados al no lograr la relevancia que creen que su obra merece. A esto hay que sumar un gran problema de prescripción, tanto por parte de las editoriales como de la crítica «profesional».
Si uno quiere destacar, sin ser una celebrity de la tele, debe esforzarse mucho. Si, además de destacar, quiere obtener algún beneficio económico sin vender el alma al diablo, ya tiene que hacer malabares (no hablemos de «vivir de ello», que es como montar en unicornio). Hacerse una buena estrategia, saber por qué camino se quiere tirar, buscar la oportunidad y trabajar como un descosido. Y asumir que el éxito es para muy pocos, que además serán olvidados pronto. Hay una entrevista reciente al gran Carlos Zanón que resulta descorazonadora en ese sentido.
- AL: ¿Qué tal estás llevando el momento actual que vivimos?
PB: Cualquiera que pueda pararse unos minutos a responder con placer un cuestionario como este no está para quejarse. Lo llevo bien, o eso intento hacerme creer.
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